MI
CÁNCER Y MIS GENTES
Todo
empezó por una hemorragia rectal. No me preocupó en demasía porque
los resultados de la colonoscopia de apenas diez meses antes nada
malo indicaban. Pero acudí al sabio cirujano que tanto influyó en
salvarme la vida hace menos de un año. La nueva colonoscopia fue
fatal y determinante: un tumor de tres centímetros y muy mal aspecto
exigía pronta cirugía. Preparativos inmediatos y ..., operación:
hemicolectomia izquierda. O sea, corte de cuarenta centímetros de
tubo de la bajante y empalme con el recto.
La
intervención creo que fue bien. Del quirófano a la UCI, experiencia que
a nadie recomiendo porque hay allí una concentración de dolor,
gente maltrecha, frío y sórdido ambiente que desanima a un cuerpo
herido y atribulado hasta decir basta. Tan sólo el efímero pero
vital alivio de ver y tocar a mi queridísima mujer y a mi amado
hijo. Sus caras relajadas y desbordadas de amor me llevaron el
sosiego que yo no encontraba. Noche eterna entre malas ensoñaciones
y malestares.
Que
te regresen a planta es como el inicio de vuelta al hogar: ¡allí
estaban los míos recibiéndome como a un héroe! La delicada salud
de Mily hizo recaer en Carlos la dura parte nocturna del
acompañamiento. Ambos han sido los arbotantes de mi recuperación.
Mi nuera María, a su vez, me apoyó animando eficazmente a su
marido. Mi queridísima nieta me enviaba consejos telefónicos para
que, si la pupa de la tripa era grande, me pusieran dos tiritas. Me
regaló un precioso muñeco confeccionado por ella. ¡Ay mi nena!
Aparecieron
mis hermanos, de nuevo como una piña, transmitiéndome su fuerza y
su ánimo. Quique desde Sevilla y Bea desde Alicante viajaron para
darme su abrazo y su sostén. Fátima se volvió a convertir en la
jefa amorosa de la logística hospitalaria y arrastró con ella a su
tribu encantadora. Mi querida Paloma, con los suyos, estuvo siempre a
pie de cañón y asumieron la logística de desplazamiento, todo
dulzura y eficacia. Y Mari seguía atentamente día a día mi
evolución desde su lejanía coruñesa.
En
mi hijo he descubierto (sí, descubierto tras más de cuarenta
años) una solidez, una fuerza espiritual y una claridad y
determinación que han sido claves para el inicio de mi recuperación.
En buena parte debo a su tesón el haber comenzado a dormir más de cuatro
horas diarias a las que vivía condenado desde el inhumano zarpazo
sentimental que sufrí hace meses.
Con
un bello ficus bonsai lleno de simbolismo para mí me llegó el ánimo
de mi leal y querida Gemma. De mis queridísimos amigos Antonio,
Andrés, Miguel Ángel, Mauricio, Ignacio, Gonzalo, Federico, Carlos,
Jesús, recibí esos abrazos entrañables y reparadores. De tantos y
tantos otros su constante atención y preocupación permanente.
Mi
cuñada Amparo nos ofreció un soporte completo de logística siempre
con la sonrisa en la boca. Mily no hubiera podido soportarlo sin su
crucial ayuda. Y Carmen, la menor de las hermanas, se volcó en darnos
cobertura una vez de regreso a casa con total entusiasmo y
resolución. Ambas han sido un soporte fundamental y muy reconfortante.
Ahora
espera una lenta y larga recuperación. Es cosa de paciencia. Sobre
todo para mi amor que tiene que soportar todas mis miserias, mis
histerias y tropezones. Seguiremos juntos, hombro con hombro, como
siempre, hasta remontar totalmente esta dura experiencia.
El
cáncer estaba muy localizado y se quedo en el tubo que cortaron. En
el jardín de casa se asoma ya la primavera con una explosión
esplendorosa de las celindas. ¡Vamos a vivir la primavera!
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