Mi amado Mauricio me ha reñido por mis escritos pesimistas (las reprimendas de Mauricio son tan afables y cariñosas como él). Me decía que tiene desbordado su cupo de pesimismo. Que ya no soporta tanto telediario negativo, tanto periódico desesperanzado. Tanto politicastro metemiedos.
Pienso que haber dejado el mundo adulto y caminar decidido hacia la vejez estimula mi melancolía con toda certeza.
Tristeza y melancolía se hayan estrechamente relacionadas aunque no sean la misma cosa: la melancolía lleva aparejada la tristeza y la persistencia en la tristeza conduce a la melancolía.
He releído a algunos insignes pensadores para ayudarme en mi meditación. Saco pequeñas pinceladas de sus aportaciones.
Algunos pensamientos sobre el pesimismo:
El pesimista es un optimista bien informado.
El pesimista es un optimista que se cansó de serlo.
Horacio, en sus Odas, incluye este verso: Carpe diem quam minimum credula postero :"Aprovecha el día y no confíes en el mañana". Anima a vivir el momento actual ante la perspectiva de la muerte inminente.
Schopenhauer: como el deseo produce insatisfacción, la vida toda no es sino dolor. Para remediar ese dolor sólo existen remedios efímeros, como la ciencia, la erudición y el arte, pero sólo la superación de la voluntad de vivir conduce al fin del dolor y el descontento.
Hoy todo va mal , y según pasan los días será peor, hasta que venga lo peor de todo.
La vida es tan corta, insegura y fugaz que no vale la pena hacer un gran esfuerzo.
El único error innato que albergamos es el de creer que hemos venido al mundo para ser felices.
Kierkegaard: “Hasta donde alcanza mi recuerdo, mi única alegría consistía en que nadie pudiera descubrir lo desdichado que yo me sentía”.
Bataille: “La impresión que tenía de habitar un mundo en el que yo estaba en la situación de un extranjero”
Una persona pesimista es también depresiva, criticona, disconforme y quejosa. Su filosofía de la vida es negativa, cree que las cosas siempre empeorarán.
Conforme navegaba por tan funestos pensamientos sentía cómo se me encogía el alma. Y ciertamente me reconocía en algunos aspectos. Me quedé horrorizado. ¡Tiene razón Mauricio! Me siento igualmente asfixiado por tanta angustia ambiental. Repaso mis escritos y descubro en muchos de ellos rechazo y amargura. ¡Me riñe con razón!
Acudí rápido a refugiarme en las reflexiones de un pensador optimista:
Bertrand Russell |
Bertrand Russell:
“Todo placer que no perjudique a otras personas tiene su valor”
“La felicidad básica depende sobre todo de lo que podríamos llamar un interés amistoso por las personas y las cosas”
“El entusiasmo me parece el rasgo más universal y distintivo de las personas felices”
“Las aficiones muy especializadas son una fuente de felicidad menos satisfactoria que el entusiasmo general por la vida”
“En la buena vida debe existir equilibrio entre las diferentes actividades y ninguna de ellas debe llevarse tan lejos que haga imposible las demás”
“La pérdida de entusiasmo en la sociedad civilizada se debe en gran parte a las restricciones a la libertad”
“El sentirse amado fomenta el entusiasmo más que ninguna otra cosa”
“Una buena vida es aquella inspirada por el amor y guiada por la inteligencia”.
"Un aspecto en el que es necesario atenerse al justo medio es el equilibrio entre esfuerzo y resignación".
¡Pero si me siento amado! ¡Si tengo la fortuna inmensa de sentir el amor de mi familia y de mis amigos! ¡Si tengo la suerte de seguir caminando en la vida! ¡Si estoy rendidamente enamorado de una mujer que aún no cumple cuatro años que también me ama con pasión! ¿Por qué dejarme arrastrar hasta el pesimismo? ¿Tanto me somete el medio?
No se trata de que no haya razones para el dolor y la preocupación: creo que las hay muy sobradamente. Se trata de con qué actitud encararlas. Gracias a los que me aman estoy en la mejor disposición para afrontar nuestra crisis moral, social y económica desde una perspectiva optimista. Realmente no hay razón alguna que nos impida superarla. Básicamente consiste en ponernos a ello con decisión y seriedad.
Jhon Locke |
Aunque la inmensa mayoría de nuestros políticos mundiales (y, desde luego, los locales) sean más un obstáculo que un apoyo. Alguna reflexión realizada en el s. XVII por Jhon Locke creo que tiene una actualidad total: “El gobierno debe ejercitarse con el consentimiento de los gobernados. El hombre o gobierno que ha perdido la confianza de su pueblo carece de derecho para gobernarlo. Nadie tiene derecho a tratar a los seres humanos como meros instrumentos para sus fines”.
Me apunto al optimismo convencido de que sólo desde su trampolín seré capaz de dignificarme humanamente y aportar mi grano de arena a que todos mejoremos. Y evitaré abrumar a mis seres queridos. Gracias Mauricio.