En el paseo marítimo, en la playa y en
la pequeña villa de Ribadesella han comenzado a aparecer grandes claros: se esfumó la muchedumbre y vuelvo a tener la impresión de poder
pasearlos sin entrar en obligado conflicto de espacios. Conflicto
incómodo especialmente porque una parte no desdeñable del gentío
da constantes muestras de burricie y falta de respeto propio y ajeno del que animan a participar activamente a sus rapaces,
bastantes de ellos extraordinarios en el grito, los juegos agresivos
y vocingleros (como los de algunos primates enjaulados) y
escrupulosos en el maltrato a sus hermanos, padres y abuelos. Lo que
de ellos podemos esperar los que no somos del círculo familiar es
fácil de pronosticar y, para mí, imposible de soportar.
Aquí se repitió una concentración
formidable de gentes en agosto. Espectáculo dantesco el que entreví por las rendijas de
mis muy prudentes aproximaciones. Y muy sorprendente: ¿desapareció
la crisis económica durante esos días? Y muy preocupante. A cierto
nivel de incivismo y de festejo de la brutalidad no hay recuperación
que aguante. Acucia salir de la inmensa crisis económica. Pero
creo que con ciertos patrones de conducta no es posible aspirar a una
sociedad desarrollada (tampoco, desde luego, salir de la crisis
económica).
Es cierto que no se precisan muchos
brutos en un colectivo para que el conjunto parezca brutal. Pero
seguro que una de las razones para que esto sea así se debe a que la
gran mayoría carece de conciencia colectiva y duda (o se avergüenza)
de su propia cultura social. ¿O carece de ella?
No puedo creer que
los españoles hayamos perdido en pocos años nuestra cultura de
convivencia: la que daba prioridad a embarazadas y ancianos o la que llevaba a barrer y fregar
cada mañana el trozo de acera correspondiente a la humilde y pulcra
fachada de la casa en el pueblo. El común de esas y otras
cientos de pautas de conducta es el respeto por uno mismo y por el otro, la
preocupación de asociar la imagen propia con la delicadeza, y el
deseo de ofrecer a los demás aspecto de orden y limpieza.
Un concepto de la libertad
necesariamente ligado a la vida en sociedad y, por ello, sujeto a
unas normas de comportamiento dirigidas a hacer más fácil y
placentera a todos la vida en comunidad. Y, más allá, el
reconocimiento a los que nos precedieron y a quienes llevan en el
volumen de su vientre la evidencia de la conservación de nuestra
especie.
Aunque
consiguiésemos reconducir la situación actual a la idea de que sean
algunos de los mejores los que se ocupen de la cosa pública (una
descerebrada que vive de la política llegó a decir que lo público
no es de nadie; luego me lo puedo
apropiar con todas las de la ley o destrozarlo impunemente) y consiguiéramos tener a gentes
altamente capaces, responsables y de acendrado sentido ético en el
gobierno de lo público, sería enormemente insensato que los demás
nos desligásemos de nuestra responsabilidad en tal ámbito.
La "temporada alta" del verano vacacional se diluye. Yo lo
agradezco pero me duele y me inquieta verme tan lejos de ciertas formas
colectivas de disfrutar del ocio. Claro que todo cuanto sugiero de
compromiso social exige esfuerzo y sacrificio personal:
¡afortunadamente! Porque no creo en la obtención gratuita de
objetivos valiosos. Y exige conciencia de formar parte de un grupo
que se encuentra satisfecho de serlo.
Yo creo que haber nacido en
España, ser español, es un privilegio. Me abruma pensar en la
capacidad inmensa que tuvieron nuestros anteriores para trabajar con
ahínco en la formación de un espacio de altísima calidad. Cuando
veo las huellas de su hacer en tantas obras excelsas (acueductos,
calzadas, edificios, libros, pinturas, música, ...) me siento muy
pequeño y profundamente orgulloso de ser parte de un pueblo que se
ha esforzado enormemente por conseguir para sus descendientes un
mundo mejor. También
sus pasados errores han de ser de útil enseñanza para nosotros.
Porque si así no fuera, además de injusto y doloroso resultaría
estúpido.
¡Hay tanta España y tanto y tan excepcional que ofrecer al turista que no tendría perdón no hacerlo!
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