sábado, 16 de marzo de 2013

MI CÁNCER Y MIS GENTES

 MI CÁNCER Y MIS GENTES

Todo empezó por una hemorragia rectal. No me preocupó en demasía porque los resultados de la colonoscopia de apenas diez meses antes nada malo indicaban. Pero acudí al sabio cirujano que tanto influyó en salvarme la vida hace menos de un año. La nueva colonoscopia fue fatal y determinante: un tumor de tres centímetros y muy mal aspecto exigía pronta cirugía. Preparativos inmediatos y ..., operación: hemicolectomia izquierda. O sea, corte de cuarenta centímetros de tubo de la bajante y empalme con el recto.



La intervención creo que fue bien. Del quirófano a la UCI, experiencia que a nadie recomiendo porque hay allí una concentración de dolor, gente maltrecha, frío y sórdido ambiente que desanima a un cuerpo herido y atribulado hasta decir basta. Tan sólo el efímero pero vital alivio de ver y tocar a mi queridísima mujer y a mi amado hijo. Sus caras relajadas y desbordadas de amor me llevaron el sosiego que yo no encontraba. Noche eterna entre malas ensoñaciones y malestares.



Que te regresen a planta es como el inicio de vuelta al hogar: ¡allí estaban los míos recibiéndome como a un héroe! La delicada salud de Mily hizo recaer en Carlos la dura parte nocturna del acompañamiento. Ambos han sido los arbotantes de mi recuperación. Mi nuera María, a su vez, me apoyó animando eficazmente a su marido. Mi queridísima nieta me enviaba consejos telefónicos para que, si la pupa de la tripa era grande, me pusieran dos tiritas. Me regaló un precioso muñeco confeccionado por ella. ¡Ay mi nena!



Aparecieron mis hermanos, de nuevo como una piña, transmitiéndome su fuerza y su ánimo. Quique desde Sevilla y Bea desde Alicante viajaron para darme su abrazo y su sostén. Fátima se volvió a convertir en la jefa amorosa de la logística hospitalaria y arrastró con ella a su tribu encantadora. Mi querida Paloma, con los suyos, estuvo siempre a pie de cañón y asumieron la logística de desplazamiento, todo dulzura y eficacia. Y Mari seguía atentamente día a día mi evolución desde su lejanía coruñesa.



En mi hijo he descubierto (sí, descubierto tras más de cuarenta años) una solidez, una fuerza espiritual y una claridad y determinación que han sido claves para el inicio de mi recuperación. En buena parte debo a su tesón el haber comenzado a dormir más de cuatro horas diarias a las que vivía condenado desde el inhumano zarpazo sentimental que sufrí hace meses.



Con un bello ficus bonsai lleno de simbolismo para mí me llegó el ánimo de mi leal y querida Gemma. De mis queridísimos amigos Antonio, Andrés, Miguel Ángel, Mauricio, Ignacio, Gonzalo, Federico, Carlos, Jesús, recibí esos abrazos entrañables y reparadores. De tantos y tantos otros su constante atención y preocupación permanente.



Mi cuñada Amparo nos ofreció un soporte completo de logística siempre con la sonrisa en la boca. Mily no hubiera podido soportarlo sin su crucial ayuda. Y Carmen, la menor de las hermanas, se volcó en darnos cobertura una vez de regreso a casa con total entusiasmo y resolución. Ambas han sido un soporte fundamental y muy reconfortante.



Ahora espera una lenta y larga recuperación. Es cosa de paciencia. Sobre todo para mi amor que tiene que soportar todas mis miserias, mis histerias y tropezones. Seguiremos juntos, hombro con hombro, como siempre, hasta remontar totalmente esta dura experiencia.



El cáncer estaba muy localizado y se quedo en el tubo que cortaron. En el jardín de casa se asoma ya la primavera con una explosión esplendorosa de las celindas. ¡Vamos a vivir la primavera!