NUESTRO ESTADO
Y LOS INCENDIOS
(el órgano crea la función)
Tenemos un modelo que parece querer decir: “QUE CADA QUIEN SE APAGUE SU INCENDIO”. Es una tremenda barbaridad que se desprende de la regulación constitucional en sus artículos 148 y 149 y su desarrollo en los conocidos como Estatutos de Autonomías:
-Insolidaridad humana inaceptable.
-La naturaleza desconoce fronteras políticas.
-Los partidos políticos son claramente anticolaboracionistas.
Mucho dudo que el legislador pretendiese semejante aberración, pero sí creo que pecase de gran ingenuidad al suponer una natural coordinación y colaboración entre las diversas administraciones públicas.
La Ley de Montes de 2023 determina que corresponde a la Administración General del Estado (en colaboración con las Comunidades Autónomas), desplegar medios estatales de apoyo a las Comunidades Autónomas para la cobertura de los montes contra incendios. Para ello se creó el órgano técnico Comité de Lucha Contra Incendios Forestales (CLIF) para que haga la coordinación interadministrativa en materias de prevención y extinción. Está adscrito a la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad. El CLIF está presidido por la Subdireccion General de Política Forestal y Lucha contra la Desertificación (SGPFLD) del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Los acuerdos adoptados por el CLIF se elevan a la Conferencia Sectorial y se incluyen en el Plan de Actuaciones de Prevención y Lucha contra los Incendios aprobado anualmente en Consejo de Ministros. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico debe desplegar una serie de medios por toda España para asegurar esa función de apoyo a las Comunidades Autónomas en labores de extinción y prevención, teniendo en cuenta que dichos medios son de cobertura nacional.
¡COLOSAL GALIMATÍAS!
Mucho me temo que, si la administración general ha desarrollado semejante trabalenguas de formidable vacuidad para simplemente ofrecer apoyo, cada Comunidad Autónoma, sujeto competente-responsable, habrá desarrollado su propio dédalo administrativo para la prevención y extinción de los incendios. Mi experiencia es que “el órgano crea la función”, es decir, basta que se cree un órgano con alguien al frente para que autogenere un crecimiento ajeno a las necesidades reales. Ese crecimiento tiende a generar tal cantidad de grasa que se torna ineficiente forzosamente de no ponerle dieta y freno.
El perejil lo puede poner que Administración General y Administración Autonómica sean gobernadas por partidos políticos antagonistas. En tal caso, el pastel resultaría “explosivo”. En el mejor de los casos creo que inevitablemente ocurriría lo que a un gran amigo con sus dos compuestos y extensos primeros apellidos en los exámenes escritos: el tiempo de la primera pregunta lo tenía que emplear en escribir su nombre (doble) y dos apellidos. Sólo llego a una conclusión respecto a la participación de nuestro enorme Estado en la prevención y extinción de los incendios:
¡ESTAMOS SOLOS!
Hoy casi todo el mundo usa el término de “competencia” con la intención de fijar quién es el “responsable” ante cualquier desastre, tomando la segunda acepción de la RAE; porque la primera asimila competencia a disputa o competición y en ningún caso al saber profesional (hoy día maldito) para actuar eficazmente ante determinada situación. Jugando con el lenguaje, con un mismo término podemos decir que ”alguien participa en una competencia (disputa) pero sin tener la competencia (responsabilidad) por no tener la competencia (conocimiento) suficiente para ello”.
Total, roza el milagro que vecinos, voluntarios, bomberos y UME, todos ellos héroes impagables (y mal pagados los profesionales) sean capaces, con sólo la ayuda aérea nacional y extranjera, de sortear a las administraciones y, además, combatir los incendios.
España arde, por los incendios también.
¡Dios nos ampare a todos!
CM
19-8-2025





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