sábado, 7 de octubre de 2023

 NO EN MI NOMBRE,

NI AMNISTÍA NI AUTODETERMINACIÓN

En Barcelona, el 8 de octubre de 2023

 




 

Una pincelada sobre los hitos principales de Cataluña:

 

Tras la victoria de Carlos Martell sobre los árabes que paró su expansión por Europa se creó por el imperio carolingio la Marca Hispánica, frontera ante posibles invasiones futuras. En ella se incluyeron Gerona y Barcelona (a. 801). A finales del siglo IX el monarca carolingio Carlos El Calvo designó a Wilfredo el Velloso como conde de Cerdaña, Uriel, Barcelona y Gerona.


Durante el siglo X los condados se independizaron del poder carolingio. En el siglo XI se desarrolla una sociedad feudal pura en que los señores imponen vasallaje a los campesinos libres (aloers). El conde de Barcelona (Ramón Bereguer I) se impone al resto de condados y señoríos.


El conde Ramón Berenguer IV  (1131 a 1162) se casa con Petronila de Aragón lo que supuso la unión dinástica del Reino de Aragón y el Condado de Barcelona manteniendo cada quien sus propias instituciones y legislación. El Rey aragonés Ramiro entregó a su hija y el reino a Ramón Berenguer y se retiró a un convento. Los nuevos territorios conquistados por Berenguer recibieron el nombre genérico de Cataluña Nueva.


En 1227 Jaime I el Conquistador asumió plenamente el poder como heredero de la Corona de Aragón. En 1188 la Asamblea de Paz y Tregua, germen de las Cortes catalanas, se establecieron los límites de lo que se conocería como Principado de Cataluña. 




A mediados del siglo XIII  se incorporan a la corona Baleares y el reino de  Valencia. Hubo una época de gran prosperidad que quebró a mediados del siguiente siglo por catástrofes naturales, recesión económica y tensiones sociales. Sin embargo hubo un gran desarrollo institucional y legislativo con la creación de la Diputación General de Cataluña (Generalidad de Cataluña)  en 1365.



Tras el Compromiso de Caspe de 1412, Fernando de Antequera, de la dinastía castellana de Trastámara, fue nombrado monarca de la Corona de Aragón, con lo que el castellano comienza a introducirse en Cataluña. En 1462 se rebelaron los remensas frente a las presiones señoriales y estalló la guerra civil catalana que duró diez años. La región quedó exhausta.


El matrimonio entre Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla (Reyes Católicos)  celebrado en Valladolid en 1469, supuso la unión dinástica entre ambos reinos pero conservando ambos sus instituciones políticas, sus Cortes y leyes, administraciones públicas  y monedas propias. Fernando resolvió el conflicto remensa, reformó en profundidad las instituciones catalanas, recuperó los condados catalanes del norte y amplió la actuación de la corona sobre Italia.


Carlos I de España supuso una etapa de harmonía y progreso para Cataluña y nombró Virrey de Cataluña al arzobispo de Tarragona. Castilla disponía de 6 millones de habitantes, una economía pujante, recientemente había descubierto América y un imponente ejército, a costa de unos desmesurados impuestos. Cataluña con sólo 300 mil habitantes no sufrió la sangría fiscal expansionista de Castilla pero también padecía grandes impuestos , pero a favor de los nobles. Aragón se opuso a una unificación con Castilla ya que su nobleza suponía que disminuirían sus poderes.


Con Felipe II comienza una grave crisis económica. La economía catalana se resiente y además sufre un retroceso en su cultura y su lengua.


En 1618 comienza la Guerra de los 30 Años que supondría la prevalencia de Francia sobre el reino de España (la inteligente figura de Richelieu fue muy importante).


En 1640 se produce la Sublevación de Cataluña (nuevos impuestos, nueva Inquisición, reducción de los privilegios medievales de la nobleza, la presencia de tropas del rey para defender las fronteras contra Francia, el nombramiento de cargos públicos a personas no catalanas y la política centralizadora del Conde-Duque de Olivares).


La leva forzosa de 5 mil soldados catalanes decidieron a los consellers y a la Diputación de Cataluña a emprender negociaciones secretas con Francia que culminaron con la conversión de Cataluña en república independiente bajo la protección de Francia.


Terminada la guerra de los 30 años con La Paz de Westfalia posibilita que las tropas del rey se ocupen de Cataluña. Finalmente la Diputación General reconoció a Felipe IV y la ciudad de Barcelona se rindió a don Juan de Austria en 1652. El rey confirmó los fueros catalanes con algunas reservas.



Felipe V de Borbón sucede a su muerte sin descendencia a Carlos II de Austria en 1700. Se inicia la guerra de Sucesión por las aspiraciones del archiduque Carlos de Austria y sus apoyos europeos. Instalado en Barcelona fue reconocido como rey mayoritariamente. La cesión a Inglaterra de las bases de Gibraltar y Menorca y la pérdida de interés del Archiduque (había heredado la corona de Austria), terminó con la victoria del rey Felipe V con la capitulación de Barcelona en 1714.


Felipe V promulga los Decretos de Nueva Planta entre 1707 y 1716 (Aragon, Valencia y Cataluña) por los que quedan abolidas las instituciones catalanas aunque los derechos civiles fueron respetados.


Durante el siglo XVIII Cataluña tuvo un progreso económico notable, en parte importante por participar en el comercio con América desde 1778 (algodón y otras ramas textiles).


En 1808 Cataluña fue ocupada por Francia tras el comienzo de la Guerra de Independencia iniciada en Móstoles. El dominio francés se extendió hasta 1814.


A la muerte de Fernando VII (1833) surge el conflicto con la sucesión entre Carlos María Isidro e Isabel II: guerras Carlistas (la primera hasta 1840). Los vencedores isabelinos se dividieron en moderados y progresistas y en Cataluña se desarrolló la industrialización y el republicanismo.


La revolución de 1868 causó la caída de Isabel II y, más tarde, el nombramiento del rey Amadeo de Saboya, apoyado por el presidente del gobierno general Prim (catalán y conspirador). 


Estalló la tercera guerra Carlista, Amadeo de Saboya renunció al trono y propició la proclamación de la Primera República Española durante la que se sucedieron distintos intentos separatistas en Cataluña.


La revolución industrial (1840-1891)  convirtió a Cataluña en un territorio de gran dinamismo industrial con un incremento notable de las relaciones comerciales con el resto de España y las colonias americanas.


Francesc Pi i Margall (catalán instalado en Madrid y que fue presidente en la Primera Republica) fue el principal ideólogo del federalismo en España. El federalismo (ideología populista e interclasista y estrechamente relacionada con el movimiento obrero) fue adoptado por el catalanismo.



En 1874 se da paso a la Segunda Restauración Borbónica, en la persona de Alfonso XII. Con la figura de Cánovas del Castillo se abre un periodo de estabilidad política, con el sistema de turnos entre partidos.


En la etapa inicial del catalanismo político tuvo especial relevancia Valentí Almirall como federalista radical y racista supremacista. Impulsó el Primer Congreso Catalanista (1880) que creó el Centro Catalán, un inicio de Academia de la Lengua Catalana y que, desde ese momento se denominaría catalán a la lengua llemosina. Impulsó la creación de partidos de ámbito únicamente catalán y culminó con el Memorial de Agravios (petición a Alfonso XII de privilegios políticos). 


En el catalanismo político se implicó el Republicanismo Federal, la Iglesia, a través de Torras i Bages y los Intelectuales liderados por Angel Guimerá. Se aprobaron las bases para la Constitución Regional Catalana, contrarias al sufragio universal.


En 1909, siendo rey Alfonso XIII, una huelga general degenera en vandalismo  con dura represión: la Semana Trágica. Crece la conflictividad, se desarrolla el pistolerismo (patronal contra obreros) enfrentado al terrorismo anarquista. Con la espiral de violencia acaba la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) apoyada inicialmente por la burguesía catalana.


Tras Primo de Rivera nace Esquerra Republicana de Cataluña liderada por Maciá.

El 25 de julio de 1909 lo que se inició como una huelga general (estimulada por la movilización para afrontar la guerra de Melilla) derivó en asalto a comisarías y persecución religiosa, quema de numerosas iglesias y conventos: la Semana Trágica. La represión fue dura y arbitraria.


En 1914 se formó la Mancomunidad de Cataluña, agrupando las cuatro Diputaciones, y supuso el reconocimiento por el gobierno español (a cambio del necesario apoyo parlamentario) de la personalidad y unidad territorial de Cataluña. Fue presidida por Enric Prat de la Riba (de la Liga Regionalista).


A principios del siglo XX no existía un estándar ni unas normas del catalán (antes lemosín). Las Normas Ortográficas se publicaron en 1913.

En 1916 la Mancomunidad solicitó el reconocimiento de la lengua catalana como cooficial. Romanones lo negó porque se utilizaba el catalán como emblema político. La dictadura de Primo de Rivera terminó suprimiendo la Mancomunidad en 1924, prohibiendo el uso del catalán en la administración y la vida pública.



El 14 de abril de 1931 Maciá proclamó la República Catalana al tiempo que se proclamaba la República en Madrid. Se restauró la Generalidad de Cataluña. Se aprobó el Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932. El 20 de noviembre se celebraron elecciones al Parlamento de Cataluña a resultas de lo cual resultó presidente Maciá (primer presidente de la Generalidad) y Companys presidente del Parlamento que proclamó el Estado Catalán de la República Federal Española. El gobierno de España suspendió las instituciones autónomas catalanas que fueron restablecidas por el Frente Popular  y que supuso la amnistía para los participantes en la tentativa revolucionaria. Supuso un ensayo y lección histórica para la Generalitat de 1977. El socialismo catalán quedó escindido en dos partidos: Partido Obrero de Unificación Marxista y el Partido Socialista Unificado de Cataluña.


El 13 de julio de 1936, como culmen de la imparable actividad política violenta fue asesinado el parlamentario don José Calvo Sotelo. El golpe de estado del 18 de julio determinó la Guerra Civil (1936-1939).


En Cataluña hubo una feroz represión contra los supuestos simpatizantes de los sublevados.

También se produjeron graves enfrentamientos entre los partidarios de dar prioridad a la revolución social (CNT y POUM) y quienes priorizaban atender el frente bélico y apoyar a los sectores moderados (gobierno republicano, PSUC y Esquerra Republicana de Cataluña principalmente). Llegaron a enfrentarse con las armas en mayo de 1937.


La derrota del ejército republicano en la batalla del Ebro permitió la ocupación de Cataluña por el ejército de Franco que puso fin a la autonomía catalana.


En los años 60-70 se produjeron grandes oleadas inmigratorias, sobre todo en él área metropolitana de Barcelona. En la década de los 60 la economía española modernizó la agricultura, incrementó notablemente la industria y se produjo un enorme impacto turístico. A ese gran desarrollo no fue ajena Cataluña.


Con la muerte de Franco se inició la Transición Democrática que culminó en la Constitución de 1978 y el Estado de las Autonomías.



En 1977 se restauró la Generalidad a impulso del Rey Juan Carlos I, del gobierno de Adolfo Suárez y de la sociedad civil catalana. 


Tarradellas (presidente de Cataluña en el exilio) declaró su adhesión al Rey y al proceso de reforma política.


En 1979 se aprobó un nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña: define a Cataluña como Nacionalidad, reconoce al catalán como lengua propia de Cataluña y se hace cooficial junto con el castellano.


En las inmediatas elecciones catalanas resultó elegido presidente de la Generalidad Jordi Pujol (Convergente, con el apoyo de Esquerra Republicana) cargo que ostentaría hasta 2003 tras seis triunfos electorales. En esos años, se constituyó la policía autonómica (Mozos de escuadra),  se creó la administración comarcal y el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, se realizó la inmersión lingüística en las escuelas, se crearon la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales y los medios de comunicación de radio y televisión catalanes.

Creció el malestar social  y el independentismo plasmado en una gran manifestación el 11 de septiembre de 2012. 


Artur Más (Convergencia) convocó y ganó unas nuevas elecciones  pero necesitó un acuerdo de gobernabilidad con Esquerra. El acuerdo cristalizó el 1 de octubre de 2017 en la convocatoria de un referéndum por la autodeterminación y una declaración de Cataluña como república independiente. El Secretario del Parlament y todos los letrados del mismo advirtieron sobre la ilegalidad del proceso y se negaron a firmar.

 


El gobierno de España dejó en suspenso la autonomía catalana y el Tribunal Supremo condenó a los Intervinientes en la declaración y convocatoria de referéndum por sedición y malversación de fondos públicos. 


El posterior gobierno “socialista” de Pedro Sánchez indultó a los penados salvo al Presidente de Cataluña, prófugo de la justicia hasta el momento de escribir estas líneas.


 




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En estos momentos, el candidato a presidir el gobierno de España, Pedro Sánchez, busca apoyos por carecer de fuerza propia suficiente: dispone de 122 escaños de un total de 350. Necesita, entre otros muchos, el respaldo de dos partidos catalanes independentistas: Esquerra Republicana de Catalunya y Junts per Catalunya (el de Puigdemont). Ambos partidos le exigen a Sánchez para apoyarle:

         -Una amnistía para todos los implicados en los actos condenados por el Tribunal Supremo.

         -La celebración de un referéndum de autonomía.

 

A mí humilde entender (y al de muchos expertos y autoridades constitucionalistas) ninguna de las dos exigencias tienen amparo ni cabida en la Constitución. En tal caso, Sánchez carecería de los votos necesarios para renovar su presidencia y sería preciso convocar nuevas elecciones generales.


Pero Sánchez no se siente concernido y supeditado por la Constitución (yo creo que por absolutamente nada) y es altamente probable que amañe y adultere lo que considere preciso para lograr su objetivo.

 




El domingo 8 de octubre de 2023 estamos convocados en Barcelona todos los ciudadanos para expresar públicamente nuestra oposición a la amnistía y al referéndum en Cataluña.

 

 

 

 

7-10-23

 

 

CM

martes, 3 de octubre de 2023

 

EL CANDIDATO DEL REY (y 2)





(De la primera parte):

Fue el rey a consultar con su viejo padre quien, tras escuchar a su hijo, le contestó en éstos términos:


-“Somos una gran y antigua nación. Y no sólo por regalo de Dios, que bendijo nuestras tierras, sino por el esfuerzo y penurias de nuestros antecesores. Carecemos de legitimidad ni moral ni jurídica para fracturar las tierras que de ellos recibimos. El gobernante, o lo es para hacer mejor la convivencia de todos nuestros vecinos, o no lo es. No debe gobernar quien esquilma a su pueblo, quien lo somete a mentiras y ocultaciones, quien se cree de mejor calidad que los demás, quien adoctrina a los infantes para mejor someterlos, quien confunde a las gentes defendiendo que, so pretexto de ser todos iguales, prioriza el derecho de la mujer sobre el hombre o del hombre sobre la mujer, quien no guarda el respeto debido a los muertos porque se combate a los vivos y se deja descansar a los muertos, quien beneficia a unas tierras sobre otras o a unas personas sobre otras. Y, ¡qué carajo!, la Nación ni se parcela, ni se disgrega, ni se descompone, ni se quiebra. La Ley a todos nos manda y todos estamos sujetos a ella; a quienes tienen encomendado aplicarla les debemos obligadamente acatamiento y cuando condenan por contravenir la Ley nada hay que exima a los culpables de la pena. Hijo mío, tienes la responsabilidad y deber máximos. Si has de guerrear, guerrea. Nadie te garantiza la victoria. Nadie se la garantizó a tus antepasados. Pero jamás podrás perder el honor y lo que ello comporta”.

 

Aquellas solemnes palabras calaron con naturalidad en el corazón y el sentimiento del rey. No tenía duda alguna. Sólo quedaba actuar en consecuencia.



(Segunda parte):


“Sólo faltaba actuar”. Actuar en aquella época, (y en ésta lo mismo) suele ser una fase delicada, difícil. Porque puede ocurrir que la acción ponga al desnudo la incapacidad operativa del actor. 


Cavilar, meditar, reflexionar, mostrar incluso ocurrencias, con frecuencia dar la tabarra con pensamientos más o menos madurados, está al alcance de una parte significativa de la población. Sin entrar en la calidad o bondad de las cavilaciones, meditaciones, reflexiones, ocurrencias o pensamientos. Que lo más corriente es que sean de calidad pésima.


De forma y manera que disponer de unas reflexiones apreciables es un verdadero tesoro. Y las del padre del rey eran excelentes, oportunas, atinadas, grandemente ajustadas a la realidad y perfectamente cocinadas con la sabiduría y experiencia del anciano. (Claro que probablemente no se jugaba una vida dilatada.)


Pero, ¿y actuar? Amigos, para eso, además de las facultades y habilidades necesarias es preciso, ante todo, “tener los borbones necesarios”. Y eso casi roza el milagro. Unos borbones sanos, potentes y “bien puestos” es una herramienta imprescindible para emprender según qué tipo de acciones. En especial aquellas que comportan algún riesgo para la placidez de la vida, para la salud y, no quiero ni decir, para la propia vida. Por eso es muy corriente que muchos proyectos no consigan salir de su propio huevo y no fructifiquen en acción alguna.


Bien es verdad además que errar en un pensamiento no acarrea por lo general las perniciosas consecuencias que ocasiona fracasar en una actuación. Las palabras se las lleva el viento. Pero para borrar los hechos es preciso echarle ingenio, caradura y, casi siempre, maldad, mucha maldad.


Es muy habitual que para justificar (incluso a nosotros mismos) no hacer algo después de haber concluido que era lo que había que ejecutar, busquemos y encontremos con facilidad asideros a los que agarrarnos: la prudencia, la paciencia, el tiempo como aliado (¡hay que ver la cantidad de asuntos que arregla el simple transcurso del tiempo!), la serenidad. Todas ellas justificaciones virtuosas que, a cada paso, esconden la razón verdadera por la que se evita pasar a la acción: la falta de unos borbones bien puestos.



Pues nuestro buen rey decidió no poner a prueba en esta oportunidad sus borbones. Descarto la posibilidad de que careciera de ellos porque (al menos en los cuentos) son consustanciales a la realeza y además tenia bien acreditado tenerlos y bien puestos en difíciles ocasiones del pasado. Sin duda que el primer rey de una dinastía tenía los borbones que quitaban el hipo. Los descendientes …, es otra cosa, aunque es de esperar y de exigir que en buena parte la sangre azul de los monarcas circule por aquellos. No se concibe una verdadera sangre azul si se carece de los borbones necesarios.


Quizás el Rey consiguió con su decisión mantener de momento su posición sin involucrarse. Las posiciones a veces se heredan pero las debe mantener el heredero, forzosamente. Avisado estaba en nuestro caso el rey de que el duque de Trápala ni le mostraba el exigible respeto ni daba muestras de apreciar ni al monarca ni a la corona ni a los ciudadanos. Una perla, vamos.




Se equivocó el rey, le faltaron borbones, de manera que, tiempo después, la nueva dinastía de Trápala, tras acabar con cualquier anterior imagen real, ordenó a sus escribanos que fijasen la nueva y “verdadera” historia del reino en que, inicialmente aparecía nuestro rey como un traidor, para desaparecer de los escritos en sucesivas ediciones.


Los súbditos se lamentaron una y mil veces de no haber ofrecido en su momento al rey de nuestro cuento todo su apoyo y aliento. Después, ya humillados y esclavizados, fueron perdiendo su memoria y su propia dignidad.


Del duque de Obradoiro no se supo más que, entregado a sus gentes y a mejorar sus vidas, acrecentó sus tierras y su prestigio.


¿Y qué pasó del honor?




3-10-23



CM

sábado, 30 de septiembre de 2023

 LOS HALCONES

 

 


Madrugo habitualmente. En verano salgo con frecuencia al jardín con el primer clarear del día. Al fondo del estrecho y largo valle que enfila el mar veo al rato asomarse al sol. Sol asturiano, casi siempre entre un coro más o menos denso de nubes. De forma que las tiñe de los naranjas más variados. Mis primeros minutos discurren en un silencio solemne y una quietud total. Con la luz arranca un concierto de voces frenético de multitud de variadas aves. Y comienza a desperezarse toda la naturaleza. Solo a ella se oye: el lejano cacareo del gallo madrugador, los trinos de minúsculos pajarillos, el rumor de la hierba al crecer y, en ocasiones, la brisa ligera del mar cercano.




 Con el pastar del ganado próximo entran en concierto los esquilones denunciando el incansable rumiar de las vacas y aparecen las jóvenes y níveas garcillas boyeras que tan a menudo las acompañan en los últimos años. El conjunto produce un efecto sobrecogedor. Sí, soy inmensamente pequeño y sigo vivo.

 







Más tarde tengo asegurado acceso preferente a un fascinante espectáculo del mejor circo natural: los halcones (“ferre moru” en la costa asturiana, “ferre palomberu” en Gijón). Estas aves extraordinarias son posiblemente los animales más veloces de nuestro planeta. Enormemente bellos, tamaño entre treinta y cinco y sesenta centímetros, llegan a alcanzar una envergadura de ciento veinte centímetros, siendo las hembras sensiblemente mayores y más robustas que los machos (hasta setecientos cincuenta gramos ellos y hasta mil quinientos gramos ellas). Son formidables cazadores para lo que la parte superior del pico tiene la proximidad de la punta serrada, las patas muy fuertes y unas garras formidables. Cazando llegan a alcanzar una velocidad próxima a los trescientos kilómetros por hora. Un absoluto prodigio de diseño para la caza.

 






Me acomodo en la terraza de casa, leo, escucho música, hasta me pongo a escribir a veces. Va descendiendo la ladera del estrecho vallecito. Dominando la ladera de enfrente permanece solitario y abandonado un antiguo poste de electricidad. Hoy es una atalaya predilecta de los halcones. Desde ella semejan estatuas. Pueden pasar largo tiempo inmóviles, vigilando el cielo y el campo. Repentinamente emprenden vuelo en aceleración sorprendente. A veces raseando el fondo del valle. Otras ascendiendo hasta casi desaparecer de la vista. En ocasiones planean a gran altura trazando círculos irregulares. De improviso comienza su ataque a velocidad de vértigo. Si es desde una enorme altura, cayendo en picado en exhibición formidable. Es irreal su capacidad de girar a tan tremendas velocidades. Es muy raro que el ataque no tenga éxito. Son de una singular eficacia.

 


En época de cría la pareja se alterna en la cacería en un trabajo incesante, inagotable. Cuando ya no es preciso atender y defender el nido, la pareja actúa con mucha frecuencia coordinada. Así lo hacen, por ejemplo, cuando atacan a una especie para mí especialmente odiosa: los córvidos. Es sorprendente la valentía y arrojo con que los halcones atacan a presas sensiblemente mayores. Me parece imposible superar las piruetas aéreas que realizan a enorme velocidad. Un día un halcón voló a no más de cuatro metros de mí. Sentí el aire que desplazaba. Apenas pude reparar en una especie de pequeña rata que se llevó volando entre sus garras.

 

La exhibición de los halcones cazando es ciertamente extraordinaria y puede durar muchísimo tiempo. Y yo puedo pasar un tiempo indeterminado observándoles. Disfrutando en directo de uno de esos espectáculos abracadabrantes que nos regala la naturaleza.

 


Fue el muy querido y admirado Rodriguez de la Fuente quien, hace muchos años, nos regaló con un documental apasionante sobre los halcones y la cetrería que me cautivó totalmente. El “amigo Félix”, extraordinario naturalista y divulgador científico fue pionero en España (y muchos otros lugares del mundo) en proclamar el amor y el respeto necesarios a la naturaleza. Ahora, cada vez que asisto a una actuación en directo de los maravillosos halcones tengo un cariñoso y agradecido recuerdo hacia el profesor Rodriguez de la Fuente.

 

Ya tengo muy repetido que uno de los aconteceres más curiosos y entretenidos es observar cómo va cambiando el campo constantemente.  La aportación de los halcones a tal reflexión es enorme.

 

 

30-9-23

 

 

CM

 

 

jueves, 28 de septiembre de 2023




EL CANDIDATO DEL REY

 


 

 






Había un reino en que sus vecinos gozaban de gran fama de campechanía y, aún más, de espíritu fiestero. Su bella y variada tierra, sus climas diversos, sus apetitosas cocinas, las notables huellas de su larga historia y el temperamento afable y hospitalario de sus gentes le convertían en un poderoso imán para todo tipo de forasteros.

 







Tierras de pan llevar, tierras del vino, tierras de agrestes montañas, tierras aceiteras, tierras ganaderas, fronteras del mar, costas de formidables farallones pétreos y dulces arenales, huertos feraces, pueblecitos pintorescos muy entrañables y ciudades distinguidas, elegantes, embrujadas.

 

Cumbres heladas batidas por vientos feroces,  verdes valles y bosques densos empapados por la bruma, grandes llanuras conviviendo con el sol tórrido y la noche gélida casi al tiempo, amplias zonas tropicales, islas de ensueño de brisas suaves.

 








Aquí un cocido de legumbres, allá pescaditos espetados, arroces de mil maneras y sabores, sublimes asados en hornos de leña, frutos milagrosos del mar (del más próximo y del más lejano), hortalizas de mil sabores hipnóticos, potes, gazpachos tan dispares con igual nombre, carnes vacunas, carnes bovinas, carnes porcinas, fiambres singulares, platos pobres para gustos exquisitos, decenas de docenas de deslumbrantes dulces.

 








Los siglos fueron dejando fantásticas huellas del arte pictórico, arquitecturas fascinantes, músicas sobrecogedoras, escritos sublimes, esculturas y arquitecturas prodigiosas, bailes imponentes.

 

Formaban un pueblo parido desde muy distintas razas, procedencias, culturas, creencias y pareceres.

 


El anciano padre del rey, un formidable héroe que supo conducir a su país hacia la prosperidad, hacía ya años que había abdicado aquejado de “elefantitis”, una culposa enfermedad progresivamente paralizante. El rey reinante tenía cedidos sus poderes de gobernanza a su pueblo. De hecho eran dos los duques que se alternaban en el gobierno según el apoyo que recibían de sus seguidores. 


Uno, el duque de Obradoiro, prudente y mesurado, contaba con el respaldo sólido de las gentes de sus tierras. Respaldo repetido y continuado decenas de años.

 

El otro, duque de Trápala, título merecido por su natural proceder falso y embustero, mantenía a sus súbditos bajo mano de hierro, narcotizados con sus patrañas y sobornos. Tenía apalabrado con varios de ellos hacerles dueños de sus tierras, segregándolas del reino.

 



El caso es que ambos duques se presentaron ante el rey enfrentados por la pretensión de ser proclamados gobernadores del pueblo. 

Escuchó el rey a Obradoiro decir sus razones para ser elegido: gobernar con tiento, disminuir los tributos al pueblo, reducir los gastos del reino y alentar la mejor convivencia y tolerancia. Y al rey le pareció una propuesta atractiva pero se reservó su parecer hasta escuchar al segundo duque.

 

El de Trápala, evitando cualquier actitud de respeto al rey, con la altanería que ensoberbece a quien se estima superior (sin serlo), planteó su plan de progreso disimulando sus planes de fracturar el reino. El rey también le escuchó con cortesía exquisita y despidió a ambos indicándoles que les haría llamar cuando tuviese tomada la decisión tras sus cavilaciones.

 


Fue el rey a consultar con su viejo padre quien, tras escuchar a su hijo, le contestó en éstos términos:


-“Somos una gran y antigua nación. Y no sólo por regalo de Dios, que bendijo nuestras tierras, sino por el esfuerzo y penurias de nuestros antecesores. Carecemos de legitimidad ni moral ni jurídica para fracturar las tierras que de ellos recibimos. El gobernante, o lo es para hacer mejor la convivencia de todos nuestros vecinos, o no lo es. No debe gobernar quien esquilma a su pueblo, quien lo somete a mentiras y ocultaciones, quien se cree de mejor calidad que los demás, quien adoctrina a los infantes para mejor someterlos, quien confunde a las gentes defendiendo que, so pretexto de ser todos iguales, prioriza el derecho de la mujer sobre el hombre o del hombre sobre la mujer, quien no guarda el respeto debido a los muertos porque se combate a los vivos y se deja descansar a los muertos, quien beneficia a unas tierras sobre otras o a unas personas sobre otras. Y, ¡qué carajo!, la Nación ni se parcela, ni se disgrega, ni se descompone, ni se quiebra. La Ley a todos nos manda y todos estamos sujetos a ella; a quienes tienen encomendado aplicarla les debemos obligadamente acatamiento y cuando condenan por contravenir la Ley nada hay que exima a los culpables de la pena. Hijo mío, tienes la responsabilidad y deber máximos. Si has de guerrear, guerrea. Nadie te garantiza la victoria. Nadie se la garantizó a tus antepasados. Pero jamás podrás perder el honor y lo que ello comporta”.

 

Aquellas solemnes palabras calaron con naturalidad en el corazón y el sentimiento del rey. No tenía duda alguna. Sólo quedaba actuar en consecuencia.

 

 

 

28-9-23

 

 

CM