sábado, 18 de octubre de 2025

  


 

¿QUIÉN REPARTE?



ELENCO:

Pedro Sánchez: Puto Amo

José Luis Ábalos: Pepe Foment

Santos Cerdán: Justos Guarrán

Koldo Garcia: Caldo Gordo 





- ¿Quién reparte esto Puto Amo?

- ¡Imbécil! El único de todos vosotros que vale para esto es Tostado Pavazo.

Habian parado el peugeot en un taller de un pueblito de Soria, camino de Pamplona, porque Caldo Gordo había percibido un ruidito sospechoso.

- ¡Tú chaval, échale un ojo al motor mientras tomamos un café! –le espetó Pepe Foment a un joven que salió de los bajos de un coche al oír que alguien llegaba.

- Buenas. Tendrá que ser cuando acabe con lo que tengo entre manos -contestó algo amoscado el joven mecánico medio incorporándose al tiempo que le desapareció el ánimo al verse de inmediato cubierto por la sombra de un gigante y sentir el leve punterazo que le atizó en el codo y que casi le hizo perder el apoyo y la postura.

- ¡Ahora! Hay prisa -dijo Caldo Gordo apartando su sombra del sobrecogido mecánico.

En el vetusto y oscuro local en que, frente al taller, servían café, diversos alcoholes y poco más, ya se encontraban los otros dos de la peña pidiendo sus orujos e infusiones estimulantes.

- Hasta los güitos estoy ya del puto coche, Justos Guarrán, y del que oye los “ruiditos” también ando asaz pesaroso.

- ¡”Asaz pesaroso”!, ¡qué labia tienes Puto Amo y que requetebién que se te entiende! Pero te digo yo que el paisano es una fiera eficaz que, además de dar mandobles como coces cuando se tercia, resuelve con astucia, como pudiste comprobar cuando barajaba y escogía papeles de la urna que pusimos tras la cortina de la Casona del Pueblo. ¡Me cago en tó lo que se mueve, la puta mala suerte que tuvimos! Pero calla, que ya llegan esos dos.

- ¡A mí no me calla ni Dios, so zoquete! -disparó el Puto Amo. Aunque viendo que ya entraban en el chiscón Pepe Foment y Caldo Gordo, se centró en atizarse el primer orujo en vaso generoso.

Hundiendo la mirada en el fondo de cristal, conforme le requemaba el trago, le vino de súbito el recuerdo de aquellos tiempos en que, mientras Flor Amada terminaba de recibir y registrar las últimas aportaciones de los licenciosos (“limpios de polvos y pajas”), que acrecentaban el sustento familiar, saboreaba el copazo que la nena le entregaba con un beso prometedor. Para entonces, bello mancebo aún, manejaba las lenguas (bucal y de las otras) con primor, destreza y embeleso nada comunes. Con los efluvios de su Flor y la frialdad de su propia picardía se había arrimado a unos y desechado a otros (o a la inversa), conforme convenía a su mayor contento y autoestima. Cualquiera hubiese dicho que ya era un gran triunfador (cáscara sin almendra), pero no él. Su ambición lo impedía. Su percepción de superioridad sobre el resto le impulsaba. Y su Flor Amada lengüeteaba y ronroneaba. Fue imparable que subiera, subiera y subiera.

Uno de tantos irresistibles chistes de Pepe Foment le rescataron de sus recuerdos. Hasta en los chistes era Pepe procaz.

- ¿Sabéis aquel en que una golfa guarrona, viciosa, despampanante, de carnes hipnóticas …? -Pepe Foment se movía solvente por mancebías apenas recién estrenado el primer bigote.

El iniciático viaje de la cuadrilla había estrechado grandemente la íntima relación entre Pepe Foment y Caldo Gordo, al punto que la sumisión de éste a aquel bien pudiera alcanzar sus necesidades desatadas de promiscuidad, superando quizás cualquier distinción de sexos. Tremenda la estampa figurada de un Caldo Gordo a gatas cabalgado por el insaciable Pepe Foment blandiendo un banderín arcoíris.

Apareció al rato el operario que aclaró que el “ruidito” se debió a un “manguito exhausto” que, repuesto por otro “en condiciones”, importaba lo que cuatro “lechugas”, incluídos riegos y fertilizantes de calidad. De saldarlo se ocupó Justos Guarrán que, replicado por el muy generoso Puto Amo, hubo de añadir un par de verduras más al haber querido apreciar cierto acento catalán en el muchacho lo que le derrite y arroba al Puto Amo.

Proseguido el viaje sin ruidito, las chanzas, dimes y diretes se alojaron en el recinto automóvil. Mas locuaces unos y menos otros, todos callaban y mudos seguían atentamente cualquier chuminada del jefe.

Así, por ejemplo, cuando …

-  Haré de la grandeza desecho, del amor odio, del honor infamia, del trabajo subsidio, de la verdad falsedad, del respeto desprecio, del perfume mierda, de la sensatez estulticia, del cumplimiento revocación, de la bondad vileza, del honor traición, de lo solemne charlotada, del progreso destrucción y de España nada. Y lo haré yo solo, de nada ni nadie preciso porque … ¡sigo siendo el rey! -fue la prédica del Puto Amo. Nunca jamás, ni antes ni después dijo tanta verdad. Los otros tres, embobados, limpiaban sus babas, más por las puertas a los tesoros que se les abrían que por la mella de tan imponente plática.

Llegados a Pamplona, Justos Guarrán y Caldo Gordo se encontraban en su lecho maternal. Hacía años que habían tejido una red delictiva potente que a muchos apañaba y, así, nadie denunciaba por ser lugar donde casi todos conocen a todos, en directo o a salto de caballo. Pronto se pusieron en contacto con María Cintruéniga, de antigua y fuerte raigambre familiar, que ejercía de verdadera “mama” de los manejos subterráneos del poder. A la banda le iban bien las cosas: cuando no un túnel, una carretera, un puente, un colegio, un centro cívico, un estadio, …, eran todos de buen comer, a ningún plato hacían ascos y, de todos “mojaban”. Pero eran platos menores ante el colosal banquete que llegaba de la mente y mano del Puto Jefe. Por doble razón era de interés el encuentro entre los dos capos: por no pisarse las mangueras entre bomberos y por multiplicar el efecto de las sangrías populares.

-¡Qué alegría y qué gran honor recibirte Puto Amo y más, tan bien acompañado de gentes tan de mi familia! Me adelanto a ponerme a tu disposición total y asumir como mías las ideas u órdenes que me plantees. Ningún pero encontrarás en ello.

-También para mí es una satisfacción estar aquí y contar contigo y los tuyos. Voy a daros ocasión de sangrar a lo grande. No quiero decir que en ello no seáis expertos, si no que, juntos, vamos a por un rebaño inmensamente mayor, para lo que poseo las más potentes armas anestésicas para confundir y para idiotizar a tanto bruto. Soy en ello el mejor y tan sólo preciso tener sobre el tablero todos los peones necesarios bien coordinados, entrenados y comprometidos con la causa: desangrar a esta puta España de la que aún queda chicha y sangre en abundancia. Para ello, todos valen, cuanto más curtidos en la lucha total, mejor. Y por aquí tenéis (tenemos) calidad y cantidad de “gudaris” con excelentes hojas de servicios.

Aunque se encontraban en un local bien aislado, mucho les costó a los del grupo no exaltarse con gritos como “¡Puto Jefe, jefe total, a por ellos, no hay compasión!”. No pudieron evitar un corto pero muy entregado aplauso que apenas acarició la vanidad infinita del gran orate.

-En estas tierras aún tenemos extensos rebaños de maquetos y simpatizantes a quienes podemos sacar hasta las entrañas, ¡y lo haremos, jefe! -intervino María Cintruéniga.

-Os daré una pauta para que todos tengáis claro a quiénes voy a responsabilizar de los “trasiegos”. Dentro de casa, serán Justos Guarrán con Tostado Pavazo quienes reciban mis instrucciones directas para tal manejo, aunque ya os digo que yo jamás sabré nada. De lo de fuera de casa, les tengo encargados a Pepe Foment (auxiliado por  Caldo Gordo) y a Locatis Rizos con idénticos criterios que los otros. Todos sabéis que no tendréis otra evaluación que la mía y que no soy dado a escuchar pareceres. Caso aparte es mi familia que declaro intocable y a la que tengo la certeza total que prestaréis cuanto servicio sea menester. ¡Y sólo reparto yo!

Ahora sí, el grupo no evitó vítores, aplausos y abrazos, relamiéndose por los gozos a recibir de tantas presas sometidas y exprimidas.

-Para terminar, os digo que no tengo oposición, porque no la tolero y porque, de hecho, no existe. Haremos naturalmente las representaciones necesarias de igual forma que con el Bobón Coronado y su tribu.

 

Idéntica obra fueron representando por los diversos territorios, asegurando en cada uno la sumisa lealtad de quienes en su tierra gozasen de suficiente predicamento.

 

No puedo, no quiero, porque me lo impide este agudo dolor de español, afrontar el final de la historieta. Pero, como diría Velázquez, “esto pinta mal”.

Salvo que …el manguito fuera del líquido de frenos y no estuviera tan “en condiciones”. Nunca se sabe

 

CM

18-10-2025

 

  

 


jueves, 16 de octubre de 2025

 ESTUPOR DEL JUEZ

(al Magistrado Leopoldo Puente Segura)

 

 





El juez magistrado del Tribunal Supremo Leopoldo Puente Segura, que ha tomado declaración al ex-ministro, ex-secretario del PSOE y ex-colega íntimo de Sánchez, Jose Luis Ábalos, manifiesta en su auto sentirse “naturalmente estupefacto” porque con los sólidos indicios de graves delitos que pesan sobre Ábalos, mantenga su acta de diputado en el Congreso.

 

Excelentísimo Señor Leopoldo Puente, también yo me encuentro “naturalmente estupefacto” porque:

1-        Haya decidido su excelencia dejar en libertad al señor Ábalos.


2-        El excelentísimo señor presidente del gobierno se mantenga impasible en su cargo mientras que:





-su esposa está imputada por cinco delitos: malversación de caudales públicos, tráfico de influencias, corrupción en los negocios, apropiación indebida de marca e intrusismo.

-su hermano está imputado por dos delitos: prevaricación y tráfico de influencias.





-su secretario general del PSOE, señor Santos Cerdán, ex-colega íntimo y representante personal para negociar con un prófugo de la justicia enemigo de España, esta en prisión provisional por tres delitos: cohecho, organización criminal y tráfico de influencias.

-su secretario general del PSOE, Señor Ábalos, colega íntimo y antiguo ministro, está imputado por organización criminal, cohecho, tráfico de influencias y malversación.





-“su” fiscal general del Estado, esta imputado por un delito de revelación de secretos.

-su colega íntimo Koldo García, socialista, ugetista, experto en seguridad, concejal navarro, asistente íntimo de Ábalos recomendado por Santos Cerdán, esta imputado por organización criminal y corrupción política.




-y él mismo, adalid de todos los anteriores (y los que probablemente aparecerán), haya dispuesto y disponga del patrimonio de todos los españoles para pagar a enemigos declarados de España a cambio de que sus apoyos políticos le mantengan en el cargo.

 

Excelentísimo señor magistrado, dice usted estar “estupefacto”. Yo también. Y es de imaginar que lo estén cuantas personas decentes y lúcidas haya en España. Pero señor magistrado, también estoy indignado con que una poderosa banda de delincuentes haya secuestrado la voluntad de los españoles y esté desmantelando no sólo el patrimonio material de todos sino también nuestro patrimonio inmaterial.

 

Excelentísimo señor magistrado de nuestro Tribunal Supremo, puesto que yo soy incapaz de encontrar cómo nuestro ordenamiento jurídico me (nos) puede sacar de tan funesta situación, ¿puede mostrarme (mostrarnos) la vía jurídica que, más allá de “medidas cautelares” como las retiradas de pasaportes o las comparecencias periódicas en sedes judiciales, permita terminar con la injusticia del sometimiento de un pueblo a una banda de malhechores a través de una “Justicia Honorable, imparcial, independiente, inamovible, responsable y con sumisión exclusiva a la ley”?

 




Es gracia que suplica a su excelencia y espera alcanzar por ser de justicia quien siente desmoronarse nuestro estado de derecho pese a la valiente actuación de muchos de sus compañeros.

 

CM

16-10-2025

 


miércoles, 15 de octubre de 2025

 LA RESIDENCIA GERIÁTRICA

 





Somos cuatro provectos octogenarios, amigos, pacíficamente contrincantes y hasta muy recientemente muy próximos y antiguos vecinos.





Hace ya muchísimos años tuvimos hijos con diferencias cortas de edad que se criaron en un ambiente apacible, pura naturaleza entonces, que creo que ha sido una marca importantísima en sus vidas. Nuestros hijos en particular, regresando de las visitas a los abuelos en Madrid, echaban pestes del desagradable olor y ruido de la gran ciudad. No es de extrañar que después situaran sus nidos en entornos naturales. Creo que tuvieron una vida muy saludable.

Aquél pequeño y humilde pueblito en que nos asentamos a principios de los setenta, ha experimentado una gran transformación, repleto de servicios, urnanizaciones, grandes avenidas en que la tierra fue cediendo lugar al cemento, al ladrillo y al asfalto.

Hace tiempo que los cuatro amigos pusimos fin a nuestras intensas y extensas vidas laborales. Se vaciaron nuestras agendas cotidianas, se apaciguaron los teléfonos, escapamos de los atascos de tráfico diarios y entramos en un sereno tránsito a la vejez. En el inevitable avance hacia ella también fueron mermando nuestros viajes paulatinamente y nuestro mundo inmediato se fue haciendo cada vez más pequeño.





Un día, el más entusiasta del grupo, enarboló la bandera mágica del reencuentro bajo la potente enseña de un precioso juego de cartas: el Mus. Como suele en los cuartetos clásicos, a lo largo del tiempo en el grupo se han ido produciendo penosas sustituciones, pero siempre manteniendo las esencias y los tres tiempos en los encuentros: charla, meriendita y Mus, con anárquica libertad de mezcla entre ellos. Las siete de la tarde de los lunes se convirtió en la hora mágica de los encuentros y las dos o tres siguientes han venido ocupando una parte muy principal en nuestras vidas.

Uno de los “jóvenes contendientes” se cayó al salir de un coche. Se rompió una muñeca (enyesada) y quedó lesionada una cadera sin opción a cirugía, de forma que le incapacita casi para andar y totalmente para afrontar escaleras. El diseño de su casa impide que se pueda manejar en ella. En tanto pueda fabricarse una solución, nuestro amigo lleva tres días en una residencia geriátrica.





Ayer nos coordinamos los tres para ir a ver al “residente”. Como nos perdimos en el camino, dispusimos de poco tiempo para charlar con él (no hubo tiempo para utilizar la mágica arma de la baraja y amarracos que llevábamos). Se llevó una sincera e inesperada alegría. Le encontramos lúcido, dolorido pero locuaz, calificó de buena la alimentación, duerme bien y manifestó que estaba “viviendo una experiencia nueva”. Si ese ánimo se mantiene, lo fundamental marcha.

La residencia ocupa un nuevo y enorme edificio precedido de una muy amplia terraza entoldada de agradable aspecto. Ya dentro, mármoles y amplios y largos pasillos asépticos, varias salitas y muchos ancianos.





Leí alguna vez que los ancianos exhalamos un olor específico (“kareishu” lo bautizaron los nipones) que produce la molécula “2-nonenal”, consecuencia de la oxidación de los ácidos grasos de la piel. ¡La oxidación una vez más! Estoy convencido de que el maravilloso oxígeno que nos permite vivir, también nos va matando lentamente. El caso es que la concentración de kareishu impregna este tipo de locales y, posiblemente mezclado con productos desinfectantes, produce un “perfume” con personalidad (no es un Chanel 5, pero … tampoco se confunde y posee un alto grado de permanencia).








Pienso que la calidad de este tipo de residencias radica en su personal. Es uno de esos empleos que considero inconcebibles si no son vocacionales. Para mí que tiene muy altas exigencias que sólo es capaz de cubrir la vocación, además de otras habilidades y adiestramientos. El grado vocacional lo percibo inmediatamente, para bien y para mal, e incluye un amor inmenso por el ser humano desvalido y una gran capacidad para expresarlo. De no existir este don, lo demás tiene poca o ninguna importancia. Puede que algunos residentes lo sean circunstancialmente y por poco tiempo. Pero creo que una inmensa mayoría son permanentes y que allí pasan los últimos tiempos de esta vida. En ocasiones con el cuerpo o el alma, o los dos, maltratados, en malas condiciones. Por ello creo que es fundamental que se perciba el amor, sin límite, con entrega y paciencia infinitas. Muy comúnmente el último tramo de la vida está más precisado de amor (además de especiales atenciones físicas) y no siempre están los más allegados en disposición de transmitirlo con la intensidad y el tiempo que el anciano demanda. Los cuidadores han de ser conscientes de tal carencia y atender a cubrirla en la medida de sus posibilidades.





La residencia donde visitamos a nuestro “mosquetero” ofrecía un espléndido aspecto material. A las cuidadoras que atendían a las personas del salón en que se encontraba nuestro amigo, les faltaba vocación. Apenas se mantenían dentro del puro respeto.

No me gustó la residencia en la que nuestro amigo está pasando ahora su vida (sin saber por cuánto tiempo).

Quizás lo que pido sea una quimera. Si es así, no me gustan las residencias de ancianos.

Anoche me dormí con un quedo canturreo: “tanto vestido blanco, tanta parola, y el puchero a la lumbre con agua sola”.  

 

CM

15-10-2025