RÉQUIEM DE MOZART
Lacrimosa diés Illa qua resurget ex gavilla judicandus homo reus (lagrimoso el día aquel en que resurgirá de la ceniza el hombre acusado).
Ayer, con nocturnidad, nos robaron una hora del día. Nunca he llegado a entender los beneficios económicos de esos cambios de horarios. Pero seguro que nos causan trastornos de adaptación. Sea como sea nos robaron una hora.
Pero yo tuve una extraordinaria compensación: mi querida Mónica me había regalado por mi reciente cumpleaños un concierto organizado por Candlelight que interpretó magistralmente el cuarteto de cuerda Matrice del “Ave Verum” y el “Réquiem” de Mozart.
Me recogió Monica en casa, donde dejó a la pequeña Aliona “cuidando” a la abuela Mily (lo que hizo a la perfección; está muy conectada con ella y su salud). A una hora propicia para la condensación de coches regresando a Madrid, milagrosamente tanto la carretera como el recorrido por la ciudad soportaban una circulación bastante fluída. En el aparcamiento de Velázquez, plazas de sobra a elegir, a la misma puerta. Fuera, la espaciosa calle flanqueada de majestuosos edificios y elegantes comercios. Las aceras pulcramente limpias y ,a esa hora, con escasos paseantes. Pocos coches circulando. En fin, todo propicio para disfrutar junto con mi entrañable compañera de una especialísima tarde de domingo.
La ligera merienda en el hotel estupenda, con el impecable servicio que comenté, regio mantel y grandes servilletas de un hilo blanco puro, vajilla cálida, cubertería de calidad, pastas y bizcochitos gustosos y unos apetitosos emparedados nos calentaron los sentidos para lo que venía a continuación. Mientras, Mónica me puso al día de parte de sus trabajos y proyectos importantes. Gozan de rigor y profesionalidad en su fondo y en sus presentaciones sugestivas y en todos aparece su explosiva creatividad y su originalidad sorprendente. No sobran las ocasiones en que puedo aproximarme a su desbordante trabajo. Un deleite.
El Réquiem fue la última obra compuesta por el formidable Mozart. A su muerte (5 de diciembre de 1791) dejó la obra inconclusa que terminó después su alumno Süssmayr, siguiendo precisas indicaciones del genio. Mozart, ya muy enfermo, debilitado por la fatiga de la enfermedad vertió en su última obra los sentimientos íntimos de su decrepitud y su inminente fallecimiento. Transmite así el Réquiem unas ondas emociones que se corresponden con el recuerdo y la despedida: las escuchas con el corazón.
Los dos violines, la viola y el violoncello ajustadamente armonizados vibraron acordes con la bellísima Misa de Requiem. La versión que disfrutamos fue la adaptación para cuarteto de cuerda realizada por Peter Lichtenthal (1780-1853). Desprovista de la escritura coral y orquestal, torna en una música intimista y desacralizada, convertida en música de cámara con valor propio.
Espléndida tarde primaveral de domingo. Sólo por eso ya merece la pena para que me esfuerce por alcanzar otro cumpleaños y aspirar a otro regalo parecido. Muchas gracias.
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