BUENOS Y MALOS
Pedro Sánchez, usurpador de la marca PSOE (“la ganadería”), la ha pulverizado. Su condición de degradador ha infectado incluso a la marca de la que mamó y que le encumbró.
Pedro Sánchez ha llevado al paroxismo la simplificación dicotómica entre buenos y malos. Simpleza para mentes simples que se ha demostrado altamente eficaz.
El planteamiento combativo de la dualidad lo rescató políticamente Rodriguez Zapatero de las exiguas ascuas del enfrentamiento cainita en la guerra del 36 al 39. ¡Y lo hizo desde el 2004, 65 años después! “Nos interesa que haya tensión”, reconoció ante un micro involuntariamente abierto.
Pedro Sánchez, autoproclamado adalid del progreso ha llevado la bandera del enfrentamiento entre buenos y malos a una cumbre más elevada. Como gobernante ha explicitado su plan de levantar un muro dentro de España que separase a buenos de malos y, naturalmente, emplearse en aquellos y destruir a estos.
Soslayando la profunda dificultad filosófica desde Aristóteles hasta hoy de determinar lo bueno y lo malo, Pedro Sánchez se autoproclamó el sabio juez que estableciera un principio simple y claro: los buenos son los que están conmigo. Los otros son los malos. Para mejor identificar a estos recurrió con habilidad a sinónimos simplistas: fachas (referencia al antiguo franquismo) y fascistas (referencia al antiguo Mussolini) más repetidamente, con sus derivados más o menos creativos e injuriosos.
Cierto que muy generalmente se asumía la secuencia: socialista, progresista, culto, justo, trabajador, explotado. Y los del otro lado del muro: antisocialista, retrógrado, bruto, injusto, holgazán, explotador.
Hoy podemos dar por demostrado que todo el entorno de Pedro Sánchez es mentiroso, ladrón y machista. Todas ellas cualidades de lo que la inmensa mayoría consideramos malo y se lo enseñamos así a nuestros niños.
En su imparable carrera cesarista Pedro Sánchez también se autonombró juez supremo y legislador único. Simplificación de la gobernanza usada por dictadores y tiranos.
La marca que saqueó, PSOE (“la ganadería”), hoy es prototipo de antisocial, retrógrada, indocumentada, injusta, vaga, usurera y explotadora.
Durante su gestión “socialista-progresista”,
-Incrementó la diferencia entre los más ricos y los más pobres. ¿Progresista?
-Empobreció económicamente a España en relación a los demás países. ¿Progresista?
-Hizo la vivienda (alquiler o compra), inaccesible para más ciudadanos. ¿Progresista?
-Devaluó a España en el contexto internacional. ¿Progresista?
-Persiguió en cuanto pudo el esfuerzo y el trabajo. ¿Progresista?
-Alentó o permitió que su propia familia tuviese un trato de favor imposible (y punible) para la ciudadanía. ¿Progresista?
-Derrochó el fruto del trabajo de los ciudadanos en comprar voluntades y dar dádivas y regalías. ¿Progresista?
-Incrementó el paro entre los jóvenes. ¿Progresista?
-Creó una enorme inseguridad jurídica, extendiendo la zozobra y el miedo. ¿Progresista?
-Empeoró servicios públicos esenciales como el suministro eléctrico y los transportes en tanto ha abusado escandalosamente de helicópteros y aviones para sí. ¿Progresista?
-Abrió de par en par nuestras fronteras a inmigrantes sin trabajo, sin ofrecerles la formación y apoyo necesarios para poder trabajar, condenándoles a morir de hambre, o a subsistir esclavizados por el Estado o a delinquir para procurarse el necesario sustento. ¿Progresista?
Y si, humanamente y verazmente, no disponemos de los recursos y oportunidades para la procura de lo preciso para la dignidad humana de los inmigrantes, las puertas han de cerrarse: no a morir de hambre, no a los parásitos, no a los delincuentes, sean de aquí o de fuera.
Es doloroso y sorprendente que desde las filas del PSOE (“la ganadería”) hayan permitido tanto y tantos desmanes. ¿Progresista? Apenas alguna voz débil se atrevió a algo.
Creo imposible que Pedro Sánchez mantenga ningún poder. Es más, creo muy posible que haya sobrada causa para que los tribunales juzguen sus desmanes.
Algunas (pocas) mujeres de la oposición oficial expresan ideas claras, son contundentes en oponerse, y gestionan conforme al principio de alentar el progreso y convivencia social real. Muchos, muchísimos otros, aparentan ser ese sobrepeso sobrante del que todos soñamos deshacernos.
Otra supuesta oposición, pero colaboradora del indeseable, que desprecia u odia a España (“allí no tenemos amigos, tenemos intereses”), es absurdo que tenga cabida en las instituciones de España. Así que tenemos también un severo problema en el sistema político. Habrá que resolverlo. A las instituciones españolas sólo se debe ir para trabajar por y para España. Es natural y muy respetable que haya sentimientos y pareceres distintos y contrarios. Pero no pueden tener cabida en las instituciones y economía españolas. ¿Cómo se entiende que en el Parlamento de España se escuchen alegatos contra España?
Si ocurriera que lo que yo pienso y deseo fuese refrendado por las urnas, quien tomase el timón tendrá la obligación de identificar con solvencia todo lo que el binomio Zapatero-Sánchez hizo contra España y extirparlo como con cualquier miembro enfermo que ponga en peligro nuestra salud. Lo digo porque tuvimos un gobernante aupado por el descontento del mal hacer anterior de un supuesto contrario que asumió impertérrito los males heredados, aunque nos ayudase a salir de la bancarrota.
Si las urnas me fuesen contrarias y apoyasen la maldad, ¡adiós muy buenas!
No me siento capaz de separar buenos de malos. En el fondo creo que es Dios finalmente quien tiene esa potestad.
Sin embargo, tengo clarísimo que ciertos actos son malos y condenables. Nuestro sistema debe condenarlos.
CM
16-6-25