RESPONSORIOS DE TINIEBLAS
(Officium Hebdomadae Sanctae)
CRISTO DE VELÁZQUEZ |
Los Responsorios, compuestos por nuestro más ilustre músico del Siglo de Oro, Tomas Luis de Victoria, pertenecen a las más excelsas músicas creadas para la Semana Santa en el Renacimiento. En la liturgia católica se distribuyen en el “Triduum Sacrum”: Jueves Santo (tres motetes y seis responsorios), Viernes Santo (tres motetes y seis responsorios) y Sábado Santo (tres motetes, seis responsorios y un himno).
TENEBRARIO |
El Oficio de Tinieblas se realiza con la sóla luz de quince velas encendidas en un “Tenebrario” (candelabro triangular).
Las velas se van apagando tras cada salmo (van simbolizando el progresivo abandono que sufre Jesucristo en su Pasión), salvo la última que permanece encendida hasta las últimas palabras de los rezos: “qui tecum vivit et regnat”.
PASIÓN Y MUERTE |
La total tiniebla simboliza la muerte de Jesucristo; oficiantes y fieles golpean fuertemente con sus libros y manos los bancos reproduciendo el gran terremoto que siguió a su muerte (según san Mateo) al tiempo de una total oscuridad. El gran acto final, la apoteosis, ¡la Resurreccion de Jesucristo en el mundo espiritual!
RESURRECCION |
La liturgia formidable, poderosa, corresponde a la Pasión, Muerte y Resurrección triunfante de Cristo Redentor, Dios y hombre, hijo de Dios Padre que sufrió y entregó su vida por todos los hombres, con un formidable mensaje de Amor.
Hoy vivimos la Semana Santa como una espléndida oportunidad de disfrutar unos días de asueto. Bastante, o totalmente, alejados del significado profundo de sus festividades religiosas.
Es un fruto natural de la laicidad de nuestra sociedad. Yo creo que es saludable que así sea. Pero la ausencia total y absoluta de un profundo sentimiento espiritual y religioso pienso que tiene mucho de catastrófico. Porque nos sitúa en un puro materialismo que no es acorde con la naturaleza humana.
MEDITAR, REFLEXIONAR |
En ese sentido, me invito y os invito a encontrar un hueco en nuestras trepidantes vidas para detenernos a reflexionar sobre nuestra naturaleza. ¿Quién soy yo? ¡Claro que ni me atrevo a sugerir ampararse en algún tipo de religión o no! Pero sí digo que estas festividades cristianas, con su significado, son una oportunidad excelente para hacerlo. La liturgia católica es muy potente (aunque no es moda) y también puede aprovecharse para la reflexión que me y os propongo.
LOS SENTIDOS |
LOS SENTIMIENTOS |
A la meditación sí hay algunos pensamientos que podrían ayudarnos. Esta vida terrenal debe y puede ser estupendísima y no sólo me refiero al disfrute de los sentidos con su poderosísima fuerza. También a los sentimientos, aún más intensos y fuertes.
En unos y otros existe lo positivo, lo bueno (¡qué olor cautivador!, ¡qué ternura hacia la mascota!) y también a lo negativo, a lo malo (¡qué ruido tan insoportable!, ¡qué tipo más odioso!). Quizás la cavilación no deba llevarnos a otro lugar más que a lo positivo, a lo bueno. Parece razonable que, de la misma forma que huimos de los malos olores, de las visiones desagradables o de los ruidos molestos, nos apartemos igualmente de los odios, envidias y manías que torturan nuestra vida interior y envilecen nuestra vida en sociedad. Pero también, de igual manera que actuamos por evitar un sabor desagradable, debamos hacerlo por reorientar un sentimiento amargo y castrador.
No parece muy discutible que nuestra vida terrena dure un suspiro corto. Aunque en parte de nuestra vida seamos inconscientes de tal realidad. Tampoco lo es que, al nacer, tan sólo dispongamos de una certeza: vamos a dejar de vivir. Parece absurdo por tanto que malgastemos porciones de esta corta vida en lo negativo, en lo malo. Como también parece escasamente inteligente que tan sólo nos ocupemos o preocupemos con el único horizonte de esta corta vida. Aunque sea absolutamente imprescindible volcar nuestra atención y esfuerzo en el contexto de la vida terrenal. Y que, socialmente, se nos juzgue por ello. Pero no toda nuestra atención y esfuerzo debe estar atendiendo tan sólo estos límites. De haberlo hecho así, todos los humanos careceríamos de cualquier obra que excediera esos parámetros . Sin embargo, ¡cuantas obras humanas grandiosas y sentimientos formidables exceden los límites de la vida en la Tierra!, (¡vaya, de nuevo con la Sagrada Familia de Barcelona, como si no hubiese cientos o miles de otros ejemplos!).
El objetivo de que sean para los demás es muy loable. Pero, incluso antes, me importa el objetivo estrictamente personal.
Si en la religión cristiana creemos que Jesucristo vino a salvarnos, descartemos que es el primer obligado a luchar por ello: cada uno somos el primer responsable de nuestra propia “salvación”. Salvarnos de los sabores repulsivos, salvarnos de los sentimientos degradantes y dañinos.
¡Estos son unos estupendos días para la meditación personal! La historia, la tradición y la religión de Cristo nos lo facilitan.
¡Ojalá sepamos!
29-3-2024
CM
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