domingo, 6 de mayo de 2012

A LAS MADRES ESPAÑOLAS


El ambiente comercial del día (“día de la madre”) me empuja a una pequeña reflexión sobre las madres españolas.
En muy poco tiempo, ha variado brutalmente el papel de la mujer en la sociedad española. Y, en particular, ha cambiado radicalmente su participación en el mundo laboral. Unos pocos datos:
Evolución de la Tasa de Actividad Femenina en España:
           Año           Tasa           U.E.
          1980           28%
          1992           33%           41%
          2000           40%          46,5%
          2012           53,3%

¡En poco más de 30 años la tasa ha pasado del 28 a más del 53 por ciento (casi el doble)! La convergencia con Europa, aun siendo muy importante, aún tiene un camino por recorrer.
Y si comparamos la Tasa de Actividad Femenina con la Masculina (en 2012: 53,3% versus 66,9% la masculina), es aún más contundente que resta mucho camino por andar en la incorporación de la mujer española al mundo laboral.
¿Cómo ha sido capaz la mujer de compatibilizar esa brutal transformación con la maternidad? Dos son las respuestas clave a mi parecer:
      mediante heroicidades épicas personales y
      disminuyendo dramáticamente la tasa de maternidad.
Nuestra sociedad les ha propuesto primero y exigido después a nuestras mujeres un cambio radical de papel: de ama de casa, a trabajadora laboral (sustancialmente por cuenta ajena).
El oficio principal del ama de casa es, en primer lugar, atender a la familia y criar a los hijos, e inmediatamente después, responsabilizarse de toda la llevanza del hogar (compra, cocina, limpieza …), con disponibilidad a tiempo total.
Una muy querida persona, arquetipo de la mujer trabajadora de gran éxito al tiempo que madre ejemplar, me comentaba alarmada que, a lo largo de quince años de ayudarse de sucesivas mucamas para atender a sus hijos, ¡había tenido a alguna a la que ni siquiera había podido conocer personalmente! Terrible, ¿eh?
Más siendo tremendo el problema y los dramas individuales de tantas madres, la cuestión afecta a nuestra sociedad en conjunto. España tiene una Tasa de Maternidad de 1,38: ¡cabalgamos hacia el suicidio demográfico! Ya somos una sociedad envejecida. Pero, si no somos capaces de ponerle remedio, no nos espera otra cosa que la decrepitud.
¿Qué hemos hecho como sociedad para conciliar la incorporación de la mujer al trabajo y su maternidad?: ¡prácticamente nada! Hemos dejado en manos de cada heroína y de sus apoyos familiares la solución del problema. En el mejor de los casos, deseándoles suerte. En los más, ignorando la cuestión como si con nosotros (grupo social) no fuera.
Recuerdo que, en mi empresa, hace más de veinte años me indignaba que, existiendo una fuerte sensibilidad colectiva (por ejemplo) por disponer de un espacio de comedor social en la sede de la empresa, no se percibiese interés alguno por plantear espacios y servicios de guardería infantil. ¡Pero si más del 80% de la plantilla estaba en edad reproductora! Ausencia de sensibilidad social.
Países como Francia emprendieron hace años políticas decididas de apoyo a la familia y a la maternidad. Ya están cosechando sus frutos. ¿Somos más pardillos nosotros?
Aporto aquí mi denuncia y mi aguijón con la ilusión de que en algo contribuya.
Y, ahora, mi mayor reconocimiento y sentir para mi madre y para la madre de mis hijos.

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