miércoles, 7 de agosto de 2024

 MUS (2)

 




Al filo de las diez nos despedíamos anoche tras la acostumbrada charla-merien-mus semanal.

El encuentro me hace sentirme favorecido por la vida. Una vida larga que estimo humanamente muy fructífera. Vislumbrando en este tramo vital la meta de todo el que nace, se simplifica, se reduce la vida una enormidad. Tanto que se corre el riesgo de la soledad no buscada.

Afortunadamente y con los naturales esfuerzos, los cuatro hemos accedido con nuestras parejas a unas familias espléndidas, adorables, que bien pueden ser ejemplares. Hijos y nietos que nos engrandecen. Vuelan con esplendor humano. Naturalmente sus vuelos se hacen más lejanos, sobrevolando mundos que no hemos llegado a conocer, incluso a entender. La época de nuestros propios vuelos pasó. Nos recreamos con los vuelos de nuestras gentes.

En este proceso de la vida, ésta se estrecha, se empequeñece, caben cada vez menos sorpresas, los aconteceres se hacen más y más repetitivos. Y el físico es en todo caso un freno eficaz para cualquier vuelo nuevo. Y la mente, el sentimiento, no le va a la zaga.

En este punto de la larga caminata contar con la compañía de amigos a quienes poder escuchar con interés y comprensión y que nos escuchen con afecto, es más que un privilegio, es algo muy parecido a un milagro. ¡Nosotros, los cuatro, lo disfrutamos! Tanto, que excita el interés vital la mera espera del próximo encuentro.

Despidiéndonos anoche, lo hacíamos aplazando la reunión próxima alguna semana más. La época veraniega lo propicia. Reconozco desazón por ello. El profundo afecto no se aplaza, tan sólo algo tan importante como el contacto sensitivo.

Mientras nos volvemos a ver, escuchar y abrazar, os deseo lo mejor, desde luego por vosotros mismos, pero también por mí, porque estáis integrados en mi vida. Muchas gracias, queridos amigos.

 

 

PS: ¡Ah, predilectos contrincantes, si es posible, aprovechad para entrenar con el naipe!

 

 

7-8-2024

 

CM

 


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