TOMA Y DACA
Estamos en las fechas de dares y tomares por excelencia. Las Navidades.
Muy posiblemente el cristianismo adaptó las fiestas saturnales de la antigua Roma al propósito religioso. Fiesta de alegria para celebrar la llegada de la luz tras tiempos de oscuridad. Nacimiento del “Sol Invictus” en la Roma antigua, Nacimiento de Jesucristo (la luz) para el cristianismo.
Ya en su origen romano en las fiestas de la segunda quincena de diciembre se celebraban banquetes y se intercambiaban regalos entre familiares en fiestas orgiásticas.
En el siglo IV el papa Julio I establece el 25 de diciembre como la fecha de la Natividad, el Nacimiento de Jesucristo, convertida en fiesta universal. De tal forma que las fiestas paganas se desplazaron a fechas posteriores, centrándose finalmente en el Fin de Año.
Es fascinante que las costumbres de la celebración de banquetes y el intercambio de regalos se hayan mantenido en el tiempo considerándose hoy atributos inseparables de las Navidades: comer y beber con exceso evidente e intercambiar regalos con frenesí. Claro que el comercio, la sociedad de consumo y el desmelene despilfarrador de cara al fin del periodo anual impulsaron con fuerza tan antiguos hábitos.
Papá Noel y los Reyes Magos son los regaladores oficiales por excelencia. Y los niños son los grandes obsequiados. Digamos que los primeros son los grandes “dares” y los inocentes los grandes “tomares”.
El regalo es en sí mismo una bendición. Supone desprenderse de algo a cambio de nada. Pero yo estimo que la grandeza sublime está en el dar, no en el tomar.
Dar significa que se posee algo y que existe el deseo de entregarlo a otro sin contrapartida (bueno sí, quizás el agradecimiento). Desde luego que la entrega no tiene por qué ser necesariamente material ni el valor de la misma se rige por las frías leyes del mercado. Una palabra amable, una sonrisa, un abrazo, un beso tienen con frecuencia un valor incalculable. Como enormemente valioso es regalar a otro nuestro tiempo. Para cada quien y en cada momento y circunstancia tiene provecho y utilidad lo que recibimos a espaldas de cuanto importe a los demás. Porque las necesidades son personales y circunstanciales.
Cláro que ser regalado es enormemente satisfactorio. Importa sin duda de qué se trate, pero también (y aún más) de quién provenga. Sin embargo, es muy frecuentemente más satisfactorio el “toma” que el “daca”. Y es de desear que la vida nos sitúe más en la posición de dar que de recibir. Nuestro desarrollo natural debe conducir a que incrementemos nuestras opciones de dar de manera que el que entrega se sienta íntimamente pagado por el solo hecho de haber dado, sin ser imprescindible ni siquiera el agradecimiento.
Dar a otro es una satisfacción per se si disponemos de calidad humana. Quienes pudiendo dar algo a quien le pueda hacer bien no lo haga es de una pésima calidad humana. Parece que en nuestro mundo abundan los individuos que sólamente buscan, pretenden, incluso exigen recibir (una ayuda, una subvención o un subsidio). Muchos están convencidos que se les debe: enfermos sociales. Y enferma la sociedad en la que abundan esos elementos. Es por lo que creo que nuestra sociedad española (y occidental) padece una salud muy precaria.
La profesión política debe tener el sello de la entrega: espíritu de servicio, se decía antes. Ahora ya ni se usa el vocablo. Eso, amigos, no es progresar. Es caminar hacia un mundo inhumano y despreciable. ¡Qué cambio más brutal deberían operar nuestros dirigentes! Porque deberían de serlo los más capacitados y sensibles a dar. Y lo son abrumadoramente los que buscan recibir de los demás y no dar bien porque no pueden (carecen de qué) o porque no quieren (corroídos por el gusano del egoísmo). Su responsabilidad es enorme y por ello deberán ser juzgados.
Finalizo deseándoos que podáis dar mucho porque con ello os sentiréis profundamente pagados. Y que podáis recibir mucho más en vuestros corazones que en vuestros bolsillos. Hacer de Papá Noel o de Rey Mago es un privilegio que deberíamos mantener en el tiempo. Ningún regalo es pequeño, mucho menos en un mundo en que con todo se mercadea.
¡Felices Navidades y que regaléis mucho!
30 de diciembre de 2023
CM
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