jueves, 10 de agosto de 2023

 MNEMÓSINE-LA MEMORIA

 

“La memoria es el don más apreciado de la vida” (Ramón y Cajal).

“La vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda y cómo la recuerda” (García Márquez).

 




Comienzo recordando que en la mitología griega la diosa Mnemósine era una titánide, hija de Urano y Gea (nada menos). Ella representa la Memoria en un amplísimo campo: “sabe todo lo que ha sido, lo que es y lo que será”. A través de los enormes ojos de la memoria podemos evocar el pasado y nos permite a los humanos conocernos a nosotros mismos, organizar el tiempo en pasado, presente y futuro y coleccionar los eventos del pasado. Es decir, un inmenso poder para la vida humana.

 

Además, en la Antigua Grecia, carente de libros, de prensa, de radio, de televisión, de internet, de teléfonos celulares (¡es fantástico que con tales carencias fueran capaces de construir una formidable civilización, fuente de otras posteriores y cimiento de la occidental! Hoy, con todos los dichos medios y una formidable tecnología asistimos a una gravísima degradación de nuestra cultura). Digo que, además, en la Antigua Grecia, tan aparentemente falta de recursos, la transmisión oral era absolutamente clave. La Memoria, Mnemósine, era vital para aquellos griegos.

 


La formidable Mnemósine inventó el lenguaje y las palabras y dio nombre a las cosas. ¡Permitió la comunicación entre humanos expresándonos y entendiéndonos! (¡hoy en España hay gente que pone trabas a que nos entendamos en español, uno de los principales idiomas de éste mundo!). Repito que inventó el lenguaje sin las tecnologías de que ahora disfrutamos y a las que muy frecuentemente nos encontramos sometidos. La dimensión por tanto de la diosa de la que hoy me ocupo era formidable y su poder magnífico.

 


En honor a Mnemósine, frente al oráculo de Lebadía, existía una fuente. Los humanos podían decidir:

         Quedarse con su memoria y beber de la fuente de Mnemósine,

         Dejar en el olvido su pasado y beber de la fuente Leteo.

En la época estaba extendida la creencia de la reencarnación y muchos optaban por “borrar” sus recuerdos al emprender su nueva vida.

 

Encuentro una relación curiosa de tales posturas enfrentadas en la mitología griega con los que hoy se afanan por borrar la memoria colectiva y “crear” una historia acomodada a sus intereses y muy distinta a los reales hechos acaecidos. 

A tal punto que los últimos dos dirigentes pseudosocialistas, Rodriguez Zapatero y Pedro Sánchez, nos han llevado a los españoles a beber de la fuente Leteo y, una vez borrados nuestros recuerdos, a inocularnos una falsa memoria de un cruel pasado: explotó una condenable guerra civil que sangró a España durante tres años, en la que finalmente resultaron vencedores los denominados “Nacionales” y vencidos los llamados “Republicanos”. Penosísimo hecho que quedó cerrado con el triunfo de los primeros y la derrota de los otros. Hasta que los nefastos líderes pseudosocialistas se empeñaron en reabrir la pendencia (tremenda desgracia también para todos los españoles). Con las delirantemente denominadas leyes de “memoria histórica” y “memoria democrática” han hecho lo posible por volver a oponer a los españoles en dos bandos encarnizadamente enfrentados. Para librarse del embuste no basta la tecnología (tantas veces y tan fácilmente manipulada), hay que recurrir a la antigua sabiduría mítica de Mnemósine.

 

El caso es que, aburridos los dioses de los formidables fiestorros de que disfrutaban en el Olimpo, pidieron a Zeus (el Jefe) que hiciese algo por amenizar los jolgorios.


 Para entonces Zéus ya le tenía echado el ojo a una diosa singular, enormemente inteligente, muy bella y muy poderosa: Mnemósine. Urdió un plan para conseguir fornicar con ella: se disfrazó de pastorcillo y se presentó con toda su divina sabiduría y labia a la diosa. Mantuvieron gratificantes relaciones sexuales durante nueve días. Resultado de ello, tras el periodo de gestación, Mnemósine parió en nueve días consecutivos a nueve espléndidas mozas: las Musas.

 



Llegado el tiempo las nueve Musas amenizaron (¡y de qué manera!) las fiestas del Olimpo. Recitaban historias y poemas, relataban los más interesantes episodios históricos, cantaban, bailaban, elaboraban discursos imponentes, desentrañaban los misterios astronómicos y astrológicos. Una verdadera locura para gentes (los dioses) más habituados a valorar las excelencias del intelecto aunque para nada reacios a los placeres eróticos y cachondones que tantos bienes aportan también al alma y al cuerpo.

 


La musa entrañable que me inspiraba ha marchado a chapotear en las aguas marinas para aliviar el fuego bochornoso con que su divino padre ha tenido a bien regalarnos estos días. Al quedar mis decires sin aliento ni amparo, debo suspender aquí mi trova fascinada ante la fabulosa Mnemósine.



PS: de un tiempo acá se están produciendo modificaciones llamativas en el funcionamiento de mi memoria. Es muy fastidioso extraviarla cuando de los sucesos más recientes se trata: “¿cuando dejé aquí mi teléfono?”, “¿Donde puse las llaves del coche?”, “¿cuando me has pedido eso; seguro?”. Por contra, sin pretenderlo, afloran en mi cabeza recuerdos antiguos (de mi niñez, de mi primera juventud) que tenia sepultados en el olvido. Como esto segundo no resuelve las pérdidas más recientes he de decir que resulta enojoso y muy poco práctico. En fin, es lo que hay.

 

 

10-8-23

 

 

CM     

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