Palomita en su paraíso de El Escorial |
Paloma Martínez López
¿Cambia de vida?
Cuando inicio estas líneas, Paloma se debate entre dos vidas, en la UCI de un hospital.
Hacer una semblanza de Paloma es inaccesible, al menos para mí. Hermana queridísima y, más llamativo, persona queridísima por cuantos han tenido la ventura de tratarla. En su caso es rigurosamente cierto que sin distingos: familia, compañeras de estudios, amigos, vecinos, comerciantes habituales y esporádicos, conserjes, …, ricos y humildes (para ella, todos intensamente ricos). La más entregada al coro de los pajarillos de su bosque que la saludan cada mañana.
La razón de tan general afecto la tienen su humanidad, sus cristalinos sentimientos, su tremenda inteligencia, su ponderación, su extraordinario espíritu de sacrificio, su sentido profundo de la vida y su deslumbrante humor.
Con Luis forma un tándem matrimonial formidable, alargado ya cincuenta años, que fructifica en una prole espléndida, lo más valioso de sus innumerables huellas. Son una pareja vitalista por excelencia, grandes viajeros, con una soberbia capacidad de disfrutar de esta vida.
Todos hubiésemos soñado con tener a Paloma como hermana, como compañera, como vecina, como trabajadora, como persona.
Ha sufrido una salud plena de obstáculos gigantescos. Cualquiera de ellos habría arrugado el ánimo del más voluntarioso. Paloma jamás se arredró y, una tras otra, ha ido venciendo las colosales dificultades, con un espíritu sobrecogedor, más allá de lo humano, con fe ciega en la superación y con sacrificios personales inexplicables. Valiente como nadie, ha afrontado siempre los obstáculos gigantescos con ánimo de vencedora. Y los ha ido superando ante la perplejidad de legos y expertos. Su inmenso espíritu de sacrificio, tenacidad sin límites y enorme fe en la superación le han ido llevando a ganar batalla tras batalla.
Está afrontando ahora el más imponente ataque contra su salud con un corazón muy castigado y deteriorado. Aún así, lucha. Es su sino, y nuestra esperanza.
Desde otra vida seguro que escucha las amorosas llamadas de nuestro querido padre (“Margarito”, le bromeaba ella y él insistía que ella era la “Paulova”) y de nuestra madre adorable. Y tantos otros que la estarán llamando desde esa otra vida por seguir disfrutando de ella.
Nuestro egoísmo nos lleva a rezar para que continúe entre nosotros. Nos asfixia pensar en perder aquí una pieza tan clave de nuestras vidas. Porque nuestras vidas han sido en gran medida como han sido por tener a Palomita.
Santa María, te rogamos, ayuda ahora a Palomita y, así, nos ayudas a todos nosotros.
17-10-2024
CM
P.E.: Ha fallecido.
Profundo dolor de despedida pero con el consuelo de que ya estará junto a tantos seres que la adoran.
¡Aquí nos quedan tantas huellas tuyas! ¡Qué privilegio haber estado tan cerca de ti Palomita! Descansa y disfruta y haz disfrutar en tu nueva vida como lo hiciste en esta.
C.M.
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