martes, 17 de octubre de 2023

 NÉMESIS,

DONDE LAS DAN LAS TOMAN

 

 


 

Cuando el cabo penetró en el recinto se topó con un festín de sangre, una mujer semidesnuda encogida sobre una cama, un anciano lloroso consolándola y dos cuerpos inertes y una escopeta en el suelo encharcado. Un sollozo tenue entrecortado, levísimos quejidos y una especie de canturreo infantil del abuelo. Un olor denso, dulzón, mezcla de sudor, sangre y dolor.

 



El viejo Pedro aún vivía con su mujer, Caridad, sólos. Seguía atendiendo a diario el olivar que recibió de su padre y aquel de su abuelo, y éste de su padre …, actualmente unas cincuenta hectáreas, cinco mil imponentes olivos de picueles que formaban parte cardinal de la familia. Eran varias las generaciones que venían viviendo gracias a esa fecunda tierra de producción vecera que obligó a una sabiduría ancestral exigente para ser comedidos, prudentes, frugales y guardosos en los años de buenas producciones sabiendo que la siguiente cosecha había de ser con certeza mucho menor.

 



Dos hijos tuvieron Caridad y Pedro. Candela, la mayor, nació hace unos veintiséis años, despierta y lista desde la cuna. Un año después llegó Manuel, fuerte y sano. Candela llamó la atención desde su primera niñez por la curiosidad enorme que por todo manifestaba y por su llamativa capacidad intelectiva. En el colegio de las monjas destacó desde el principio especialmente en las asignaturas de ciencias. Acumuló matrículas curso tras curso y acabó el bachillerato con premio extraordinario. Con diecisiete años no tenía dudas de que sería ingeniero electrónico. Los padres, naturalmente perplejos, centraron su atención y esfuerzo en que su niña fuese a la bastante próxima Toledo para estudiar aquello que tenía tan claramente pensado. Consiguió Candela realizar los cinco años en cuatro, todos con la cosecha de matrículas que habituaba, obteniendo apenas cumplidos los veintidós el premio extraordinario de fin de carrera. Obtuvo una prestigiosa beca para prolongar sus estudios en Alemania. De regreso a España fue contratada de inmediato por una multinacional con oficinas en Madrid.

 



Manuel, sin ser nada extraordinario intelectualmente, remató sus estudios con una buena formación profesional como electricista, responsable, simpático y mañoso, pronto se hizo fama en la comarca como buen profesional, con lo que no le faltaba trabajo que, además, le permitía ayudar a sus padres en el cuidado de las tierras. Desde niño fue un enamorado del campo, pero, ayudado por la sabiduría y experiencia de sus viejos comprendió que debía procurarse un oficio. No tuvo dudas en cuanto a cuál ya que, de siempre, había mostrado interés y habilidad por todo lo relacionado con la electricidad. Era en el pueblo un mozo querido y respetado por todos. Las chicas festejaban su simpatía y sus ocurrencias a las que nada estorbaba su muy atractivo porte. Hacía tiempo que había comprometido sus relaciones con una joven de acaudalada familia y hacía un año celebraron su matrimonio. La casa que les facilitaron sus suegros, sobradamente amplia para los dos, terminó vistiéndola su reciente mujer con enorme gusto, de manera que construyó un confortable hogar. 

 


Era raro que Candela faltara los fines de semana en el pueblo. Para que mejor gozase de su independencia, en una antigua construcción anexa a la casa familiar habían montado una especie de bello apartamento con una amplia sala de estar, un par de sillones, una mesa-velador, una mesa y sillón de trabajo, chimenea y cocina, un dormitorio separado por unas estanterías repletas de libros y, tras una puerta, una estancia de aseo con retrete y ducha. De manera que, unido a la vivienda de sus padres, le permitía una cómoda autonomia con que disponer libremente de sus horarios, sus lecturas, sus relaciones sociales y su soledad.

 




Todos los años, en primavera, festejando la recogida de la oliva se celebraban importantes fiestas populares: pregón, nombramiento de la reina de la fiesta y sus damas, procesión de carros engalanados, baile popular, … el pueblo entero participaba y acudían cantidad de forasteros atraídos por la fama y atractivo de la fiesta. 

 

Caridad, Pedro, sus hijos, y una buena cantidad de familiares y amigos se integraron como siempre para celebrar su fiesta. En la verbena bailaron todos tratando de salvar los pies de los pisotones ajenos y cuidando de no colocar los zapatos propios encima de los demás. Euforia, risas, alegría desbordada, bullicio, espontaneidad, cierta locura colectiva. La fiesta transcurría en sana diversión dentro de unos admitidos límites de desmadre.

 

Avanzada la noche, Pedro indicó a Caridad la conveniencia de retirarse. También a Candela le pareció una medida oportuna, se encontraba verdaderamente machacada. Así, se despidieron de los más próximos. Manuel y su joven esposa María aún se encontraban en pleno baile. Iniciaron tranquilamente el regreso a casa los tres. El aire fresco de la noche estimulaba. Pero la edad y achaques de los mayores haría que se demorasen casi quince minutos en hacer el camino de vuelta a casa. Al llegar, se despidieron con unos besos cariñosos y entraron cada cual en su vivienda.

 




Un grito desgarrado, aterrador, hizo saltar a Pedro de la cama, coger la escopeta y un puñado de cartuchos, salir a la noche y entrar por la puerta entreabierta de Candela. 

 

¡NÉMESIS! A toda la comarca llegó el alarido profundo y bélico de la poderosa diosa mitológica griega, responsable de la Venganza, la Justicia y la Fortuna. También alcanzó su voz potente a cada recodo del Olimpo.

 





Alguien forcejeaba sobre su hija y otro le sujetaba las piernas desnudas. Dos disparos produjeron un estruendo prolongado que retronó miles de veces en los árboles. Se desplomaron dos cuerpos. También el de Pedro cayó al suelo, pero como impelido por un resorte llegó hasta la cama de su hija, encontró sus escasas ropas y su rostro salpicados de sangre. Tomó con exquisito cuidado y ternura su cara con la angustia de encontrar heridas, No las encontró, pero del cuello le brotaba sangre abundante. Caridad, de rodillas junto a su hija se fundió con ella en un excitado abrazo. Rompió la joven en un llanto convulso empapando de lágrimas y babas la camisa de su madre que, al poco, dio con el teléfono y marcó. Los dos cuerpos desconocidos permanecían inertes.

 


En el hospital, Candela en una cama, Pedro en la otra y Caridad entre los dos, se iban serenando lentamente. Por fortuna Candela tenía un corte no muy profundo en el cuello, ya curado y tapado, múltiples arañazos y cardenales por brazos y piernas, terror y repugnancia infinitos. La veloz intervención de su padre evitó males irreversibles.

 


En el pasillo Manuel y María hablaban con dos médicos. La joven se recuperaba normalmente. Había tenido suerte con la herida del cuello porque se la habían producido con un cuchillo que le habría causado un gravisimo problema de haber profundizado. El traumatismo emocional evolucionaba bien, pero seguramente precisaría de apoyo psicológico. El padre sufría un severo problema emocional, un efecto natural de lo sucedido. En cuanto a los asaltantes, los dos se encontraban en estado muy grave. Uno había perdido prácticamente media cara y aún no se conocía el alcance de afectación al cerebro. El otro sufría una perforación de pulmón y tenía afectados otros órganos con diversos grados de daños. Las pérdidas de sangre habían sido muy importantes. A ambos se les estaba interviniendo quirúrgicamente en esos momentos. 

 


Manuel, disculpándose, se apartó del grupo cuando vio acercarse al sargento y a un guardia, los que se presentaron en casa de su hermana pocos minutos después de llamar su madre. El guardia era compañero suyo en el equipo local de fútbol y buen amigo.

 

         -Buenos días, Manuel. Lamentamos enormemente la tragedia que ha sufrido vuestra familia. Pero ya nos han informado que se recuperarán totalmente. Los asaltantes son forasteros y ya veremos si salen de ésta. Técnicamente su padre está detenido hasta que se presente ante el juez y emita la resolución oportuna. Pero no queremos añadirle ninguna incomodidad más. De forma que cuando salga del hospital deberá permanecer en casa hasta que se encuentre en condiciones de pasar por el cuartel para que podamos tomarle declaración y elaborar el preceptivo informe antes de presentarse ante el juez.

 

         -Muchas gracias por todo. Su ayuda y su exquisita atención no la olvidaremos jamás. Instalaremos en casa a mis padres y a mi hermana. Será lo mejor para que estén totalmente atendidos. Seguro que él será el primero que desee pasar por el cuartel para lo que sea menester. Les repito mi agradecimiento personal y el de toda la familia.

 

Al día siguiente dos mujeres jóvenes bien trajeadas y con corteses maneras de quienes están acostumbradas a mandar se presentaron en el hospital.

 

         -Venimos a visitar a la señorita Candela Ortega. Les ruego que le indiquen que somos la directora general y la directora de la asesoría jurídica de la empresa en que trabaja.

 

         -Un momento señoras. Ahora aviso al médico de planta.

 


Pocos minutos después las visitantes entraban en la habitación en la que aún permanecía Candela. A sus padres ya les había recogido su hermano la noche anterior.

 

         -Que sean buenos días, Candela. Lamentamos profundamente todo lo ocurrido y somos portadoras del cariño y buenos deseos de todos tus compañeros.

 

         -¡Por Dios! De ninguna manera deberíais haberos molestado. Pero os lo agradezco de todo corazón -se quebró su voz y la asaltó un breve sollozo-, por favor no dejéis de transmitirles a todos mi agradecimiento. Como veis sigo viva y recuperando rápidamente el tono para participar en la pelea.

 

         -Verás, el motivo de que me acompañe Juana es porque suponemos que en tu familia pudiérais tener alguna molestia jurídica. Si fuese así, queremos que sepas que nos ocuparemos lo que sea necesario.

 

         -Benditas seáis. Ni tan siquiera se me había ocurrido algo tan obvio, lo cierto es que aún me encuentro bastante ofuscada. No tengo palabras que recojan suficientemente mi gratitud.

 

Durante varios minutos departieron en primer lugar con el pormenor de los tremendos sucesos acaecidos. Después, haciendo cábalas sobre el pronto reinicio de su actividad laboral y el desarrollo de los interesantes proyectos en que ella se encontraba involucrada y finalmente las nuevas y ambiciosas planificaciones que se planteaba la alta dirección de la empresa. Fue un encuentro, primero muy emocional, después muy gratificante y finalmente muy interesante. Se despidieron con gran cordialidad en la confianza de que la reincorporación pudiese ser pronto. También recalcaron que el servicio jurídico de la empresa se hacía cargo desde ese momento de la representación de su padre, para lo que tomarían contacto directo con él, una vez que Candela le explicase la decisión tomada.

 

Unas semanas más tarde la joven ingeniera, integrada en su trabajo a pleno rendimiento y entusiasmo, sólo sufría algunas alteraciones en su sueño nocturno. Cada vez menos frecuentes, pero aun tremendamente angustiosas. Pero su talante, su familia, su trabajo y sus amigos formaban un ejército invencible incluso contra una brutal y espantosa agresión. Las positivas revisiones médicas de sus padres también le aportaban la serenidad necesaria.

 

Enfrascada en su trabajo atendió finalmente las llamadas reiteradas en su teléfono. Desde la centralita de la empresa le trasladaron que una mujer insistía en hablar con ella. Se presentaba como Irene Sumita, directora de la revista femenina Matriz muy volcada en el apoyo a las mujeres. Aceptó que le pasaran la comunicación.

 

         -Buenos días, soy Irene, directora de la revista Matriz, y estoy muy interesada en que me conceda una pequeña entrevista en que charlemos del brutal ataque que sufrió recientemente. Seguro que con ello puede ayudar a otras mujeres. Y sólo emplearíamos unos minutos.

 

         -Buenos días, Irene. Pero tengo trabajo acumulado y, por otra parte, ningún deseo de revivir lo que tanto me ha costado superar.

 

         -Me hago cargo. Sin embargo, debo insistirle pues le aseguro que apenas nos llevaría unos minutos y creo que sería muy importante la ayuda que pudiera usted prestar a otras personas. El único objetivo de nuestra revista es justamente ayudar.

 

Candela pensó en la cantidad de personas que a ella la habían ayudado. Bueno, pudiera ser que con su personal sacrificio pudiese ayudar ella.

 

         -Está bien. Aunque no puedo ofrecerle más de media hora. Podría aprovechar el momento en que bajo a tomar un té a la cafetería de la esquina próxima a mi oficina.

 

         -¡Desde luego, muchas gracias!, yo estoy muy próxima a su oficina, ¿podría ser hoy?

 

         -Está bien, en treinta minutos.

 


Cuando tomaba el ascensor para acudir a la cita ya estaba totalmente arrepentida de haber cedido ante una desconocida que había manifestado una actitud que le pareció excesivamente perentoria y agresiva. Pero no era capaz de incumplir su compromiso.

 

Cuando entró en la cafetería, a esas horas casi vacía, identificó con certeza a la tal Irene: algo mayor que ella, algo estrafalaria en el vestir, el pelo teñido multicolor, algún piercing a la vista y un tatuaje llamativo sobre una ceja. Estuvo en un tris de darse la vuelta. Pero ya la multicolor se le echaba encima estrechándole las dos manos como si existiera entre ellas algún tipo de confianza.

 

         -Sabía que no me equivocaba contigo. ¿Nos sentamos en aquella mesa suficientemente apartada?

 

No fue necesario contestar porque ya alcanzaba la mesa. No pudo por menos de seguirla y sentarse frente a ella. Enseguida acudió una camarera que tomó nota de un café sólo y un té verde que tardó poco en servir.

 

         -Pues tú me dirás que te interesa saber.

 

         -Realmente conocemos casi al detalle los hechos del ataque salvaje que sufriste. Pero me gustaría que me pudieses comentar tus sensaciones, si te sentiste muy humillada, por ejemplo. Eran fieras sin duda, como suelen comportarse habitualmente los machos y …

 

         -Oye, oye, no generalices. Todo lo contrario, los hombres de mi vida son extraordinarias personas. Y realmente, en veintiséis años tan sólo he sufrido esta mala experiencia con hombres. Aunque es verdad que su comportamiento no fue humano sino tremendamente salvaje.

 

         -Bueno, yo diría entonces que, aunque parezca incongruente, has tenido suerte. O quizás no hayas sido consciente a lo largo de tu vida de la sumisión a la que te has visto sometida siempre. 

 

         -Mira, no insistas. Soy una persona afortunada sin duda. Tengo una maravillosa familia, amigos y vecinos estupendos y en mis estudios y mi trabajo jamás me he sentido discriminada por mi condición de mujer. Lamento mucho que disientas, pero lo cierto es que no soy modelo de mujer maltratada en absoluto, salvo claro está, el horrible episodio del que me dices conocer bastante. Sinceramente, no me explico cuál es tu intención en esta entrevista.

 

         -Digamos que ha querido la casualidad que no te hayas sentido violentada por esta sociedad de mierda, con perdón. Por cierto, ¿estas bien asesorada para fulminar a esos criminales? Además de la revista, pertenezco a una organización bravamente luchadora por los derechos de las mujeres. Tenemos importantes ayudas estatales que nunca son suficientes. Quizás puedas tú ayudarnos en esto.

 


         -Vamos a ver, no insistas. Veo clara tu intención y tengo que decirte que no puedo estar más en desacuerdo con tus planteamientos. Además, no puedo evitar la sensación de que no has sido franca conmigo. Y eso, no lo admito. Se nos agotó el tiempo.

 

Se levantó sin despedirse, le hizo una seña a la camarera para que le anotase el importe de las consumiciones y salió a la calle. Jamás volvió a saber de Irene Sumita. Pero se reprochó la estupidez de haber cedido a encontrarse con una desconocida que, como mínimo, estaba como las maracas de Machín.

 

Los atacantes lograron salvar la vida, pero con secuelas muy considerables. Pasaron a disposición judicial tras muchos meses detenidos en el hospital. 

 

La juez de instrucción, escuchado el testimonio de Pedro y de Candela y visto el atestado de la guardia civil, apreció legítima defensa y resolvió no investigar a Pedro.

 


Los olivos lucían esplendorosos acompañando el resurgir de toda la familia. 

 


Y Némesis descansó en el Olimpo.

 

 

17-10-23

 

 

CM

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 12 de octubre de 2023

 EN BRAZOS DE MORFEO

 

 

Aquí
en esta orilla blanca
del lecho donde duermes
estoy al borde mismo
de tu sueño. Si diera
un paso más, caería
en sus ondas, rompiéndolo
como un cristal. Me sube
el calor de tu sueño
hasta el rostro. Tu hálito
te mide la andadura
del soñar: va despacio.

(Pedro Salinas)

 

 

 


Las lenguas de fuego que se iniciaron en los troncos de los árboles  más próximos rápidamente se fueron extendiendo por todo el bosque, conforme me voy abrazando a los troncos se dispara mi placer, no es posible parar, no debo parar, salto de un árbol a otro sin sentir el suelo, estoy volando, cada lengua de fuego me purifica, necesito que me penetren en el fondo del cuerpo, giro rozándome con las cortezas de los árboles y no percibo dolor, aumenta mi gozo, subo sin ningún esfuerzo hasta la copa de uno de los árboles, puedo alcanzar el cielo infinito, esta plenitud me da la vida, cuando me sumerjo en las aguas del río, como no me mojo, puedo respirar sin dificultad bajo la superficie, paso a la orilla opuesta, puedo volar, puedo volar …

 



En el capítulo de “La Manceba” os hablé de Nívea (Afrodita para los amigos), de su pasión instantánea y mágica por Bruni y de su sorprendente relación apasionada en un extraño mundo entre los humanos y los cantos rodados del río. Mencioné que Nívea estaba felizmente casada con “Morfi”, apodo familiar de Morfeo. Pero no tuvimos oportunidad de extendernos en Morfeo. Sólo que se trataba, al menos para Nívea, de una gran persona, atento con todo el mundo y ocurrente. Recuerdo que, tras años en común, no habían podido tener hijos pero que, de común acuerdo, habían decidido que no sería un problema para ellos. Era farmacéutico. Nívea hacía con frecuencia las veces de manceba de la farmacia y, en una de esas ocasiones apareció Bruni en su vida.

 

Se dijo que los padres del farmacéutico decidieron llamarle Morfeo por su propensión a dormir desde que nació. Pero lo cierto es que otra razón de infinito mayor alcance justificó su nombre. Bien fuera a priori, antes de nacer, o ya nacido, Morfeo era la encarnación del mitológico dios griego. 

 


Morfi tenía el poder de inducir los sueños en los humanos, como el poderoso dios de la mitología, hijo principal de Hipnosis (el sueño) y Nix (la noche), los muy prolíficos padres. Los de nuestro Morfeo sin embargo sólo tuvieron un hijo, Morfi. 

 

Conforme crecía Morfi se iban perfilando sus extraordinarias facultades. Poco a poco pudo ir controlando la dirección de sus poderes oniricos. Misteriosamente encontró empujado su interés hacia el mundo de las drogas. Estudió farmacia en cuyos estudios destacó desde un primer momento.

 


Morfi manifestaba su buen corazón especialmente con su enamorada Nívea a quien procuraba a diario los mejores y más sugestivos sueños. ¿Fue acaso el apasionado encuentro entre Nívea y Bruni un sueño inducido por Morfi? ¿O fue un sueño quizás el arrebato pasional con el que entrechocaron los cantos rodados, uno blanco y el otro negro, ambos con forma de corazón? ¿Realidad, sueño, vivencia real, ensoñamiento ideal?

 

Pero Morfeo no era capaz de dirigir sus propios sueños, era la única persona sobre la que no disponía de poder divino. Sí tenía la capacidad de incorporarse al sueño de otros, de participar en sus ensoñaciones y fantasías. 

 


La imposibilidad de incitar sus propios sueños le producía una frustración creciente. Buscó, exploró y probó de mil maneras fórmulas que le permitiesen superarlo. En una indagación que comenzaba a serle desesperante se percató de sus conocimientos químicos y farmacológicos. Así, de forma muy natural reparó en un derivado de su propio nombre: ¡morfina! 

 

Tenía a su alcance la conjunción de sus conocimientos científicos y su fácil e inmediato acceso a las materias primas de los opiáceos y sus derivados. Fue una excitante experiencia iniciática. Buscaba Morfi lo que de su propia naturaleza no conseguía: actuar sobre su cerebro para alcanzar las más placenteras ensoñaciones. Poco a poco se convirtió en un verdadero mago en el manejo y combinaciones de diversos opiáceos y drogas. Con ellas no logró condicionar sus propios sueños pero sí que, escapando de su propia voluntad, le llevasen a alucinaciones gozosas y festivas. Encontró así estímulos que le procuraban una euforia, ímpetu y vehemencia excepcionales.

 

Cierto día, en mitad de un popular puente, Morfi arrastraba la mañana tediosa en la farmacia, con la sensación de que todo el mundo había huído. Nívea había aprovechado para visitar a su hermana en un pueblo no demasiado lejano. Inesperadamente sonó la campanilla de la entrada y al levantar los ojos vio la espléndida figura de Bruni. 

 


-Perdona, venía a ver a Nívea, ¿está en la farmacia?

 

Morfi tardó demasiado tiempo en poder contestar. Finalmente, con la boca reseca, consiguió balbucear:

 

-No, no está. Aprovechó la fiesta para visitar a su hermana. ¿Puedo atenderte en algo?

 


-Quizás sí, aunque me traía la idea de pasar un rato con ella que nos permitiese recordar juntas una experiencia imborrable. Guardo una memoria formidable del rato que compartimos juntas en la preciosa rebotica.

 

Morfeo dudó un instante, desconcertado, antes de, saliendo del mostrador, ofrecerle a la bella que, siendo amiga de Nívea pasase con toda libertad

 

-Yo me llamo Bruni. Si no te interrumpo, aceptaría encantada si me pudieses ofrecer algo.

 


Al tiempo, contoneándose discreta pero explosivamente, pasó junto a Morfi y penetró en la zona de almacén.

 

-Recuerdo que había una delicada y muy agradable habitación más adelante.

 

-Por favor, pasa, pasa adelante con absoluta libertad. ¿Quizás te refieres a esta estancia?

 

-¡Desde luego! Tal como la recordaba.

 

Dejó un pequeño chal que sólo disimulaba una parte del espléndido escote que permitía ver con amplitud su escaso vestido. Se sentó en uno de los silloncitos junto al velador de manera que todo se convirtió en las hipnóticas piernas de Bruni.

 

-¿Te apetece un café o prefieres un refresco?

 

-Me apetece lo más fuerte que tengas -contestó Bruni adelantando la cara y dibujando el inicio del beso con los labios más seductores.

 

-Si quieres –la temblorosa voz de Morfi apenas audible- tengo hecho un extraordinario preparado que eleva a las pasiones más desbocadas.

 


-¡Quiero!

 

Sonó la alerta de la puerta de la farmacia. Rápidamente Morfi acudió (aún aturdido) y en el paso de las dos estancias se dio de bruces con Nívea.

 


-¿Cómo tú por aquí cariño?

 

-El atasco a unos sesenta kilómetros era insoportable, no nos movíamos. Llamé a mi hermana y maniobré para regresar. Mientras, recibí un whatsapp de mi especial amiga Bruni diciéndome que pasaría por la farmacia. Total, que aquí estoy cielo -dijo mientras le plantaba un amoroso beso.

 

-Efectivamente, vino preguntando por ti tu amiga. Estamos dentro a punto de prepararnos una copa.

 

-¡Magnífico, vamos allá! Verás que es una mujer excepcional.

 


El encuentro entre las dos amigas fue apoteósico. No se turbaron ante la presencia de Morfi y manifestaron con total libertad sus compartidas pasiones.

 

-Llegaste cuando acababa de ofrecerle a Bruni un trago de un preparado especial que yo hago y que transporta a un nivel vital de otro mundo.

 

-¡Otro para mí! Así podemos festejarlo los tres juntos.

 


Al poco de beber la pócima les invadió una euforia y vigor colosales. La habitación se hizo pura lujuria en tanto que los tres cuerpos desnudos …

 

Pocos días más tarde Morfeo iniciaba antes de acostarse la lectura del periódico. En portada, a cuatro columnas leía:

“Han acordado formar un gobierno para el país las más destacadas especialistas, los trabajadores más esforzados y galardonados, los pensadores más lúcidos y reconocidos y las jóvenes licenciadas más exitosas: los mejores”.

 


También en portada, a una columna: “Continúa sin éxito el peregrinaje por el mundo en busca de un acomodo de los mandatarios últimos de: PP, PSOE, VOX, SUMAR, ERC, JXCAT, BILDU, PNV, BNG, CCA, UPN, PACMA y demás embaucadores y sanguijuelas sociales”. 

 

Morfeo inició una media sonrisa torciendo el gesto. Después de lavarse la boca, se acercó a la habituación donde hacía un rato que dormía su adorada Nívea. Tenía urdido un plan para conducir sus ensueños.

 

 


 Min fue un antiquísimo dios lunar de la mitología  egipcia, representante de la fertilidad y la fuerza generadora de la naturaleza. Se cuenta que en cierta ocasión en que una guerra terrible requirió que todos los varones egipcios, adolescentes, jóvenes, maduros y viejos, acudiesen a luchar por su país. El único varón que permaneció en Egipto fue Min por sus especiales características físicas: tan sólo tenía un brazo y una pierna, lo que impedía que portase armas. 



Sin embargo disponía de un atributo nítido de su importante fuerza: una verga  de dimensión enorme y de cualidades funcionales fantásticas. El caso es que el dios Min llegó a preñar a todas las mujeres egipcias con lo que aseguró el futuro de Egipto.

 


Morfeo se tumbó cuidadosamente en el lecho junto al cuerpo dormido de la bellísima Nívea que quedó en sus brazos. Invocó al dios Min y le incluyó en el sueño de la bella. Al poco el cuerpo de su mujer comenzó a experimentar un temblor, primero ligero y, más tarde, grandemente agitado. Dormida, Nívea emitió una especie de grito ahogado arqueando el cuerpo.

 

Unas semanas más tarde, familia y amigos de Nívea y Morfi celebraron por todo lo alto la inesperada noticia del embarazo de la mujer de la piel más blanca. Bruni cruzó con ellos una mirada profunda de amor y dicha.

 

¿Fantasías, realidad, sueños, palpable, o todo lo contrario? ¿La vida es lo real o la fantasía? ¿La vida es sueño?

 

 

¡VIVA Y NOS AMPARE LA VIRGEN DEL PILAR!. ¡VIVA ESPAÑA!

 

 

 

 

12-10-23

 

 

CM