martes, 25 de marzo de 2025

         TAMBORES DE GUERRA

 (¡Qué irresponsabilidad!)

 


Desconfío grandemente de los informativos de la tele. Tengo la certeza de que más por sus méritos que por un escepticismo algo enfermizo que me reconozco. Aún así, dedico unos escasos minutos de mi tiempo a ver-escuchar alguna telenoticia que se me antoja algo menos manipuladora. Hoy he escuchado que el corazón burócrata de la (des)Unión Europea nos azuza a los ciudadanos “socios” a prepararnos para la guerra con urgencia (¡qué irresponsabilidad, Dios mío!): debemos de aprovisionarnos de todo lo básico para una larga temporada de escasez bélica, agua potable, conservas, papel higiénico (¡un clásico!), … ¡La guerra está a la vuelta de la esquina!, advierten desde “Bruselas”. Desconfío aún más, mucho más, de “los de Bruselas” que de nuestras telenoticias.

Se que, cuando mañana vaya a la compra diaria, ya encontraré los anaqueles semivacios, carros de compra a rebosar, urgencia, malos modos, histeria. El hormiguero enloquecido, frenético y agresivo. Acopio para…, ¿cuánto durará la guerra, más de una semana, de seis meses, de quince años? Imposible medir el sobrealmacenaje más allá de la capacidad del super.

¿Y luego? Mi exiguo informativo no da, por descontado, ninguna pauta. Tampoco disponemos de líderes con una mínima capacidad para ilustrarnos y, aún menos, para encauzarnos. Aquí no hay. Mucho menos para gestionar una situación de guerra.





Ya hace tiempo que leí en el espléndido “Laberinto Mágico” de Max Aub que las guerras las deciden unos pocos, las hacen muchos y las sufren todos (menos unos pocos). Yo jamás la decidiría, mi edad es inadecuada para hacerla, así que formaría parte del tercer inmenso grupo. En las mismas andan mi mujer, hermanos y casi todos los amigos. Pero ¿dónde encuadrarían a mis hijos, a mis nietos, a los de hermanos y amigos? ¿Les obligarán a hacer la guerra?

Sin embargo, todos los pueblos deben estar siempre preparados para la guerra. Creo que es la primera de las premisas para evitarla. Y, la segunda, que siempre existen humanos visceralmente bélicos con opciones a alcanzar el poder suficiente. También los que entienden que “la libertad consiste en mear donde me dé la gana, cuando me dé la gana” (personaje de El Laberinto Mágico).





Llegados a este punto, multiplico al infinito la importancia de que en épocas de paz sepan los pueblos dotarse de los líderes más humanos, sensatos, preparados y entregados con limpieza, lealtad y entrega a la procura de fomentar la convivencia de mejor calidad. La que respeta y defiende la dignidad humana del diferente y facilita que los unos y los otros convivan y colaboren. No otra cosa es defender la paz y la concordia. “Nos conviene que haya tensión (discordia)” se le escapó decir a un líder descerebrado, trabajador efectivo para la guerra. Los pueblos que se dejan liderar por semejantes monstruos son “carne de cañón”. Igual que los incendios se previenen y trabajan en el invierno, las guerras se previenen y trabajan en la paz.

Con mi más profundo deseo de que se trate de una imperdonable bufonada de la tal Europa oficial, coreada sin matices por los “noticieros” de nuestra tierra. Pero …

 

CM

25-3-2025


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