FESTEJO DE LA MUERTE
Se ha generalizado en occidente la fiesta de HALLOWEEN el 31 de octubre.
Originalmente surge como celebración religiosa de vigilia previa a las celebraciones de Todos los Santos, el 1 de noviembre, y Los Fieles Difuntos, el 2 de noviembre. Aunque es posible que se remontase a una fiesta pagana celebrando el final de las cosechas y el inicio de la oscuridad invernal.
En cualquier caso, tiene su sentido más profundo en el recuerdo de los muertos. Pero la fiesta, con su simbología de los espíritus mediante los correspondientes disfraces, emigra en el siglo XIX desde Irlanda a los Estados Unidos de Norteamérica. Los norteamericanos la magnifican y con sus calabazas decoradas y éxito explosivo la reexportan a Europa en el siglo XX muy identificada con una gran fiesta infantil de disfraces, de esqueletos, zombis, fantasmas, brujas y telarañas utilizados como “memento mori” (ajeno a las criaturas), y con el añadido de “truco o trato” que ofrece una transacción para obtener dulces y caramelos bajo la amenaza de hacer alguna travesura.
Aunque también la Asociación Internacional de Exorcistas denuncian Halloween como una “celebración oscura, vinculada a la brujería y el satanismo”, no me parece que, hoy por hoy, tenga que ver con la celebración española.
A España llegó la fiesta con fuerza y enorme interés infantil/juvenil (y comercial) que, yo creo que la entienden como una divertida ocasión de maquillarse y disfrazarse “para meter miedo” y disfrutar de un plus de “chuches”. Aunque algunos adultos se han sumado al festejo, se trata realmente de una fiesta infantil/juvenil ajena a los muertos.
Sí se mantiene entre los adultos, aún muy arraigada, la costumbre de visitar el 1 de noviembre, en los cementerios, los enterramientos de los seres queridos a quienes se honra y ofrece un especial recuerdo. Se limpian y arreglan las tumbas adornándolas con flores. Carezco del dato, pero los vendedores de flores deben concentrar en esos días una parte muy importante de su negocio. Desde los más pequeños pueblos a las ciudades más populosas, se recuerda en sus cementerios a los seres queridos muertos. Creo que aún existen lazos firmes con la religión de forma que, ante las tumbas, muchos rezan rememorando con especial emoción y sensibilidad a los fallecidos.
Yo recuerdo aún que, siendo muy niño, en las proximidades del principal cementerio de Madrid había a modo de merenderos en los que los familiares compartían viandas y bebidas tras visitar los lugares de sus difuntos. Pero creo que esa sea ya una tradición perdida o en extinción (al menos en la cosmopolita Madrid).
En lo personal, he ido asumiendo una fiesta infantil importada, desligada del sentimiento de la muerte, porque he visto que los chavales lo pasan pipa con sus terroríficos disfraces y sus golosinas.
En cuanto a la Muerte, la guardo un profundo respeto por ser el punto final de algo tan grandioso como es la vida terrenal. Para quienes creemos, es un tránsito a otra vida espiritual. De forma que nuestro dolor profundo por la pérdida del ser amado se conforta con la luz que da la esperanza de una nueva vida hasta la resurrección de los muertos y el juicio final.
Y para los muertos paz y respeto, que es en la vida terrena cuando creo que hemos de manifestar nuestro amor o nuestra aversión.
Ni el islam, ni el judaísmo ni el hinduismo celebran Halloween.
Disfruten pues nuestros niños y jóvenes con alegría, limpieza e inocencia su fiesta.
CM
31-10-2025






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