domingo, 5 de mayo de 2024

 MAMÁS

 






 

El amor a una madre excede a cualquier otro. Quizás porque seamos parte de ella y hayamos salido a la luz desde ella.

 

Es un amor tan profundo, tan entregado, que rehúsa comparaciones. De su mano salimos a la vida y de su mano comenzamos a aprender a comer y a movernos. Su mano no nos abandonó jamás. Su tutela formaba parte tan sustancial de su ser que, ya adultos, incluso muy adultos, era normal recibir sus consejos.

 

Yo soy uno de tantos afortunados que tuvo dos madres: la madre de la que nací y la madre de mis hijos.


De la primera me queda un tierno, enorme y profundísimo recuerdo que no ha dejado de acompañarme desde que falleció y que continúa totalmente vivo en mi vejez. De ella recibí las esencias de mi formación y su atención constante durante toda su vida. Seguro que hoy sigue velando por mí. Hizo con mi padre una pareja excepcional que llevó adelante un hato numeroso de hijos moldeados a sus principios y saberes. Mamá te quiero con todo mi ser.

 

La mujer que elegí como compañera, es el mayor acierto de todas las decisiones de mi vida. Y es madre, la madre de mis hijos. A ella le deben su primera salida al mundo, el compás de sus primeros andares, su entrega sin límites ni condiciones. Afortunadamente para ellos y para mí, mantiene incólume (“abrígate, no sea que cojas frío”) su amorosa tutela, cuando ellos, adultos con su propia prole, estarían en mejores condiciones de tutelar. Esposa y madre, te quiero con toda mi alma.

 





Y, es más aún: festejo hoy a mi Madre Celestial, a la Virgen María. A ella recurro suplicándole apoyo cuando me sobrepasa la angustia, cuando todo lo humano es poco. También hoy es día especial para que yo la felicite como la Madre que nos trajo a su hijo Redentor y, con él, el Amor y la Esperanza.

 

¡Muchas felicidades, mamás!

 

6-5-2024

CM