EL VELLOCINO DE ORO
Versión libérrima de la narración mitológica griega
Se cuenta que en un lugar llamado Hispania-Yolco el desánimo, la tristeza y la mala convivencia habían penetrado en el corazón de sus habitantes. Hacía tiempo que les habían arrebatado el Vellocino de Oro y con él, la Justicia y la Dignidad. Gobernaba Pelias-Sánchez, personaje feroz, maldito, que no había dudado en deshacerse de cuantos suponían un obstáculo a su poder, fueran lejanos o muy, muy próximos. Pelias-Sánchez desconocía la sinceridad, la lealtad, el compromiso. Pero era un habilísimo maniobrero que había alcanzado la gobernación de su pueblo torticeramente. Siendo un semidiós no se le reconocía ninguna de las virtudes atribuidas a aquellos aunque él estaba convencido de ser un dios principal. Para hacerse y mantenerse en el poder se deshizo de algunos, exilió a otros, pactó con los peores y anuló a los mejores. Desconfiado, como toda alma negra, consultó al oráculo a quién debía temer y obtuvo la respuesta de que se cuidase de quien llegara descalzo de un pie.
Cierto día se presentó en la plaza pública Feijóo-Jasón, se encaró con Pelias-Sánchez y le reclamó que le entregara el gobierno que en justicia le correspondía. Naturalmente el gobernante se negó y puesto que Feijóo-Jasón se presentaba con credenciales bastantes que respaldaban su reclamación y, además, era notorio que le faltaba una sandalia, Pelias-Sánchez le puso como condición para entregarle el Gobierno que recuperase el Vellocino de Oro.
Feijóo-Jasón aceptó y seleccionó a los mejores (ésta es la parte que menos me creo), encargó la construcción de una fuerte nave: Argo. Aunque tengo mis dudas sobre la selección que hizo para acompañarle, es cierto que en el grupo estaba la inteligente y gran guerrera Alvarez de Toledo-Hércules. Tomando el grupo su nombre del magnífico barco, dieron en llamarse Los Argonautas que prontamente iniciaron un viaje repleto de dificultades y aventuras en busca del Vellocino de Oro.
El destino era Cólquida, en el mar Negro. Desembarcaron primero en la isla de Lemnos en la que (dicen) solo habitaban mujeres dirigidas por la iluminada Montero-Hipsipila. Tan bravas y belicosas se mostraron que abreviaron en reponer agua potable y reemprendieron ruta con rapidez.
En Tracia encontraron a Fineo que fue castigado por Zeus a la ceguera y que era atacado por las pérfidas Arpías, despiadados seres voladores que le robaban la comida. Inicialmente eran dos seres crueles, Erc-Aelo y Juntsxc-Ocípete (ambas con marcado acento catalán lo que era increíble en aquellos tiempos y tierras). Los Argonautas atacaron a las Arpías y consiguieron espantarlas para siempre(¿). Fineo, agradecido, les indicó la mejor ruta para llegar a su destino.
Tras muchos tropiezos y sinsabores Feijóo-Jasón y los Argonautas lograron llegar a La Cólquida y solicitó al rey Eetes que le entregara el Vellocino de Oro. Éste accedió a condición de que previamente domesticara a dos inmensos y terribles toros con pezuñas de bronce que despedían fuego por las fauces y que les unciera y labrase con ellos el campo consagrado a Ares y sembrara dientes de dragón y luchara contra los guerreros que nacían de los dientes.
Feijóo-Jasón no imaginaba forma de enfrentarse a tal prueba. Pero, por fortuna, conoció en La Cónquida a la hija del rey, Ayuso-Medea, mujer de gran belleza que poseía enormes poderes mágicos, gran hechicera, mujer autónoma, con gran capacidad de decisión y apasionada. Impactada por Feijóo-Jasón le propuso ayudarle si él se comprometía a llevarla con él en el viaje de regreso e incorporarla a su gobierno. Él no lo dudó un momento y le rogó que le auxiliara. Así fue como ella preparó una pócima que le hacía invulnerable al calor que despedía el fuego de los “Khalkotauroi” lo que le permitió sembrar el campo de Ares con los dientes de dragón.
Enseguida comenzaron a salir de la tierra numerosos y agresivos guerreros que se autodenominaban Gudaris. Nuevamente fue Ayuso-Medea quien le indicó la manera de combatirlos. Le dijo que cogiera una piedra y la lanzara en el centro de los guerreros. El efecto fue fulminante, los guerreros se organizaron inmediatamente en dos bandos que se lanzaron enloquecidamente a conseguir la piedra. Se destrozaron entre ellos.
Pero el rey Eetes se resistió a cumplir su promesa. Entonces Ayuso-Medea acudió por la noche donde se encontraba el Vellocino de Oro custodiado por la terrible serpiente. Pero no se arredró, preparó un veneno especial que acabó con la serpiente, descolgó el Vellocino de Oro que colgaba de una rama y corrió con él hasta el barco Argo. Embarcaron rápidamente todos emprendiendo el viaje de regreso.
En el camino de vuelta tuvieron que enfrentarse con los Gigantes de Seis Brazos, con los Acantilados Móviles y con el gigantesco Hombre de Bronce que recorría la costa vigilando incansable. Siempre fueron definitivas las aportaciones de Ayuso-Medea: con su sortilegio volvió loco a Talos, el Hombre de Bronce.
De regreso finalmente a Hispania-Yolco, Feijóo-Jasón presentó al usurpador Pelias-Sánchez el Vellocino de Oro comprometido. Pero lo rechazó, incumpliendo su acuerdo de entregarle el gobierno (parece evidente que no le interesaba ni la Justicia ni la Dignidad).
Ayuso-Medea no se rinde: habla con las hijas de Pelias-Sánchez y las convence de que si matan a su padre y troceado lo meten dentro de un gran caldero de líquido mágico hirviendo, saldría rejuvenecido. Las hijas caen en la trampa y matan a su padre.
Aquí dejo la narración semimitológica porque los aconteceres siguientes derivan en nuevos relatos de gran enjundia pero el objetivo que me vino a la mente creo que queda cumplido con éste final. ¡Zeus lo permita!
⭐️⭐️⭐️
Varios siglos más tarde de tales aventuras y desventuras, en 1429, el duque de Borgoña y conde de Flandes fundó la Insigne Orden del Toisón de Oro, una de las más principales, prestigiosas y antiguas órdenes de caballería de Europa. Con la elección simbólica del Vellocino de Oro el duque hacía referencia a la leyenda de Jasón y los Argonautas. Su lema “Ante ferit quam flamma micet” (hiere antes de que se vea la llama) continúa sorprendentemente vigente (u olvidada). La Orden se dividió en dos ramas: de la española es hoy Gran Maestre el Rey de España Felipe VI y de la austríaca el Archiduque Carlos de Habsburgo-Lorena.
8-8-23
CM