Me interesan dos aspectos extraordinarios:
- La dominación musulmana (una cultura y religión distintas) condicionó medularmente la Edad Media en España, con un modelo muy diferente al del resto de países europeos que marcó nuestra historia posterior.
- No existe nación, tribu o familia que festeje los triunfos de los enemigos. Por eso es insólito que el sr. Dezcallar (embajador de Rodríguez Zapatero en Washington, como bien especifica el catedrático Serafín Fanjul) haya dispuesto festejar hoy (23 de marzo de 2011) los 1300 años de la invasión árabe-musulmana. Desde luego España (vencida por las armas y sometida durante 8 siglos a los invasores) no tiene ningún motivo para celebrarlo. Pero la precisión de que el sr. Dezcallar actúe como embajador de Rodriguez Zapatero, explicaría el sindiós de la participación española en semejante celebración.
Pero no deja de ser chocante que el sr. Rodríguez Zapatero, a través de "su" embajador festeje la efemérides. Con ello se aparta y se enfrenta a sus antepasados y a sus conciudadanos (con quienes, además, tiene hoy contraído el compromiso de la representación política). Y quiero dejar constancia de que es ésta una ocasión más en que el señor Rodríguez Zapatero no nos representa a los españoles.
Batalla de Guadalete |
La traición de la facción política contraria (los herederos del rey Witiza, descendientes de Wamba) al rey electo Rodrigo, descendiente de Chindasvinto. En plena batalla, abandonaron la lucha.
Y traición también del gobernador de Ceuta, el conde don Julián, que pactó con los moros (Musa ibn Nusair, emir de Africa del Norte y Tariq ben Ziyad, gobernador de Mauritania) la invasión para derrocar al rey legítimo. Posiblemente por doble motivo: para garantizarse la gobernación de Ceuta y para reparar una supuesta deshonra por haber forzado el rey Rodrigo a su hija Florinda (La Cava) en su estancia toledana. Confluyeron los intereses expansivos de los musulmanes con los particulares del conde traidor.
Leyenda de La Cava |
Los judíos recibieron favorablemente a los moros por la persecución a que se veían sometidos por los cristianos.
La laxitud inicial, aunque breve, de las normas coránicas y la presión tributaria inicial muy pequeña también favorecieron su penetración.
Don Pelayo en Covadonga en primer lugar (a. 722) y Carlos Martell en Poitiers más tarde (a. 732) logran poner freno a la expansión musulmana.
Abd al Rahman III |
Pronto comienzan las disensiones y enfrentamientos tribales entre los invasores: árabes quasíes y kalbíes (ramas enemistadas históricamente), yemeníes y bereberes magrebíes (tribus matgara). ¡Es como si no hubiera pasado el tiempo!
Don Pelayo (en Covadonga) |