LOBEZNO
Ya han aparecido las primeras nieves en las cumbres españolas. Ese fondo blanco, limpio y brillante permite visualizar mejor las móviles manchas oscuras de los lobos.
Desde hace un tiempo existe en nuestros campos una manada muy singular. Liderada por un macho “Pi” (a menos de medio camino de alcanzar “Alfa” por falta evidente de condiciones nobles) y una hembra “Beta” (astuta, pero sin pedriguí ni méritos bastantes para ser “Alfa”).
La falta de las más elementales condiciones honorables para ocupar el liderazgo de la manada las suplió con una crueldad inaudita, “la destrucción del adversario y la aniquilación del que discrepa y piensa diferente”. Tal es el líder “Pi” de la manada.
Estos indeseables cabecillas fueron degradando al grupo que, perdida cualquier dignidad, se convirtieron en meros carroñeros, buscadores de la basura más putrefacta. Ya no eran ni lobos.
Pareció un día abrirse una luz de esperanza regenerativa cuando Lobezno adoptó una inusitada postura intrépida y audaz, contrajo los belfos y mostró los colmillos amenazantes al macho “Pi”. No es que no estuviera contaminado del grupal comportamiento, pero un fondo de dignidad innata le llevó al inesperado enfrentamiento. Quizás pudiese descabalgar al jefe y dirigir al grupo a su redención, a su naturaleza de lobos dignos.
De la primera embestida feroz del líder quedó lobezno sometido y humillado. Pareció no encontrar apoyo alguno en la manada; ¿tan engolfada o atemorizada estaba?
Al suceso aún le quedaba el epílogo. O muerte o liberación.
CM
28-11-2024
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