EN BRAZOS DE MORFEO
Aquí
en esta orilla blanca
del lecho donde duermes
estoy al borde mismo
de tu sueño. Si diera
un paso más, caería
en sus ondas, rompiéndolo
como un cristal. Me sube
el calor de tu sueño
hasta el rostro. Tu hálito
te mide la andadura
del soñar: va despacio.
(Pedro Salinas)
Las lenguas de fuego que se iniciaron en los troncos de los árboles más próximos rápidamente se fueron extendiendo por todo el bosque, conforme me voy abrazando a los troncos se dispara mi placer, no es posible parar, no debo parar, salto de un árbol a otro sin sentir el suelo, estoy volando, cada lengua de fuego me purifica, necesito que me penetren en el fondo del cuerpo, giro rozándome con las cortezas de los árboles y no percibo dolor, aumenta mi gozo, subo sin ningún esfuerzo hasta la copa de uno de los árboles, puedo alcanzar el cielo infinito, esta plenitud me da la vida, cuando me sumerjo en las aguas del río, como no me mojo, puedo respirar sin dificultad bajo la superficie, paso a la orilla opuesta, puedo volar, puedo volar …
En el capítulo de “La Manceba” os hablé de Nívea (Afrodita para los amigos), de su pasión instantánea y mágica por Bruni y de su sorprendente relación apasionada en un extraño mundo entre los humanos y los cantos rodados del río. Mencioné que Nívea estaba felizmente casada con “Morfi”, apodo familiar de Morfeo. Pero no tuvimos oportunidad de extendernos en Morfeo. Sólo que se trataba, al menos para Nívea, de una gran persona, atento con todo el mundo y ocurrente. Recuerdo que, tras años en común, no habían podido tener hijos pero que, de común acuerdo, habían decidido que no sería un problema para ellos. Era farmacéutico. Nívea hacía con frecuencia las veces de manceba de la farmacia y, en una de esas ocasiones apareció Bruni en su vida.
Se dijo que los padres del farmacéutico decidieron llamarle Morfeo por su propensión a dormir desde que nació. Pero lo cierto es que otra razón de infinito mayor alcance justificó su nombre. Bien fuera a priori, antes de nacer, o ya nacido, Morfeo era la encarnación del mitológico dios griego.
Morfi tenía el poder de inducir los sueños en los humanos, como el poderoso dios de la mitología, hijo principal de Hipnosis (el sueño) y Nix (la noche), los muy prolíficos padres. Los de nuestro Morfeo sin embargo sólo tuvieron un hijo, Morfi.
Conforme crecía Morfi se iban perfilando sus extraordinarias facultades. Poco a poco pudo ir controlando la dirección de sus poderes oniricos. Misteriosamente encontró empujado su interés hacia el mundo de las drogas. Estudió farmacia en cuyos estudios destacó desde un primer momento.
Morfi manifestaba su buen corazón especialmente con su enamorada Nívea a quien procuraba a diario los mejores y más sugestivos sueños. ¿Fue acaso el apasionado encuentro entre Nívea y Bruni un sueño inducido por Morfi? ¿O fue un sueño quizás el arrebato pasional con el que entrechocaron los cantos rodados, uno blanco y el otro negro, ambos con forma de corazón? ¿Realidad, sueño, vivencia real, ensoñamiento ideal?
Pero Morfeo no era capaz de dirigir sus propios sueños, era la única persona sobre la que no disponía de poder divino. Sí tenía la capacidad de incorporarse al sueño de otros, de participar en sus ensoñaciones y fantasías.
La imposibilidad de incitar sus propios sueños le producía una frustración creciente. Buscó, exploró y probó de mil maneras fórmulas que le permitiesen superarlo. En una indagación que comenzaba a serle desesperante se percató de sus conocimientos químicos y farmacológicos. Así, de forma muy natural reparó en un derivado de su propio nombre: ¡morfina!
Tenía a su alcance la conjunción de sus conocimientos científicos y su fácil e inmediato acceso a las materias primas de los opiáceos y sus derivados. Fue una excitante experiencia iniciática. Buscaba Morfi lo que de su propia naturaleza no conseguía: actuar sobre su cerebro para alcanzar las más placenteras ensoñaciones. Poco a poco se convirtió en un verdadero mago en el manejo y combinaciones de diversos opiáceos y drogas. Con ellas no logró condicionar sus propios sueños pero sí que, escapando de su propia voluntad, le llevasen a alucinaciones gozosas y festivas. Encontró así estímulos que le procuraban una euforia, ímpetu y vehemencia excepcionales.
Cierto día, en mitad de un popular puente, Morfi arrastraba la mañana tediosa en la farmacia, con la sensación de que todo el mundo había huído. Nívea había aprovechado para visitar a su hermana en un pueblo no demasiado lejano. Inesperadamente sonó la campanilla de la entrada y al levantar los ojos vio la espléndida figura de Bruni.
-Perdona, venía a ver a Nívea, ¿está en la farmacia?
Morfi tardó demasiado tiempo en poder contestar. Finalmente, con la boca reseca, consiguió balbucear:
-No, no está. Aprovechó la fiesta para visitar a su hermana. ¿Puedo atenderte en algo?
-Quizás sí, aunque me traía la idea de pasar un rato con ella que nos permitiese recordar juntas una experiencia imborrable. Guardo una memoria formidable del rato que compartimos juntas en la preciosa rebotica.
Morfeo dudó un instante, desconcertado, antes de, saliendo del mostrador, ofrecerle a la bella que, siendo amiga de Nívea pasase con toda libertad
-Yo me llamo Bruni. Si no te interrumpo, aceptaría encantada si me pudieses ofrecer algo.
Al tiempo, contoneándose discreta pero explosivamente, pasó junto a Morfi y penetró en la zona de almacén.
-Recuerdo que había una delicada y muy agradable habitación más adelante.
-Por favor, pasa, pasa adelante con absoluta libertad. ¿Quizás te refieres a esta estancia?
-¡Desde luego! Tal como la recordaba.
Dejó un pequeño chal que sólo disimulaba una parte del espléndido escote que permitía ver con amplitud su escaso vestido. Se sentó en uno de los silloncitos junto al velador de manera que todo se convirtió en las hipnóticas piernas de Bruni.
-¿Te apetece un café o prefieres un refresco?
-Me apetece lo más fuerte que tengas -contestó Bruni adelantando la cara y dibujando el inicio del beso con los labios más seductores.
-Si quieres –la temblorosa voz de Morfi apenas audible- tengo hecho un extraordinario preparado que eleva a las pasiones más desbocadas.
-¡Quiero!
Sonó la alerta de la puerta de la farmacia. Rápidamente Morfi acudió (aún aturdido) y en el paso de las dos estancias se dio de bruces con Nívea.
-¿Cómo tú por aquí cariño?
-El atasco a unos sesenta kilómetros era insoportable, no nos movíamos. Llamé a mi hermana y maniobré para regresar. Mientras, recibí un whatsapp de mi especial amiga Bruni diciéndome que pasaría por la farmacia. Total, que aquí estoy cielo -dijo mientras le plantaba un amoroso beso.
-Efectivamente, vino preguntando por ti tu amiga. Estamos dentro a punto de prepararnos una copa.
-¡Magnífico, vamos allá! Verás que es una mujer excepcional.
El encuentro entre las dos amigas fue apoteósico. No se turbaron ante la presencia de Morfi y manifestaron con total libertad sus compartidas pasiones.
-Llegaste cuando acababa de ofrecerle a Bruni un trago de un preparado especial que yo hago y que transporta a un nivel vital de otro mundo.
-¡Otro para mí! Así podemos festejarlo los tres juntos.
Al poco de beber la pócima les invadió una euforia y vigor colosales. La habitación se hizo pura lujuria en tanto que los tres cuerpos desnudos …
Pocos días más tarde Morfeo iniciaba antes de acostarse la lectura del periódico. En portada, a cuatro columnas leía:
“Han acordado formar un gobierno para el país las más destacadas especialistas, los trabajadores más esforzados y galardonados, los pensadores más lúcidos y reconocidos y las jóvenes licenciadas más exitosas: los mejores”.
También en portada, a una columna: “Continúa sin éxito el peregrinaje por el mundo en busca de un acomodo de los mandatarios últimos de: PP, PSOE, VOX, SUMAR, ERC, JXCAT, BILDU, PNV, BNG, CCA, UPN, PACMA y demás embaucadores y sanguijuelas sociales”.
Morfeo inició una media sonrisa torciendo el gesto. Después de lavarse la boca, se acercó a la habituación donde hacía un rato que dormía su adorada Nívea. Tenía urdido un plan para conducir sus ensueños.
Min fue un antiquísimo dios lunar de la mitología egipcia, representante de la fertilidad y la fuerza generadora de la naturaleza. Se cuenta que en cierta ocasión en que una guerra terrible requirió que todos los varones egipcios, adolescentes, jóvenes, maduros y viejos, acudiesen a luchar por su país. El único varón que permaneció en Egipto fue Min por sus especiales características físicas: tan sólo tenía un brazo y una pierna, lo que impedía que portase armas.
Sin embargo disponía de un atributo nítido de su importante fuerza: una verga de dimensión enorme y de cualidades funcionales fantásticas. El caso es que el dios Min llegó a preñar a todas las mujeres egipcias con lo que aseguró el futuro de Egipto.
Morfeo se tumbó cuidadosamente en el lecho junto al cuerpo dormido de la bellísima Nívea que quedó en sus brazos. Invocó al dios Min y le incluyó en el sueño de la bella. Al poco el cuerpo de su mujer comenzó a experimentar un temblor, primero ligero y, más tarde, grandemente agitado. Dormida, Nívea emitió una especie de grito ahogado arqueando el cuerpo.
Unas semanas más tarde, familia y amigos de Nívea y Morfi celebraron por todo lo alto la inesperada noticia del embarazo de la mujer de la piel más blanca. Bruni cruzó con ellos una mirada profunda de amor y dicha.
¿Fantasías, realidad, sueños, palpable, o todo lo contrario? ¿La vida es lo real o la fantasía? ¿La vida es sueño?
¡VIVA Y NOS AMPARE LA VIRGEN DEL PILAR!. ¡VIVA ESPAÑA!
12-10-23
CM