SIN ESCRÚPULOS
Es muy llamativo el polisignificado del término “escrúpulo”.
-La voz latina “scrupulus” se refería a la piedrecita que se cuela en el zapato. Ya imagino a Cicerón y Horacio interrumpir su sustancioso y docto paseo cuando Horacio, apoyándose en el brazo de Cicerón, se para: “perdona, se me ha metido un scrúpulus en la sandalia y me está martirizando”. Quizás el sabio, ofreciéndole sostén pudo decirle: “mi querido Horacio ya ves cómo un diminuto guijarrillo puede interrumpir las más profundas cavilaciones de dos de los más insignes y doctos sabios que ha de dar la historia, ¡qué cosas!”. Y, así, continuó el diálogo derivado hacia las piedras, piedrecitas y pequeños guijarros de aparente trivialidad.
-Se dice también que a una persona le puede producir “escrúpulo” un cierto manjar o bebida. De tal manera, pudiera ser que a la vienesa María Antonieta, empleada como consorte del rey Luis XVI de Francia, le produjesen repugnancia hasta el vómito algunas comidas francesas. Heredera al trono de Austria, cometió la torpeza de renunciar a él (con quince años) y casarse con el heredero del de Francia, país que desde un inicio renegó de ella, despidiéndola finalmente con la guillotina (a los 38 años) tras un año presa y sometida a maltrato y humillaciones múltiples.
-Para quien es especialmente cuidadoso en su forma de trabajar, escribir o vestir también usamos el mismo término que nos ocupa: “Lópe era un autor muy escrupuloso que corregia constantemente sus textos” (Roquain). Decimos frecuentemente que una persona es especialmente escrupulosa en su trabajo para Indicar que es minuciosa, cuidadosa, incluso perfeccionista en demasía.
Aún otros usos diversos de escrúpulo se han utilizado como unidad de medida, tanto en el mundo farmacéutico como en el astronómico (1/60 de grado de circunferencia). ¿Se podrá referir por ejemplo a cada uno de los minutos de que consta una hora en su representación analógica?, ¡vaya usted a saber!
Pero lo que ahora me ocupa es su significado desde un punto de vista ético: “inquietud de la conciencia sobre la bondad o maldad”. Aquí, su uso más habitual corresponde a la expresión: “una persona sin escrúpulos” es decir, que actúa sin preocuparse por su conciencia o sin considerar lo que socialmente se tiene por bueno o correcto. Resumiendo, mala (o muy mala) gente.
Se considera “tríada oscura” al conjunto de maquiavelismo, narcisismo y psicopatía, un cóctel rematadamente delicioso.
Se ha estudiado (Bereczkeia, Pappa, Kincsesa y otros investigadores húngaros) que las cabezas que actúan maquiavélicamente se aceleran cuando conocen a alguien diferente o susceptible de aprovecharse de él: son incapaces de corresponder al altruismo de los demás. Los investigadores consiguieron poner en relación los comportamientos maquiavélicos con actividades específicas en diversas zonas del cerebro. Aquellos que, sin ningún escrúpulo, pasan por encima de los demás para conseguir sus propositos.
Narcisismo: podemos identificar al Narciso como el que reúne las siguientes características: sentido exagerado del egocentrismo, preocupación extrema por sí mismo y falta de empatía por los demás. El nombre lo toma del mito griego de Narciso que se enamoró de sí mismo al verse reflejado en el agua y terminó ahogándose en ella cuando intentó besarla. El Narciso sobreestima sus habilidades y sufre una necesidad excesiva de admiración.
Psicopatía. Se puede definir como un transstorno mental ordinario que se caracteriza por: reducción de la empatía y del remordimiento, una personalidad desafiante y la dificultad de inhibir comportamientos. Pueden amenazar, explotar, robar, engañar, manipular o dañar físicamente a otros, bajo una máscara que les hace parecer amigables y bien adaptados. Por tanto, son difíciles de detectar. Se debe a cambios cerebrales que merman el pensamiento y el sentimiento. Su comportamiento es muy seductor y manipulador.
El colmo es que un mismo individuo reúna todos los adornos de la “tríada oscura”. Tales gentes destruyen y dañan desde donde pillen. De forma que, si son eremitas, solitarios, aislados de la sociedad, perdidos en el desierto, en las lejanas montañas o en las islas vacías, su daño habrían de sufrirlo tan sólo las bestias a su alcance, tradicionalmente las pobres cabras. Pero sí se incrustan en la sociedad, apañado va el grupo en que caigan. Y, lo que ya es de traca (para mear y no echar gota, se dice en mi pueblo) es que la perla ocupe un lugar relevante, porque acabará por destruir al grupo.
El caso más sonado, cuentan, es el de un charrán que llegó a imponerse a toda una nación. Pero lo más curioso e inaudito del caso es que, por lo visto, fueron los propios dañados y esclavizados los que decidieron que fuera él quien les avasallase. Digo yo que tales esclavos no debían ser muy espabilados. O que fuesen unos extraños “escrupulosos”, lo que daría lugar a una acepción nueva del variopinto término.
21-10-23
CM
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