LA MICROSAGA FAMILIAR
Desde León, desde Toledo, desde Ávila, desde Lugo. Todos a Madrid. Todos buscando la prosperidad en la gran capital. Todos se conocieron en Madrid. Emparejaron, León con Toledo, Ávila con Lugo. Matrimoniaron e hicieron nido. Procrearon mucho, sobrevivieron sólo una parte, dos y cuatro. Trabajaron y trabajaron. Vendiendo frutas y verduras, asistiendo en casas ajenas, haciendo cuentas para otros. Trabajaron y trabajaron. Sacaron adelante a sus crías: bajo un techo, alimentándoles, vistiéndoles y formándoles. Consiguieron prosperar muy por encima de sus pueblos y aldeas. Nuestros cuatro abuelos. ¡Nuestros formidables abuelos!
Los vástagos primogénitos se formaron, trabajaron y trabajaron. Una extraña carambola de una horrenda guerra les condujo a la intendencia del ejército. Allí se conocieron, se enamoraron y planificaron su futuro juntos. Herederos de la educación, honradez, laboriosidad, respeto, diligencia, responsabilidad, seriedad, formalidad, fidelidad, …, todas las condiciones para que una persona animosa pudiera prosperar decente y dignamente. No heredaron dineros. No lo precisaron. Se casaron y montaron (por los pelos alcanzaron los cuartos) casa en que recogieron a los ancianos progenitores. Procrearon mucho, (¡ocho!), sobrevivimos muchos, (¡seis!). Trabajaron y trabajaron y disfrutaron mucho de la vida. A los hijos nos regalaron más de lo mismo que habían recibido y, además, heredamos sus ahorros. ¡Vaya que prosperaron! ¡Qué distancia sideral de aquellas aldeas y pueblos de los abuelos!
No hemos tenido otro remedio que ser educados, honrados, laboriosos, respetuosos, diligentes, responsables, serios, formales, fieles, …, todas las condiciones para que una persona sea digna y orgullosa de sí y de su tribu. Nos vienen en la sangre. Aunque en el mundo de ahora no se valoren como las mejores armas para prosperar, ¡hemos prosperado!
Desalienta ver las dificultades enormes que tienen nuestros descendientes para prosperar.
A pesar del inconveniente colosal que les supone la intervención de los “progres” (degeneración humana instalada con éxito) mantengo la esperanza de que nuestros herederos consigan seguir prosperando. Aunque, ¡qué penoso lo tienen!
Embobado, veo disfrutar a los hijos de los nuestros, mantienen el legado familiar. Pero me asalta un inquietante pensamiento con el sollozo fácil que nos asoma a los viejos: para seguir prosperando, ¿tendrán que emigrar de su tierra como los abuelos? Pido que no les abandone nunca el Ángel de la Guarda.
9 de enero de 2024
CM
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