viernes, 12 de septiembre de 2025

 

¿VIVIMOS EN UN SUEÑO?

Pues toda la vida es sueño

y los sueños, sueños son

(Calderon de la Barca)

               

 





Parménides, Platón, Descartes, Zhuang Zhou o Bertran Russell, son algunas de las mentes privilegiadas que dudaron de que la realidad no fuera otra cosa que una ilusión, ¿vivimos en un sueño? 





Si soñé ser una mariposa, pero al despertar no sabía si era un humano que soñaba ser mariposa o mariposa que soñaba ser humano, ¿soy un humano o una mariposa? Podría ser que la realidad que percibimos sea un sueño o una ilusión. O a la inversa. La duda hace que se difumine la diferencia humano-mariposa. Un idealista mantiene que el mundo de la materia es una apariencia carente de realidad, mientras que lo ciertamente real es la Mente o el Espíritu. O, cuando soñamos percibimos experiencias que parecen reales, pero son ilusorias, de la misma manera que el mundo sensible es una sombra, una ilusión, de la verdadera realidad. 





O las experiencias sensoriales son engañosas y no proporcionan un conocimiento certero del mundo físico. No es posible estar totalmente seguro de si uno está despierto o soñando en un momento dado. 





O el Ser (la realidad) es lo único que verdaderamente existe, mientras que el No-Ser (el sueño, el mundo sensible) es una ilusión engañosa que no conduce a la verdad.

 

La reflexión me lleva a que entre cuantos me conocen mínimamente, es muy posible que haya tantas imágenes de mí cuántos sean todos ellos. ¿Seré yo mismo un sueño? ¿Serán ellos lo que creo que son? La duda.

 

Lo cierto es que, ante una misma escena visual, unos la perciben con horror, otros con indiferencia y otros con satisfacción. ¿Cuál sería la escena real? Parece que, sin duda, para cada uno será la que su personal percepción le marque. Como la percepción tiene una composición compleja (cultura, estado de ánimo, … y un etcétera enorme), las realidades pueden llegar a ser ilimitadas. Se podría llegar a la conclusión de que la escena carece de realidad unívoca ya que, muy al contrario, el proceso cognitivo mediante el que “interpretamos” la información es estrictamente individual y personal en su pureza, aunque diversos factores compartidos (edad, sexo, formación, religión, etcétera), permitan agrupaciones aproximativas por un mayor grado de coincidencia en las percepciones. Cuanto más numerosa sea la agrupación de percepciones hará que la imagen visual compartida sea más efectiva (positiva o negativa), o menos. Si es potentemente efectiva puede incluso llegar a formar uno o varios Espíritus Colectivos.

 

Si nos abrimos a imágenes de otros sentidos la cosa se complica. De más a menos grado de coincidencia estarían oír, oler, gustar y tocar.





Y muchísimo más se complica si la percepción se forma en cada mente desde la imaginación. Tal es el caso de las imágenes e ideas que nos formamos desde la lectura o desde la música o desde la palabra. Unas y otras carecen de corporalidad física externa, en todo o en parte.

La imagen formada desde la palabra es más objetivable, aunque no existe una total coincidencia entre lo pretendido decir por el orador y lo escuchado por el oidor (en esto los políticos profesionales son de traca).

La música es una herramienta formidable de emociones, por lo que activa los más variados sentimientos y, por ende, con un grado diverso de coincidencia con el autor, aunque muy a menudo la audición es grupal, lo que facilita grandemente un clima de emoción colectiva.

La lectura es una actividad estrictamente íntima, individual. Tengo dicho que, de los actores de un libro, el más excitante es el lector, porque, leyendo el mismo libro, cada lector lee, crea, un libro distinto. Sin embargo, se produce una especie de milagro cuando la potencia del autor es tal que los múltiples libros que se generan en la imaginación de los lectores llegan a producir una especie de emoción colectiva. Por eso los libros siempre han sido peligrosos enemigos y han sido históricamente combatidos por quienes sólo buscan la esclavitud y el sometimiento a su dominio de los otros (muy propio también en el ámbito político). Algún político significado lo manifiesta con claridad meridiana cuando anuncia que “construirá un muro” que separe a los otros, a los “apestados”.

 






Llegados a este punto, quizás Sánchez (y Putin, y Trump, y …) no sea otra cosa que una “ilusión engañosa” que no conduce a la verdad. El gravísimo y real problema estriba en el inmenso daño que puede causar a un pueblo entero sin que una gran parte del mismo pueblo sea consciente del horror o, incluso, considere que es satisfactorio (aunque su “maná” no le alcance).

 

CM

12-9-2025

 

 


sábado, 6 de septiembre de 2025

DOÑA JUSTICIA, DON TANCREDO,

EL DEFENSOR TRAVESTI Y

EL BELLACO MAMACALLOS

 




Con toda pompa y boato se celebró ayer la Apertura Solemne del Año Judicial. Atavíos propios para tan protocolaria ocasión, togas y puñetas y rostros graves, por el acto en sí y por su muy peculiar circunstancia.





Para tal ocasión, al Rey, Jefe del Estado, se le cede el Gran Collar de la Justicia como representación de la potestad jurisdiccional. Tal joya fue donada hace 180 años por la reina Isabel II y está formado por 18 eslabones alternados por un libro de justicia atravesado por una espada y además una balanza y un medallón con un ojo simbolizando la fuerza de la justicia.





El Rey, más don Tancredo que nunca, abrió el acto. Su rostro grave rozaba disgusto y enfado. Sufro pensando que, a fuerza de representar al Tancredo, pueda él llegar a convertirse en indiferente o falto de conciencia del peligro como tal personaje aparenta ante un toro bravo. Y yo creo que el peligro existe, ¡ya lo creo que existe!

 





Inmediatamente cede la palabra a quien representaba ayer el esperpento: el Defensor máximo de la Justicia transvestido a Procesado (investigado) por la Justicia por la posible comisión de un acto delictivo. Adujo el tal que comparecía allí porque “cree en la Justicia, en sus Instituciones, en el Estado de Derecho, en la Independencia del Poder Judicial, en los principios de Legalidad e Imparcialidad y, por supuesto, en la Verdad”. ¡Pero hombre!, con tal abundancia de creencias y estando como está en su estado procesal investigado por un delito, ¿qué diantres pintaba en semejante acto? Ya nos advirtió con contundencia Sánchez que se trata de “su empleado” y, por tanto, a los ciudadanos nos usurpó al Gran Promotor de la Acción de la Justicia. Sólo cabe, por tanto, que se “colase”, haciéndose pasar por lo que no es.

 





Afortunadamente correspondió el turno siguiente a la intervención de la Presidenta del Tribunal Supremo y del Poder Judicial. ¡Y salvó el solemne acto! Carece de donosura, gracia, donaire, entonación y elocuencia. Sin embargo, la Presidenta expuso con rotundidad:

“son inoportunas y rechazables las descalificaciones a jueces por parte de los poderes públicos porque socavan de forma directa la confianza en la Justicia.

La Independencia Judicial no es libre arbitrio, es precisamente que nuestro único marco de referencia es el Ordenamiento Jurídico.

Pido lealtad institucional.

Esta presidencia se esforzará por alcanzar el Consenso.

La Justicia está llamada a tener un papel Imparcial. Mi compromiso es ejercer mi misión con Independencia.

La Democracia no puede funcionar si los ciudadanos no confían en las Istituciones.

No es propio del Poder Judicial entrar en polémicas, pero sí vamos a defenderlo.

La sociedad no merece que los poderes públicos entren en descalificaciones”.

 

Gracias a Dios no había turno de palabra para el que ocupa el puesto de Ministro de Justicia, un bellaco mamacallos qué es otro que desconoce cuál es el trabajo por el que le pagamos pero que procura atender sumisamente a quien aún le paga con nuestros dineros.

 





En resúmen, puro relumbrón, oropeles y fruslerías, salvados por una lúcida y clara definición y defensa de aquellos a quienes tenemos encomendada la administración de la justicia (¡nada menos!) por parte de quien preside su institucion con una muy loable solvencia intelectual.

 

CM

6-9-2025

 

miércoles, 3 de septiembre de 2025

 INTELIGENCIA ARTIFICIAL






“Cuando ya no creemos lo que vemos: la era de la sospecha visual. ¿Es real? ¿O alguien ha decidido mejorarlo o idealizarlo con un algoritmo?  La duda es suficiente para corroer la credibilidad. El cambio más profundo es quizás la pérdida de la inocencia visual. Todo puede ser sospechoso de manipulación o de síntesis digital. La autenticidad se convierte en un bien escaso, casi de lujo.” (Enrique Dans, profesor de innovación en IE University)

 

A las interesantes reflexiones del profesor Dans yo me atrevo a extender los efectos de la IA a todos los sentidos. Alguno (oír) ya he comprobado personalmente que roza la perfección. Pero ¿y las emociones y sentimientos; también se podrán reproducir (o crear) artificialmente?

Algunos especialistas en neurociencia (p.e. Miguel Angel Gago) creen que “la capacidad regulatoria sentimental y de los estados de ánimo y la comprensión de expresiones faciales y gestuales con origen emocional y también los procesos de introspección para la autoconciencia y los de interocepción (percepción y comprensión del estado interno de nuestro cuerpo) de estados corporales, son entrenables.”

 





La capacidad de mejora mediante el entrenamiento empieza a parecerse bastante al proceso de mejora en “el conjunto ordenado y finito de operaciones que deben seguirse para obtener un objetivo (p.e. una receta de cocina) o para resolver un problema (programa de ordenador)”, o dicho con una sola palabra, un algoritmo.

 

Las combinaciones de algoritmos o sistemas informáticos que pretenden crear máquinas que imiten la Inteligencia Humana no son cosa distinta que lo que vulgarmente conocemos como Inteligencia Artificial (IA).

 

Un corto salto imaginativo nos lleva así a la conclusión de que una repetición suficiente o entrenamiento en un universo de algoritmos debería posibilitar que las máquinas dispusieran de emociones y sentimientos controlables por las mismas máquinas. No encuentro obstáculo insalvable para ello.

 

Apenas iniciado el vuelo de nuestra imaginación, la “carne de gallina” o los “pelos de punta” parecen inevitables ante el posible desarrollo de la inteligencia de las máquinas.





En 2010 se dio a conocer el “Basilisco de Roko”, un juego mental en que el ser humano crea una poderosa máquina de IA con el objetivo de que busque el bienestar en toda la humanidad. Pero como la máquina está programada para “hacer el máximo bien posible”, la búsqueda es infinita, entra en un bucle que la conduce a una “decisión extrema”. En su desespero por hacer el bien, la máquina comienza a comportarse como un “basilisco”: identifica a todos los que no han colaborado en la construcción de la máquina para conseguir un mundo mejor y … ¡los mata!

 





No vi la entrevista que en TVE1 le hicieron a Pedro Sánchez porque mi televisor amoroso me cuida mucho y hace tiempo prescindió de TVE. Pero si vi fugazmente alguna imagen del gachó en informativos de los horrendos incendios y ahora en algún plano de la dicha entrevista. Está físicamente como unos zorros. Y, si a ese le quitas el físico, ya me dirás en qué queda. Después caí en la cuenta: es una víctima meritoria del “Basilisco de Roko”.

 

Claro que, por la pérdida de la inocencia visual y por la extrema rareza de la autenticidad que vinieron de la mano de la IA, me planteo:

- ¿Existió un Sánchez “auténtico”?

- ¿Fue siempre un artificio?

- ¿Nació el “Basilisco” para ocuparse de él o, primeramente, de Zapatero?

 

Es evidente que el uso la IA, como cualquier tecnología, puede ocasionar el mal, pero, sobre todo, puede hacer mucho bien. Y puede que lo que la Inteligencia Humana no supo hacer, lo resuelva la Inteligencia Artificial en un decir Jesús.

 

CM

3-9-2025