viernes, 18 de abril de 2025

 ENTRE LAS MOIRAS

 





El momento cumbre de los humanos (como del resto de especies animales), es el Nacimiento, la irrupción en la Tierra. Se abre un inmenso y desconocido mundo de posibilidades. Y de casi total incertidumbre. Al nacer sólamente tenemos una certeza, una única certeza: llegará un final, la Muerte. ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Cómo?; para ninguna pregunta hay respuesta, gracias a Dios (a mi parecer). Sólo será.

Naturalmente que la cuna y lugar del nacimiento va a condicionar, de forma muchas veces brutalmente incomprensible, cómo se desarrolle la vida. Sea cual sea el lugar y circunstancia, la libertad destaca como una condición esencial para el desarrollo personal de la vida terrenal.

Pasan años, incluso muchos años, hasta que las personas tomamos conciencia de la finitud de la vida, de la certeza única de la muerte.






Después de esta vida en la Tierra, ¿existe otra vida? Muchos creemos que sí existe una vida eterna. Algún amigo me ha preguntado cómo me imagino esa otra vida. La verdad es que no tengo idea, como no la tengo de cómo era el mundo anterior al inicio de mi vida terrena. Pero sí creo que la bondad, el recto y buen comportamiento aquí, me conduce a una vida plena allá donde me esperan tantos seres queridos. Claro que no creer en ello no exime del recto y buen comportamiento en la vida terrena. A tales efectos, la obligación es la misma para unos y otros, es natural.

 




Los sabios de la Grecia Clásica (y de la Antigua Roma después), identificaron con lo misterioso de la vida a tres deidades femeninas: Las MOIRAS en Grecia (PARCAS en Roma). Eran las hilanderas (del hilo de oro de la vida), dueñas del destino. Sus quehaceres estaban totalmente especializados: Cloto hilaba la hebra, Láquesis asignaba la extensión del hilo (la duración del tiempo) y Átropos lo cortaba llegado el momento de que alguien muriera.





Es natural que, con el tiempo de vida terrena que llevo acumulado, sea muy consciente de que mi hilo se aproxima a Átropos. Aunque no sea un tema que haya acaparado mi atención. Hasta que unos recientes sucesos han hecho que gire entorno a tan transcendental cuestión.

Todo comenzó unos dias antes de mediado el último mes de octubre: una queridísima persona de mi pequeña tribu afrontó una lucha final contra una grave afección. Perdió esa lucha y ganó la batalla definitiva. Su semblante difunto reflejaba la paz que sólo proporciona el amor.

Muy recientemente (con distancia de treinta y dos días), otras dos personas de nuestro clan han visto cortados los hilos de oro de sus vidas. Un rostro, reflejando el sosiego de haber acabado una larga y cruel lucha. El último, transmitiendo aún los dolores propios y ajenos padecidos y su rebeldía natural. En ambos casos, la soledad familiar me ha puesto en la necesidad de atender las demandas que surgen tras la muerte.





Aunque los procedimientos post mortem se han aligerado sustancialmente de cargas simbólicas asociadas a lo lúgubre y tenebroso, siguen proporcionando una cierta asfixia en momentos en que los ánimos se encuentran especialmente sensibles y débiles. A pesar de la ayuda enorme de los buenos profesionales que intervienen, de los generosisimos apoyos de alguna persona sensible, afectuosa y eficaz y la compañía inestimable de quienes nos quieren.





Coincidiendo con una de esas últimas defunciones saltó la noticia de la de Mario Vargas Llosa, que, por las circunstancias, he conocido con retraso. Uno de los principalísimos genios de la literatura que más satisfacciones han prestado a mi lectura. Un portento. Una sensibilidad excepcional encapsulada en un lenguaje brillante, vivo, creativo, cautivador. Un gran hombre comprometido con la causa de la Libertad. Algo pude aportar a la difusión de su obra: ¡qué orgullo! ¡Es tanto y tan grande lo que le debo! Descansa en paz Mario Vargas Llosa.





Termino hoy cuando rememoramos y celebramos la Pasión y Muerte de Jesucristo, especialmente hoy, Viernes Santo, en que permanece sepultado. Pasión y Muerte que se justifican por el Amor, por el que nos entregó y por el que nos enseñó a practicar entre nosotros.

De todo ello celebro hoy la gran fiesta del Amor y la Esperanza.

 

CM

18-4-2025


No hay comentarios:

Publicar un comentario