lunes, 23 de octubre de 2023

 MIEDO

 

 


 

Considerado el miedo como una de las seis emociones primarias (ira, alegria, tristeza, asco, sorpresa y miedo) por Eckman en los años setenta del pasado siglo y, por tanto, comunes a todas las culturas y civilizaciones, hago algunas consideraciones personales y algún juicio sobre el manejo de su poder.

 

Yo he padecido algunos miedos indeseables (recuerdo alguna pesadilla horrorosa de la que me despertaba empapado en sudor) y he disfrutado de otros miedos buscados (como cuando corrí en los encierros de toros bravos en mi entrañable Miraflores de la Sierra).

 

También he percibido que las causas del miedo me han ido variando al compás de la edad. De niño llegué a temer al “hombre del saco”. Ahora una caída se encuentra entre mis primeros temores.

 

También recuerdo cómo han sido variadas mis respuestas ante el estímulo del miedo: algunas veces escapar, otras enfrentarme hasta superarlo.

 


Mantengo, si no miedo, sí prevención ante lo desconocido. De forma que algunas sensaciones de vértigo han respondido a mayores alturas en lo muy conocido que las que me producían vértigo por primera vez. Quizás, por tanto, tenga su importancia el hábito o costumbre que tengamos a sus posibles causas.

 

Mantengo el miedo al dolor y no he llegado a digerir emocionalmente que deba ser compañero necesario de la enfermedad o del anuncio de transitar por una etapa final de la relativamente larga carrera de la vida. El natural desgaste y deterioro no deberían de producir dolor. Al menos dolor físico.

 

Entre el dolor físico y el espiritual, hasta hoy me ha acobardado mucho más el espiritual que el físico. También porque he encontrado y dispuesto de remedios más sencillos y eficaces para luchar contra el dolor físico (aún por un dolor de muelas o un cólico nefritico). Sí, hasta hoy, el miedo espiritual me da más miedo.

 

Otra curiosidad es que me ha producido más miedo ver el peligro en otros (mis hijos, desde luego) que en mí mismo (caso clarísimo el del vértigo).

 

No me considero una persona especialmente miedosa, corriente también en esto. Y he conocido personas en los extremos opuestos que me han sorprendido. También creo, por tanto, que el miedo se padece a nivel puramente individual, con independencia del peligro que lo provoque.

 


Según parece son muchos y variados los tipos de miedo que los diversos especialistas han establecido para encasillarlo. 

 

Hoy, espoleado por un magnífico artículo de Monseñor Sánchez Monge (“¿Nos encontramos ante el totalitarismo blando?” – El Debate, 17-10-23), quiero centrarme en el miedo como dispositivo de poder. Escribe el señor obispo: 

 

“El totalitarismo duro o blando se basa en una ideología hecha de mentiras. Su implantación y perduración depende del miedo que la gente tenga a desafiar esas mentiras. Hemos de ser lo suficientemente fuertes para plantarle cara en público y decir lo que realmente pensamos o, al menos, negarnos a afirmar lo que no creemos. Quizás no podamos vencer el totalitarismo, pero podemos encontrar dentro de nosotros y en nuestra comunidad los medios para vivir revestidos con la dignidad de la verdad”. 

 




Yo quiero esa dignidad.

 

Al abrigo de tan atinadas palabras, lo primero que debo decir es que me repugna profundamente cualquier tipo de autoritarismo. Y que es mi deseo saber ser demócrata y vivir en una sociedad democrática.

 

Opino que lo que viene sucediendo en la gobernación de España desde Jose Luis Rodriguez Zapatero y, muy especialmente, Pedro Sánchez Perez-Castejón, es una evidente deriva hacia el autoritarismo: 

-desprecio absoluto a los compromisos electorales (debo suponer que los votantes del actual presidente en funciones se consideren y sientan hondamente estafados), 

-ataque destructivo al Poder Judicial, convirtiéndole en un apéndice del gobierno y paralización anestésica del Poder Legislativo (la representación de la ciudadanía).

-desprecio al propio poder ejecutivo, permitiendo que los miembros del gobierno defiendan posturas radicalmente enfrentadas.







Todo ello en aras de mantener el poder personal del líder absoluto (fūhrer). Los ciudadanos, indefensos; con su única arma efectiva, el voto, desnaturalizada, inservible. ¡Adiós democracia!

 

Se ha producido un deterioro o dominio sobre las más diversas instituciones democráticas, asaltando los diversos centros de poder político y mediático.

 

Y con una actuación ajena a los límites morales más básicos: mercadeo con filoterroristas, con independentistas, con delincuentes condenados por la justicia (luego indultados por el líder) y con prófugos de la justicia. ¡Vaya panorama!

 



Hasta ahora había permanecido ignorante de la denominada Agenda 2030. Pero la reiteración en sus bondades y avales por personas de las que desconfió profundamente me han incitado a hacer una leve aproximación a sus propósitos y contenidos. Para ello he escuchado atentamente una breve, pero muy ilustrativa conferencia de don Higinio Marín, rector de la universidad San Pablo, CEU. 

 

Desgraciadamente, lo que me barruntaba se confirmó con creces en el análisis del prestigioso filósofo Marín: el documento de la ONU contiene las pautas para encarrilar a la sociedad mundial hacia un cambio en profundidad en aras del progreso para lo que marca 17 Objetivos de Desarrollo de los que recojo alguna nota:

         -Uniformidad, sin diferencias ni singularidades. Sin libertad de elección para ser, o no, parte de una masa uniforme.

         -Desprecio a la familia. Dios es el Estado Salvador.

         -Estatalismo como neutralismo. Sus funcionarios y burócratas dan cumplimiento al bien social.

         -Igualdad de género sin vinculación al sexo.

         -Salud sexual y Reproducción: estimulación al aborto, difusión de anticonceptivos.

         -Educación por el Estado.

 

La conclusión del conferenciante es que, de los 17 Objetivos, dos son radicalmente contrarios a la moral cristiana y uno, con serias reservas.

 

En definitiva, se sustituye al individuo como centro de la dignidad moral y se traslada a los grupos (étnicos, culturales, …). Se trata de construir una sociedad dominada por “papá-estado”. ¡Ah!, y con un planteamiento “colonizador” en que las sociedades desarrolladas impondrían los modelos a las sociedades subdesarrolladas.

 



Por otro lado, también he escuchado la tesis de un gran especialista en análisis económico: el objetivo consistiría en que, en 2030, los grandes poderes económicos habrían obtenido de cada uno de nosotros la única información que les falta para el dominio completo: en qué gastamos nuestro dinero. ¿Cómo?: estimulando un endeudamiento atroz (público y privado) hasta que (con el objetivo en 2030) se produjera un crack total. En tal punto, se ofrecería a los ciudadanos cambiar sus monedas convencionales por monedas digitales, con una importante reducción mediante. En tal “Paraíso”, toda la sociedad mundial quedaría totalmente sometida al pequeño grupo dominante. ¡Curiosa tesis! Aún más, deprimente.

 



Da miedo.

 

 

 

23-10-23

 

 

CM

         

sábado, 21 de octubre de 2023

 

SIN ESCRÚPULOS

 

 


 

Es muy llamativo el polisignificado del término “escrúpulo”.

 





-La voz latina “scrupulus” se refería a la piedrecita que se cuela en el zapato. Ya imagino a Cicerón y Horacio interrumpir su sustancioso y docto paseo cuando Horacio, apoyándose en el brazo de Cicerón, se para: “perdona, se me ha metido un scrúpulus en la sandalia y me está martirizando”. Quizás el sabio, ofreciéndole sostén pudo decirle: “mi querido Horacio ya ves cómo un diminuto guijarrillo puede interrumpir las más profundas cavilaciones de dos de los más insignes y doctos sabios que ha de dar la historia, ¡qué cosas!”. Y, así, continuó el diálogo derivado hacia las piedras, piedrecitas y pequeños guijarros de aparente trivialidad.

 


-Se dice también que a una persona le puede producir “escrúpulo” un cierto manjar o bebida. De tal manera, pudiera ser que a la vienesa María Antonieta, empleada como consorte del rey Luis XVI de Francia, le produjesen repugnancia hasta el vómito algunas comidas francesas. Heredera al trono de Austria, cometió la torpeza de renunciar a él (con quince años) y casarse con el heredero del de Francia, país que desde un inicio renegó de ella, despidiéndola finalmente con la guillotina (a los 38 años) tras un año presa y sometida a maltrato y humillaciones múltiples.

 


-Para quien es especialmente cuidadoso en su forma de trabajar, escribir o vestir también usamos el mismo término que nos ocupa: “Lópe era un autor muy escrupuloso que corregia constantemente sus textos” (Roquain). Decimos frecuentemente que una persona es especialmente escrupulosa en su trabajo para Indicar que es minuciosa, cuidadosa, incluso perfeccionista en demasía.

 

Aún otros usos diversos de escrúpulo se han utilizado como unidad de medida, tanto en el mundo farmacéutico como en el astronómico (1/60 de grado de circunferencia). ¿Se podrá referir por ejemplo a cada uno de los minutos de que consta una hora en su representación analógica?, ¡vaya usted a saber!

 




Pero lo que ahora me ocupa es su significado desde un punto de vista ético: “inquietud de la conciencia sobre la bondad o maldad”. Aquí, su uso más habitual corresponde a la expresión: “una persona sin escrúpulos” es decir, que actúa sin preocuparse por su conciencia o sin considerar lo que socialmente se tiene por bueno o correcto. Resumiendo, mala (o muy mala) gente.

 

Se considera “tríada oscura” al conjunto de maquiavelismo, narcisismo y psicopatía, un cóctel rematadamente delicioso. 

 



Se ha estudiado (Bereczkeia, Pappa, Kincsesa y otros investigadores húngaros) que las cabezas que actúan maquiavélicamente se aceleran cuando conocen a alguien diferente o susceptible de aprovecharse de él: son incapaces de corresponder al altruismo de los demás. Los investigadores consiguieron poner en relación los comportamientos maquiavélicos con actividades específicas en diversas zonas del cerebro. Aquellos que, sin ningún escrúpulo, pasan por encima de los demás para conseguir sus propositos.

 



Narcisismo: podemos identificar al Narciso como el que reúne las siguientes características: sentido exagerado del egocentrismo, preocupación extrema por sí mismo y falta de empatía por los demás. El nombre lo toma del mito griego de Narciso que se enamoró de sí mismo al verse reflejado en el agua y terminó ahogándose en ella cuando intentó besarla. El Narciso sobreestima sus habilidades y sufre una necesidad excesiva de admiración.

 



Psicopatía. Se puede definir como un transstorno mental ordinario que se caracteriza por: reducción de la empatía y del remordimiento, una personalidad desafiante y la dificultad de inhibir comportamientos. Pueden amenazar, explotar, robar, engañar, manipular o dañar físicamente a otros, bajo una máscara que les hace parecer amigables y bien adaptados. Por tanto, son difíciles de detectar. Se debe a cambios cerebrales que merman el pensamiento y el sentimiento. Su comportamiento es muy seductor y manipulador.

 

El colmo es que un mismo individuo reúna todos los adornos de la “tríada oscura”. Tales gentes destruyen y dañan desde donde pillen. De forma que, si son eremitas, solitarios, aislados de la sociedad, perdidos en el desierto, en las lejanas montañas o en las islas vacías, su daño habrían de sufrirlo tan sólo las bestias a su alcance, tradicionalmente las pobres cabras. Pero sí se incrustan en la sociedad, apañado va el grupo en que caigan. Y, lo que ya es de traca (para mear y no echar gota, se dice en mi pueblo) es que la perla ocupe un lugar relevante, porque acabará por destruir al grupo. 

 


El caso más sonado, cuentan, es el de un charrán que llegó a imponerse a toda una nación. Pero lo más curioso e inaudito del caso es que, por lo visto, fueron los propios dañados y esclavizados los que decidieron que fuera él quien les avasallase. Digo yo que tales esclavos no debían ser muy espabilados. O que fuesen unos extraños “escrupulosos”, lo que daría lugar a una acepción nueva del variopinto término.

 

 

21-10-23

 

CM

martes, 17 de octubre de 2023

 NÉMESIS,

DONDE LAS DAN LAS TOMAN

 

 


 

Cuando el cabo penetró en el recinto se topó con un festín de sangre, una mujer semidesnuda encogida sobre una cama, un anciano lloroso consolándola y dos cuerpos inertes y una escopeta en el suelo encharcado. Un sollozo tenue entrecortado, levísimos quejidos y una especie de canturreo infantil del abuelo. Un olor denso, dulzón, mezcla de sudor, sangre y dolor.

 



El viejo Pedro aún vivía con su mujer, Caridad, sólos. Seguía atendiendo a diario el olivar que recibió de su padre y aquel de su abuelo, y éste de su padre …, actualmente unas cincuenta hectáreas, cinco mil imponentes olivos de picueles que formaban parte cardinal de la familia. Eran varias las generaciones que venían viviendo gracias a esa fecunda tierra de producción vecera que obligó a una sabiduría ancestral exigente para ser comedidos, prudentes, frugales y guardosos en los años de buenas producciones sabiendo que la siguiente cosecha había de ser con certeza mucho menor.

 



Dos hijos tuvieron Caridad y Pedro. Candela, la mayor, nació hace unos veintiséis años, despierta y lista desde la cuna. Un año después llegó Manuel, fuerte y sano. Candela llamó la atención desde su primera niñez por la curiosidad enorme que por todo manifestaba y por su llamativa capacidad intelectiva. En el colegio de las monjas destacó desde el principio especialmente en las asignaturas de ciencias. Acumuló matrículas curso tras curso y acabó el bachillerato con premio extraordinario. Con diecisiete años no tenía dudas de que sería ingeniero electrónico. Los padres, naturalmente perplejos, centraron su atención y esfuerzo en que su niña fuese a la bastante próxima Toledo para estudiar aquello que tenía tan claramente pensado. Consiguió Candela realizar los cinco años en cuatro, todos con la cosecha de matrículas que habituaba, obteniendo apenas cumplidos los veintidós el premio extraordinario de fin de carrera. Obtuvo una prestigiosa beca para prolongar sus estudios en Alemania. De regreso a España fue contratada de inmediato por una multinacional con oficinas en Madrid.

 



Manuel, sin ser nada extraordinario intelectualmente, remató sus estudios con una buena formación profesional como electricista, responsable, simpático y mañoso, pronto se hizo fama en la comarca como buen profesional, con lo que no le faltaba trabajo que, además, le permitía ayudar a sus padres en el cuidado de las tierras. Desde niño fue un enamorado del campo, pero, ayudado por la sabiduría y experiencia de sus viejos comprendió que debía procurarse un oficio. No tuvo dudas en cuanto a cuál ya que, de siempre, había mostrado interés y habilidad por todo lo relacionado con la electricidad. Era en el pueblo un mozo querido y respetado por todos. Las chicas festejaban su simpatía y sus ocurrencias a las que nada estorbaba su muy atractivo porte. Hacía tiempo que había comprometido sus relaciones con una joven de acaudalada familia y hacía un año celebraron su matrimonio. La casa que les facilitaron sus suegros, sobradamente amplia para los dos, terminó vistiéndola su reciente mujer con enorme gusto, de manera que construyó un confortable hogar. 

 


Era raro que Candela faltara los fines de semana en el pueblo. Para que mejor gozase de su independencia, en una antigua construcción anexa a la casa familiar habían montado una especie de bello apartamento con una amplia sala de estar, un par de sillones, una mesa-velador, una mesa y sillón de trabajo, chimenea y cocina, un dormitorio separado por unas estanterías repletas de libros y, tras una puerta, una estancia de aseo con retrete y ducha. De manera que, unido a la vivienda de sus padres, le permitía una cómoda autonomia con que disponer libremente de sus horarios, sus lecturas, sus relaciones sociales y su soledad.

 




Todos los años, en primavera, festejando la recogida de la oliva se celebraban importantes fiestas populares: pregón, nombramiento de la reina de la fiesta y sus damas, procesión de carros engalanados, baile popular, … el pueblo entero participaba y acudían cantidad de forasteros atraídos por la fama y atractivo de la fiesta. 

 

Caridad, Pedro, sus hijos, y una buena cantidad de familiares y amigos se integraron como siempre para celebrar su fiesta. En la verbena bailaron todos tratando de salvar los pies de los pisotones ajenos y cuidando de no colocar los zapatos propios encima de los demás. Euforia, risas, alegría desbordada, bullicio, espontaneidad, cierta locura colectiva. La fiesta transcurría en sana diversión dentro de unos admitidos límites de desmadre.

 

Avanzada la noche, Pedro indicó a Caridad la conveniencia de retirarse. También a Candela le pareció una medida oportuna, se encontraba verdaderamente machacada. Así, se despidieron de los más próximos. Manuel y su joven esposa María aún se encontraban en pleno baile. Iniciaron tranquilamente el regreso a casa los tres. El aire fresco de la noche estimulaba. Pero la edad y achaques de los mayores haría que se demorasen casi quince minutos en hacer el camino de vuelta a casa. Al llegar, se despidieron con unos besos cariñosos y entraron cada cual en su vivienda.

 




Un grito desgarrado, aterrador, hizo saltar a Pedro de la cama, coger la escopeta y un puñado de cartuchos, salir a la noche y entrar por la puerta entreabierta de Candela. 

 

¡NÉMESIS! A toda la comarca llegó el alarido profundo y bélico de la poderosa diosa mitológica griega, responsable de la Venganza, la Justicia y la Fortuna. También alcanzó su voz potente a cada recodo del Olimpo.

 





Alguien forcejeaba sobre su hija y otro le sujetaba las piernas desnudas. Dos disparos produjeron un estruendo prolongado que retronó miles de veces en los árboles. Se desplomaron dos cuerpos. También el de Pedro cayó al suelo, pero como impelido por un resorte llegó hasta la cama de su hija, encontró sus escasas ropas y su rostro salpicados de sangre. Tomó con exquisito cuidado y ternura su cara con la angustia de encontrar heridas, No las encontró, pero del cuello le brotaba sangre abundante. Caridad, de rodillas junto a su hija se fundió con ella en un excitado abrazo. Rompió la joven en un llanto convulso empapando de lágrimas y babas la camisa de su madre que, al poco, dio con el teléfono y marcó. Los dos cuerpos desconocidos permanecían inertes.

 


En el hospital, Candela en una cama, Pedro en la otra y Caridad entre los dos, se iban serenando lentamente. Por fortuna Candela tenía un corte no muy profundo en el cuello, ya curado y tapado, múltiples arañazos y cardenales por brazos y piernas, terror y repugnancia infinitos. La veloz intervención de su padre evitó males irreversibles.

 


En el pasillo Manuel y María hablaban con dos médicos. La joven se recuperaba normalmente. Había tenido suerte con la herida del cuello porque se la habían producido con un cuchillo que le habría causado un gravisimo problema de haber profundizado. El traumatismo emocional evolucionaba bien, pero seguramente precisaría de apoyo psicológico. El padre sufría un severo problema emocional, un efecto natural de lo sucedido. En cuanto a los asaltantes, los dos se encontraban en estado muy grave. Uno había perdido prácticamente media cara y aún no se conocía el alcance de afectación al cerebro. El otro sufría una perforación de pulmón y tenía afectados otros órganos con diversos grados de daños. Las pérdidas de sangre habían sido muy importantes. A ambos se les estaba interviniendo quirúrgicamente en esos momentos. 

 


Manuel, disculpándose, se apartó del grupo cuando vio acercarse al sargento y a un guardia, los que se presentaron en casa de su hermana pocos minutos después de llamar su madre. El guardia era compañero suyo en el equipo local de fútbol y buen amigo.

 

         -Buenos días, Manuel. Lamentamos enormemente la tragedia que ha sufrido vuestra familia. Pero ya nos han informado que se recuperarán totalmente. Los asaltantes son forasteros y ya veremos si salen de ésta. Técnicamente su padre está detenido hasta que se presente ante el juez y emita la resolución oportuna. Pero no queremos añadirle ninguna incomodidad más. De forma que cuando salga del hospital deberá permanecer en casa hasta que se encuentre en condiciones de pasar por el cuartel para que podamos tomarle declaración y elaborar el preceptivo informe antes de presentarse ante el juez.

 

         -Muchas gracias por todo. Su ayuda y su exquisita atención no la olvidaremos jamás. Instalaremos en casa a mis padres y a mi hermana. Será lo mejor para que estén totalmente atendidos. Seguro que él será el primero que desee pasar por el cuartel para lo que sea menester. Les repito mi agradecimiento personal y el de toda la familia.

 

Al día siguiente dos mujeres jóvenes bien trajeadas y con corteses maneras de quienes están acostumbradas a mandar se presentaron en el hospital.

 

         -Venimos a visitar a la señorita Candela Ortega. Les ruego que le indiquen que somos la directora general y la directora de la asesoría jurídica de la empresa en que trabaja.

 

         -Un momento señoras. Ahora aviso al médico de planta.

 


Pocos minutos después las visitantes entraban en la habitación en la que aún permanecía Candela. A sus padres ya les había recogido su hermano la noche anterior.

 

         -Que sean buenos días, Candela. Lamentamos profundamente todo lo ocurrido y somos portadoras del cariño y buenos deseos de todos tus compañeros.

 

         -¡Por Dios! De ninguna manera deberíais haberos molestado. Pero os lo agradezco de todo corazón -se quebró su voz y la asaltó un breve sollozo-, por favor no dejéis de transmitirles a todos mi agradecimiento. Como veis sigo viva y recuperando rápidamente el tono para participar en la pelea.

 

         -Verás, el motivo de que me acompañe Juana es porque suponemos que en tu familia pudiérais tener alguna molestia jurídica. Si fuese así, queremos que sepas que nos ocuparemos lo que sea necesario.

 

         -Benditas seáis. Ni tan siquiera se me había ocurrido algo tan obvio, lo cierto es que aún me encuentro bastante ofuscada. No tengo palabras que recojan suficientemente mi gratitud.

 

Durante varios minutos departieron en primer lugar con el pormenor de los tremendos sucesos acaecidos. Después, haciendo cábalas sobre el pronto reinicio de su actividad laboral y el desarrollo de los interesantes proyectos en que ella se encontraba involucrada y finalmente las nuevas y ambiciosas planificaciones que se planteaba la alta dirección de la empresa. Fue un encuentro, primero muy emocional, después muy gratificante y finalmente muy interesante. Se despidieron con gran cordialidad en la confianza de que la reincorporación pudiese ser pronto. También recalcaron que el servicio jurídico de la empresa se hacía cargo desde ese momento de la representación de su padre, para lo que tomarían contacto directo con él, una vez que Candela le explicase la decisión tomada.

 

Unas semanas más tarde la joven ingeniera, integrada en su trabajo a pleno rendimiento y entusiasmo, sólo sufría algunas alteraciones en su sueño nocturno. Cada vez menos frecuentes, pero aun tremendamente angustiosas. Pero su talante, su familia, su trabajo y sus amigos formaban un ejército invencible incluso contra una brutal y espantosa agresión. Las positivas revisiones médicas de sus padres también le aportaban la serenidad necesaria.

 

Enfrascada en su trabajo atendió finalmente las llamadas reiteradas en su teléfono. Desde la centralita de la empresa le trasladaron que una mujer insistía en hablar con ella. Se presentaba como Irene Sumita, directora de la revista femenina Matriz muy volcada en el apoyo a las mujeres. Aceptó que le pasaran la comunicación.

 

         -Buenos días, soy Irene, directora de la revista Matriz, y estoy muy interesada en que me conceda una pequeña entrevista en que charlemos del brutal ataque que sufrió recientemente. Seguro que con ello puede ayudar a otras mujeres. Y sólo emplearíamos unos minutos.

 

         -Buenos días, Irene. Pero tengo trabajo acumulado y, por otra parte, ningún deseo de revivir lo que tanto me ha costado superar.

 

         -Me hago cargo. Sin embargo, debo insistirle pues le aseguro que apenas nos llevaría unos minutos y creo que sería muy importante la ayuda que pudiera usted prestar a otras personas. El único objetivo de nuestra revista es justamente ayudar.

 

Candela pensó en la cantidad de personas que a ella la habían ayudado. Bueno, pudiera ser que con su personal sacrificio pudiese ayudar ella.

 

         -Está bien. Aunque no puedo ofrecerle más de media hora. Podría aprovechar el momento en que bajo a tomar un té a la cafetería de la esquina próxima a mi oficina.

 

         -¡Desde luego, muchas gracias!, yo estoy muy próxima a su oficina, ¿podría ser hoy?

 

         -Está bien, en treinta minutos.

 


Cuando tomaba el ascensor para acudir a la cita ya estaba totalmente arrepentida de haber cedido ante una desconocida que había manifestado una actitud que le pareció excesivamente perentoria y agresiva. Pero no era capaz de incumplir su compromiso.

 

Cuando entró en la cafetería, a esas horas casi vacía, identificó con certeza a la tal Irene: algo mayor que ella, algo estrafalaria en el vestir, el pelo teñido multicolor, algún piercing a la vista y un tatuaje llamativo sobre una ceja. Estuvo en un tris de darse la vuelta. Pero ya la multicolor se le echaba encima estrechándole las dos manos como si existiera entre ellas algún tipo de confianza.

 

         -Sabía que no me equivocaba contigo. ¿Nos sentamos en aquella mesa suficientemente apartada?

 

No fue necesario contestar porque ya alcanzaba la mesa. No pudo por menos de seguirla y sentarse frente a ella. Enseguida acudió una camarera que tomó nota de un café sólo y un té verde que tardó poco en servir.

 

         -Pues tú me dirás que te interesa saber.

 

         -Realmente conocemos casi al detalle los hechos del ataque salvaje que sufriste. Pero me gustaría que me pudieses comentar tus sensaciones, si te sentiste muy humillada, por ejemplo. Eran fieras sin duda, como suelen comportarse habitualmente los machos y …

 

         -Oye, oye, no generalices. Todo lo contrario, los hombres de mi vida son extraordinarias personas. Y realmente, en veintiséis años tan sólo he sufrido esta mala experiencia con hombres. Aunque es verdad que su comportamiento no fue humano sino tremendamente salvaje.

 

         -Bueno, yo diría entonces que, aunque parezca incongruente, has tenido suerte. O quizás no hayas sido consciente a lo largo de tu vida de la sumisión a la que te has visto sometida siempre. 

 

         -Mira, no insistas. Soy una persona afortunada sin duda. Tengo una maravillosa familia, amigos y vecinos estupendos y en mis estudios y mi trabajo jamás me he sentido discriminada por mi condición de mujer. Lamento mucho que disientas, pero lo cierto es que no soy modelo de mujer maltratada en absoluto, salvo claro está, el horrible episodio del que me dices conocer bastante. Sinceramente, no me explico cuál es tu intención en esta entrevista.

 

         -Digamos que ha querido la casualidad que no te hayas sentido violentada por esta sociedad de mierda, con perdón. Por cierto, ¿estas bien asesorada para fulminar a esos criminales? Además de la revista, pertenezco a una organización bravamente luchadora por los derechos de las mujeres. Tenemos importantes ayudas estatales que nunca son suficientes. Quizás puedas tú ayudarnos en esto.

 


         -Vamos a ver, no insistas. Veo clara tu intención y tengo que decirte que no puedo estar más en desacuerdo con tus planteamientos. Además, no puedo evitar la sensación de que no has sido franca conmigo. Y eso, no lo admito. Se nos agotó el tiempo.

 

Se levantó sin despedirse, le hizo una seña a la camarera para que le anotase el importe de las consumiciones y salió a la calle. Jamás volvió a saber de Irene Sumita. Pero se reprochó la estupidez de haber cedido a encontrarse con una desconocida que, como mínimo, estaba como las maracas de Machín.

 

Los atacantes lograron salvar la vida, pero con secuelas muy considerables. Pasaron a disposición judicial tras muchos meses detenidos en el hospital. 

 

La juez de instrucción, escuchado el testimonio de Pedro y de Candela y visto el atestado de la guardia civil, apreció legítima defensa y resolvió no investigar a Pedro.

 


Los olivos lucían esplendorosos acompañando el resurgir de toda la familia. 

 


Y Némesis descansó en el Olimpo.

 

 

17-10-23

 

 

CM